Capítulo 18

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La cabeza le daba vueltas, sentía su cuerpo entumecido, abrió los ojos y se arrepintió de haberlo hecho por la luz que lo cegó; se movió en la cama donde estaba y a la cual no recordó llegar pero se sentía muy agotado como para ponerse a pensar cómo había terminado allí. No podía escuchar nada más que el trinar mañanero de los pájaros y al abrir los ojos de nuevo, vio frente a él una pared color beige sin nada en ella, se extrañó porque en su cuarto debería de haber un mueble en ese lugar. Cambió de posición hasta quedar boca arriba y lentamente se sentó; sintió un nudo en su estómago al no reconocer el cuarto donde se encontraba, las paredes muy cerradas lo rodeaban y sólo había una ventana en una, un pequeño armario empotrado en otra y el resto era esa cama y la mesa de noche a un lado. Se levantó con un salto, movimiento que lo mareó, pero al recuperarse se asomó por la ventana que daba hacia un patio que tampoco conocía. Ji Ho no entendía lo que estaba pasando hasta que vio un brazalete en su mano donde estaba escrito su nombre y otros números que no sabía qué podían ser. Enseguida comprendió dónde estaba y golpeó la puerta mientras pedía que lo sacaran.

-¡Abran! ¡Esto es un error, yo no estoy loco! ¡Abran la puerta!- se quedó quieto un momento y escuchó pasos acercarse. Se alejó de la puerta y ésta se abrió, dando paso a dos enfermeros - Esto es una equivocación, yo no debería estar aquí. No estoy enfermo, se los juro.

-Trae el calmante - le dijo un enfermero a otro que salió.

-No, ustedes no me pondrán nada- Ji Ho retrocedió y miró la puerta tras el enfermero que estaba cerrada pero sin el seguro puesto.

-Tranquilízate, sólo te queremos ayudar.

-¡No! ¡Yo estoy aquí en contra de mi voluntad! Mi tío, mi tío inventó que estoy loco y metió preso a mi hermano para quedarse con nuestra empresa. Sólo quería deshacerse de nosotros.

-Cálmate.

-¡Estoy calmado!- miró nuevamente hacia la puerta y corrió a ésta pero el enfermero lo sostuvo con fuerza por detrás - ¡Suélteme, yo no estoy enfermero!- levantaba sus piernas y las agitaba violentamente en el aire.

El otro enfermero que había salido volvió a entrar trayendo una jeringa, con él estaba uno más que sostuvo el brazo de Ji Ho- el cual el chico no quería dejar quieto- y el hombre con el calmante se lo inyectó. Ji Ho aún tenía fuerza para gritar pero poco a poco las fue perdiendo y sintió su cuerpo muy débil; intentaba mantener los ojos abiertos pero de nuevo todo le daba vueltas y sus oídos se habían tapado. Los enfermeros volvieron a acostar al chico en la cama, cerraron las cortinas para que la luz no lo molestara y trancaron la puerta con llave nuevamente.

Ji Ho aún no podía creer lo que estaba pasando, no creyó que el ir a casa de su tío para acusarlo por lo que le hizo a Ji Seok haría que terminara metido en un manicomio. Lo tenía todo planeado, ya había llamado al hospital porque sabía que Ji Ho iría y se lo llevaron en contra de su voluntad. Lo mantendría allí, pidiendo que lo mantuvieran calmado para que no se atreviera a hacer nada y así deshacerse de él también y estar cómodo como el nuevo presidente de la empresa ya que sus dos sobrinos no son capaces de manejarla.

Había pasado un día desde que Ji Ho fue enviado al manicomio y en casa, tanto la señora Kim como su hijo estaban preocupados por no saber de él, el chico lo estaba aún más porque dejó que Ji Ho se fuera estando en un mal estado y si le ocurría algo sería en parte su culpa. Al los hermanos Woo no tener a nadie más, la señora Kim se encargó de contactar a la policía por la desaparición y también fue a casa del tío de los chicos porque sabía que había ido allí pero el hombre le mintió diciéndole que sí lo había visitado pero que después se marchó y no supo más nada de él; la mujer no confiaba mucho pero no era nadie para acusarlo, sólo era una empleada.

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