treinta y cinco

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—Tus cargos están levantados, la fianza no fue tanto como pensamos, entendieron lo enferma que estabas, eres libre de todo, chica. —solo faltaron esas palabras para soltar todo el aire que ni sabía que contenía.

— ¡Gracias, gracias!, no sé cómo agradecerlos. —me reía de solo pensarlo, era libre.

—Esas risitas nos hacen feliz, cariño —gritaron ambos— te dejamos, debemos tomar el auto para llegar a casa, dile a Sean que te de tu regalo.

Y cortaron.

Llame enseguida a la Sra. Miller, para que pudiera atenderme de nuevo en su motel, como secretaria obviamente, dijo que ningún problema y que con los mismos horarios, le dije que estaba con una licencia y me dijo que cuando pudiera fuera.

Me salí de la cama y bajé al primer piso, me tenían una habitación gigante, o sea dijeron que yo debía adornarla como quisiera, llegarían en una hora, el trayecto era cortísimo, en auto demoraban no más de treinta minutos.

Estaba Nancy, era la única nana aquí, la oficial, porque tenían otras, pero Nancy trabaja aquí hace más de diez años, me dio desayuno y compartimos un conversación de veinte minutos.

Subí y entre a la habitación de Sean silenciosamente, sus paredes estaban adornadas de un azul oscuro, casi negro, tenía una pared llena de fotos, había una de los dos, no la recordaba, sonreí inconscientemente.

Corrí desde la puerta a su cama y salté, pero reboté y caí de la cama, me sobe la cabeza ya que, me había golpeado con el velador, Sean se sentó de golpe y al no ver nada, se tapó hasta arriba, llamando a Nancy como una nena.

— ¡Que acaso eres imbécil!, estoy aquí porque rebote de tu estúpida cama que parece cama saltarina. —grité desde el suelo.

Nancy al entrar se rio de ver lo que pasaba. Se acercó a mí.

—A ver chiquilla, déjame ver tu cabeza. —Toco mi cabeza sin levantarme del piso— No tienes nada, solo tengan cuidado ambos son mayores como para pelear así, me preocupo. —Bajo riéndose.

— ¿Estas bien? —del piso solo se veía como asomaba la cabeza

—Sí, solo que perdí unas cuantas neuronas. — Me paré— Despierta y ve a tomar desayuno, me llamaron nuestros papis —reí— dijeron que estoy fuera de todos los cargos, soy libre. —Sean salió de la cama para darme un gran abrazo.

—Debo darte tu regalo, pero debes cubrir tus ojos, espera. —recorrió su habitación con la mirada y tomó una corbata del piso, la ato en mis ojos.

— ¿Qué acaso ahora eres Christian Grey?

—No me llama la atención follarme sádicamente a mi hermanita.

Amarró en mi nuca y bajamos las escaleras, oí como abría una puerta, estábamos en la cochera, cuando saco la corbata, vi una llave en mi vista.

— ¿Tengo la llave de tu corazón, hermanito? —reí tomando la llave.

—Más bien la llave de mi ex auto, ahora es tuyo. —sonrió.

¿Tan mal habían quedado mis neuronas?

— ¿Me estás jodiendo verdad? —sino fuera porque mi mandíbula estaba pegada a mi cabeza, estaría ya en el suelo.

Tome la llave que tenía una alarma, y presioné un botón, sonó al último atrás, era un auto pequeño, pero era demasiado precioso, siempre quise un auto así, mi mini cooper era de color blanco, estaba tan feliz pero me acordé que...

—Sean creo que este es el mejor puto regalo pero no tengo puta idea de cómo manejar un auto.

—Te enseñaré después del viaje, o durante el viaje no lo sé.

LET'S RISK IT?➳ j.bWhere stories live. Discover now