Capítulo 1

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Abría los ojos una vez más viendo esa pálida habitación de paredes desnudas salvo por un cuadro de unos ángeles y la ventana rectangular cubierta por una fina cortina azul cielo; sólo había una mesa de noche, un armario, una silla y por supuesto la cama donde Ji Ho se encontraba acostado. Ese cuarto había sido el suyo durante un año, unos meses después de ser internado en ese centro psiquiátrico fue que se acostumbró a éste y se percató del por qué estaba allí; al principio ni sabía dónde estaba o que día era, simplemente estaba fuera de éste mundo pero al volver en sí prefirió haberse quedado en ese otro lugar apartado para así no darse cuenta de cómo su vida se destruyó en un abrir y cerrar de ojos.

Pero ahora era momento de irse y tenía miedo, se había acostumbrado tanto a esa clínica tranquila donde siempre lo mantenían controlado que salir de nuevo al caótico mundo real lo ponía nervioso. Por suerte aún tenía a su hermano mayor que fue a buscarlo esa mañana para regresar a casa y sería su único apoyo de ahora en adelante ya que sus padres no estaban, se habían ido para siempre hace un año y Ji Ho ni siquiera tuvo tiempo de llorarles como era debido o ir a sus tumbas. Durante todo ese tiempo el chico estuvo metido en una clínica gracias a su grave lesión en la cabeza de la cual no creyeron que saldría y por su pierna cuyos huesos quedaron completamente destruidos y tuvieron que reconstruírsela llenándolo de tornillos y metal y eso llevó varias cirugías. Para la rehabilitación tuvieron que tener paciencia pero lo peor no fueron sus lesiones físicas si no la mental ya que quedó traumatizado por el accidente.

-Ji Ho, ya podrás regresar a tu casa – le dijo una de las enfermeras que siempre se ocuparon de él.

-Sí – cerró su pequeño maletín donde guardaba sus cosas, tomó su bastón y siguió afuera guiado por la enfermera hasta el vestíbulo donde su hermano lo esperaba.

-Hola Ji Ho – lo saludó Ji Seok, su hermano, con una pequeña sonrisa y se acercó para abrazarlo – Al fin saldrás de aquí – se separó y observó el rostro de Ji Ho - ¿Te sientes bien?

Ji Ho asintió tranquilamente con la cabeza.

-Entonces vamos – cogió el maletín de Ji Ho y lo tomó de la muñeca para llevarlo afuera – Tienes el cabello largo, esas enfermeras no se ocupan en cortártelo.

-Me gusta así – dijo Ji Ho y detuvo su marcha en cuanto puso sus pies afuera de la institución. No es como si nunca haya salido, había estado en los jardines pero el saber que ya se iba y volvería al mundo para continuar con su vida lo asustaba.

-¿Qué sucede?

-Nada, es sólo que es raro irme de aquí.

-Lo sé pero ya volverás a adaptarte a tu vida de nuevo, yo estaré a tu lado.

Ji Ho le agradeció a Ji Seok y siguieron hasta el auto, allí el chico se sintió un poco más seguro.

A pesar de haber perdido a sus padres en ese fatal accidente de avioneta, Ji Ho agradecía que su hermano aún estuviera con él; el día en que todo sucedió iban de viaje a una isla y aunque Ji Seok quería ir, no pudo porque tuvo que quedarse trabajando. Ji Ho por lo menos estaba feliz de que no pudiera haber ido ya que si lo hubiese hecho quizás también pudo haber muerto y de esa forma sí se quedaría completamente solo. Quizás el destino decidió eso.

Aquel centro psiquiátrico quedaba a las afueras de la ciudad, Ji Ho no sabía dónde estaba por lo que tampoco podía saber en cuanto tiempo llegarían a casa, así que recostó su cabeza del espaldar del asiento trasero del auto y cerró los ojos. Los volvió a abrir en cuanto sintió el auto detenerse y la puerta del chofer abriéndose; se enderezó, bostezó y salió del vehículo siendo ayudado por su hermano. Había sido tanto tiempo sin estar en su hogar que ya no lo veía igual, quizás sí lo estaba pero se le había olvidado porque hay cosas que se borraron de su mente, por ejemplo cómo sucedió el accidente. Siguió su camino hasta la entrada de la enorme casa y por dentro ya llegaba a recordar un poco más, tenía la misma decoración de siempre de la cual su madre se ocupó en el pasado, los mismos adornos en las mesas y escaparates y las fotografías de la familia de las cuales apartó la mirada al verlas; saber que no volvería a ver a sus padres sonriendo de esa forma le dolía.

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