Capítulo 1

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El viaje en el bus fue terriblemente largo, estaba cansada de estar sentada y me dolía mucho la espalda. Antes de salir de nuestra última parada llamé a mi tía Donna para que me esperara y fuéramos por fin a casa.

Lloré bastante en todo el camino, mi cuerpo y todo mi interior estaban resentidos, les había hecho un daño casi irreparable. La abstinencia a las drogas me tenía con una sensación muy molesta en el estómago, pero ya me había decidido a mentalizar que no volvería a consumirlas. Y por dentro...bueno, mi corazón sí que estaba roto, sin embargo sentía en el fondo que había tomado la decisión correcta y no me arrepentía un segundo de ella.

Cuando llegamos bajé mi bolso y el bajo, todo lo que tenía materialmente. Me senté en una banca y esperé a que mi tía llegara.

-¡¿Y ese es tu equipaje?! Traje mi auto por nada.
-Donna...
-Liz, cariño...-se sentó a mi lado y me acarició la cara, haciendo una mueca de pena- te ves tan triste, ¿qué sucedió?
-No sé cómo escupir todo esto, cuando pienso en qué contarte primero, me doy cuenta de que tengo que contarte demasiadas cosas, y me desespero y luego no puedo encontrar por donde empezar.
-Bueno, vamos entonces a la cafetería donde te llevaba de niña, ¿la recuerdas? Nos vamos a acomodar y me dirás lo que necesites.

Eran las siete de la mañana, había viajado una noche y un día y luego toda la siguiente noche.
Fuimos a la cafetería y nos sentamos en unos cómodos asientos, de esos acolchados en que puedes mirarte frente a frente con la persona que estás, y justo este me daba la vista a una pared con fotos de estrellas de rock de los años cincuenta en adelante, mi tía me enseñó cada una de ellas cuando era pequeña, asi que solo tuve que mirarlas un poco para recordar todos esos años en que las observaba con detalle mientras comía o tomaba algo.

-¿Qué vas a comer, Liz?
-Mmh...
-Por fin puedo ofrecerte el café con whisky que me gusta tanto, ¿quieres?
-Preferiría un té, o leche.

Mi tía miró a la mesera con cara de disculpa.

-Un café con whisky y una leche caliente, por favor.
-Bien, ¿algo para comer?
-¿Liz? ¿tus tostadas con mermelada?

Las tostadas con mermelada siempre fueron mis favoritas, pero apenas me las nombraron me vinieron unas ganas de vomitar que casi no pude aguantar.

-¿Tienes cereales? Hace mucho que no como eso.
-Okey, y yo quiero tostadas pero con jamón, y huevos revueltos.

El apetito de mi tía Donna era inalterable, comía tanto al desayuno que luego andaba hiperactiva todo el resto del día.

-¿Por qué no quieres whisky?

Me quedé callada unos minutos, tenia que contarle a mi tía, tenía que decirlo, tarde o temprano se sabría. Lo difícil era que esta noticia siempre impacta, y en mi caso va a generar tanta preocupación... Sabía que luego de escupir esto, vendrían una tormenta de preguntas, así que lo mejor era decirlo todo de una vez.

-Te voy a decir lo que sucede, tía, pero necesito que no me preguntes de todo a la vez, porque no seré capaz de contarte nada.
-Sabía que algo te tiene atormentada, ya dime Lisa, jamás querría hacerte sentir peor, si quieres lo hablamos cuando sea el momento, cuando te sientas mejor.
-Es que no me sentiré bien hasta que te lo diga. Necesito decírtelo.
-Soy toda oídos, olvidare que tengo boca.

Mi estómago ardía y sentía que mis músculos de todo el cuerpo se retraían y soltaban constantemente.
Miré a mi tía a los ojos, y me entregué a la confianza.

-Estoy embarazada.

No se movió un músculo de su cara, estiró su mano y tomó la mía entre sus dedos cálidos. Cerró los ojos en señal de que siguiera.

-Tuve problemas con Dave desde hace tiempo, nos alejamos porque él creyó que lo engañaba con otro chico. La cosa es que tuvimos una gran pelea, y todo acabó. Le conté a James y a Cliff, otro chico de su banda, al parecer Dave los escuchó y fue todo...drogado, casi no se sostenía en pie, a mi casa.

Trague saliva para poder continuar, se me hacía difícil no llorar.

-Y--me dijo que, que no le importaba nada, y que lo que hiciera no era su asunto, y me lanzó unos billetes para que me hiciera un aborto. Cuando supe que estaba embarazada, tenía decidido interrumpirlo, pero luego me enteré de que tenia que ir obligadamente a hacerlo a una clínica, entonces junté el dinero y...iba a hacerlo hasta que me di cuenta de que si lo hacía, volvería a ser como siempre, y no saldría jamás de las drogas. Me dio tanta vergüenza saber que me igualo a Dave en esa adicción que sentí la necesidad de dejarlo. Tomé el bus y me vine, quiero criar al bebé y tener una vida sana, todo fue demasiado...llevé cada punto de mi vida al límite.

Silencio...ese silencio que se presenta de pronto, cuando es demasiada información para procesar.

-Aquí esta su pedido, que lo disfruten...

La mesera nos sirvió todo y mi tía agradeció con su siempre cordial sonrisa.
Había soltado mi mano para acomodar su café, y así mismo hice yo.

-Lo primero será acomodarte en la casa, luego iremos al doctor.

La miré queriendo llorar.

-No te voy a pedir que tomes las decisiones correctas, porque nadie sabe cuales son, pero sí que te hagas cargo de ellas. Voy a darlo todo por ti Eliza, salir de las drogas es algo muy complejo, pero si tú realmente quieres hacerlo, yo lo doy todo por ti.

No fue nada cariñoso, pero era lo que me merecía, me merecía que me dejaran claro lo responsable que debo volverme.

-Si no supiera todo lo que has vivido, si no hubieses terminado en esa ciudad del demonio por culpa de tu padre, por culpa de tu madre, y por culpa mía también, te habría dado una cachetada que jamás habrías olvidado.

Asentí en silencio, y comimos así.
Me sentí alivida, sólo un poco, pero con eso me bastaba.

*Dave*

Ahí estaba, el momento que Lisa me restregó tanto en la cara, ese que nos hizo pelear de principio a fin. Todas mis cosas estaban en el suelo, y arrugado entre mis manos el pasaje de vuelta Los Ángeles. Aún veía la camioneta de James alejándose, y todavía sentía los apretones de todos cuando me quise rehusar a venirme al terminal.

Me habían echado. Me despertaron a patadas para decirme sin tapujos ni remordimiento que "estaba fuera". Hijos de la grandisima puta.

La ira no cabía dentro de mí en ese momento, sentía que me rebalsaba, que mis ojos estaban húmedos y vidriosos de rabia pura. Pura. Esa que hace doler la cabeza, que marea de tanto revolver los interiores.

Pensé todo el tiempo en cuanto odiaba a los chicos, en cuanto odiaba a Lars y a Cliff, pero no me sorprendió, porque ya había sentido mal contra ellos. El que me dolió en serio fue James, nunca...nunca imaginé que sería capaz de todo esto.
Ahí quedaron nuestras promesas y todo lo que pasamos. Ahí quedó nuestra hermandad, los buenos momentos y el esfuerzo. Ahí iban ellos, a la fama, a la meta.
Y aquí estaba yo, solo.

Ashes In Your Mouth Where stories live. Discover now