Capítulo 16

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Había una cosa importante que Ji Ho debía hacer, un lugar a donde tenía que ir y Jaehyo creía que ya era tiempo. Él mismo quería llevarlo como lo último que haría en su estadía en Corea y estar allí para servirle de apoyo y asegurarse que podía sobrellevarlo. Jaehyo salió temprano de casa y fue a recoger a Ji Ho a la suya, éste notó las flores en el asiento trasero pero no dijo nada al respecto, intuía a dónde iban e intentó mantenerse tranquilo. Recorrieron varios kilómetros hasta que llegaron a su destino; Jaehyo condujo un poco más hasta que por fin se detuvo al lado de un campo lleno de lápidas.

-Es tiempo de que los visites pero si no estás listo...

-Estoy listo- aseguró Ji Ho y bajó del auto.

Jaehyo también bajó y tomó la mano de Ji Ho, podía notarlo algo nervioso pero con determinación en su rostro de ir a visitar a sus padres después de más de un año. El mayor lo guió hasta donde estaba la tumba que iban a visitar y dejó el ramo de flores amarillas y blancas sobre el césped fresco que la cubría. Ji Ho estaba en silencio leyendo en la lápida de mármol con inscripción dorada los nombres de sus padres, las fechas de sus nacimientos y muertes y una frase bajo estos que Ji Seok se encargó en poner "De sus amados hijos, siempre vivirán en nuestros corazones". Las lágrimas de Ji Ho inmediatamente comenzaron a salir solas, desbordándose de las cuencas de sus ojos y recorriendo hasta su cuello; se mordía el labio inferior y apretaba sus manos para no quebrarse pero se le hizo imposible. Se echó al suelo de rodillas porque no pudo mantenerse en pie y lloró desconsoladamente sintiendo una opresión en su pecho. Jaehyo se arrodilló frente a él y lo abrazó fuertemente. Comenzaba a pensar que no había sido una buena idea llevarlo allí, era normal que le doliera y llorara pero no podía soportar verlo así. Él también lloró junto con Ji Ho porque su estado lo acongojaba.

-¿Por qué? ¿¡Por qué!? - gritó Ji Ho entre su llanto. Quería respuestas de por qué habían fallecido, quería saber qué hicieron para merecerse ese destino fatal cuando siempre fueron los mejores y más amorosos padres.

Jaehyo ayudó a Ji Ho a levantarse quien no dejaba de llorar y lo llevó lejos de la tumba hasta donde estaba el auto aparcado. Ji Ho se sentó en el suelo recostándose del vehículo y hundió su rostro en sus rodillas flexionadas. Jaehyo dejó que llorara lo que quisiera y esperó a que se calmara.

-Dios Ji Ho, lo siento. No debí haberte traído. Pensé que ya estarías listo.

Ji Ho se calló y jadeaba calmando su llanto. Levantó la cabeza y suspiró.

-No lo sientas - dijo Ji Ho. Miró a Jaehyo- Ha pasado tiempo, era hora que viniera pero es que es tan difícil-su voz se quebró.

-Entiendo cómo te debes sentir pero debes saber que aunque tus padres ya no estén aquí físicamente, siempre estarán a tu lado cuidándote y en tu corazón. Todos debemos irnos en algún momento, nuestros cuerpos tienen fecha de expiración pero el espíritu no. Tus padres quieren que seas feliz aunque ya no puedas verlos y que recuerdes de ellos todas las cosas buenas- con los puños de su sweater secó las lágrimas de Ji Ho.

-Tienes razón. Gracias- se puso de pie y se encaminó de nuevo a la tumba. Jaehyo lo siguió pero se mantuvo alejado para que tuviera ese tiempo a solas.

Era inevitable no sentirse triste pero Ji Ho pensaba en las palabras de Jaehyo y tal vez si se concentraba, podía sentir a sus padres a su lado. Cerró los ojos e inhaló el fresco aire, juntó sus manos y rezó. Ya no se sentía tan triste, el sentimiento permanecía pero no quería volver a llorar, no quería que sus padres los vieran así porque si no ellos también estarían tristes. Lo que ahora podía hacer por ellos era demostrarles que era fuerte y que seguiría adelante con su vida como ellos lo querrían. Cuando terminó de rezar volvió con Jaehyo y antes de que éste pudiera decirle algo, lo abrazó y descansó su cabeza en su hombro. Jaehyo sobó su espalda.

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