—¿Cuándo vuelven? —pregunta, mientras toma un sorbo de café.

—Talvez en unos días —contesto, quitando mis ojos de los suyos. El asiente con su cabeza y observa pensativo a través de la ventana.

—Alexander —inconscientemente llevo mi mano a la suya —prométeme que no irás a ningún lado —digo, él me mira desconcertado y frunce el ceño.

—No pienso hacerlo, Alex. ¿Por qué? —no voy a comentar nada de lo que soñé, aún me es extraño. Él mira mi mano sobre la suya y de inmediato la aparto llevándola hacia mi taza de café para tomar un sorbo.

—Por nada —contesto —¿Dónde están mamá y Stefani? —intento evadir el tema.

—Fueron a poner una denuncia al malnacido ese de Evan.

—¡Por fin! —exclamo y resoplo. Malnacido Evan hijo de puta, ojalá lo violen en la cárcel y lo manden a la enfermería con un desgarre...

Alex cálmate.

—Estará en la cárcel, sin trabajo y con un brazo roto por culpa de Frank —sonríe levemente, el tío Frank nos mira.

—Que agradezca que no lo dejé parapléjico —habla Frank, típico de él, golpear a todo mundo.

Subo a la habitación, Oliver, Frank y Alexander se han quedado hablando de gimnasio y esas cosas que a mí no me interesan. Me despojo de mi ropa y tomo una ducha, el agua recorre mi piel y siento como relaja cada una de mis entrañas, cierro los ojos e inmediatamente imágenes de mi sueño con Alexander comienza a aparecer y un dolor se instala en mi pecho, yo no quiero que le pase algo ¿Será una señal de que debo perdonarlo? Pero no puedo hacerlo si aún siento remordimiento, una carta no arregla muchos años de problemas, suspiro. Termino de ducharme y salgo sólo con la toalla alrededor de mi cuerpo.

Oliver está hablando por teléfono sentado en la orilla de la cama y por sus expresiones "maldito" "perro" "vete a la mierda" sé que habla con David.

—Una patada en el culo es la que te voy a dar, me devuelves esa tarjeta sin ningún centavo faltante... —no puedo evitar reír, Oliver me mira y también ríe. No escucho lo que le logran decir del otro lado pero por su expresión sé que fue algo gracioso. Me siento a horcajadas sobre él y comienzo a besar su cuello.

— Alex —murmura —espera, estoy molesto con David, usó la tarjeta de la empresa para comprar tampones.

— ¿Qué? —frunzo el ceño, él continúa con sus regaños hacia David. Continúo mis besos de una forma más sensual. Tomo su mentón y comienzo a devorar sus labios.

—Ahora voy a quebrantar tu inocencia—susurro, en su otro oído, mientras quito la toalla de mi cuerpo y él me mira con brillo en sus ojos.

—Eso sonó bien en ti —dice, mientras observa mis labios —¡A la mierda, David! –exclama colgando la llamada, me toma por la cintura y en un ágil movimiento se ubica sobre mí —hazlo.

—Oliver, si no pones resistencia, no es divertido —sonrío y miro a sus ojos.

—Bien, entonces —dice entre besos, quitándose la camisa —¡NO! POR FAVOR NO LO HAGAS ¡MI VIRGINIDAD! —finge lloriquear, quitándose su pantalón de pijama negro.

Se vuelve a quitar a ubicar entre mis piernas, comienza su recorrido de besos por mis pechos y va descendiendo poco a poco llegando a mi abdomen y bajando por mis muslos, llega hasta los dedos de mis pies, río al sentir esa sensación de sus labios húmedos pasarse por todo mi cuerpo, ahora comienza a ascender y su celular nos interrumpe.

Ambos bufamos al unísono, nos miramos y reímos con una carcajada cómplice.

—¿Ahora qué puta? —dice, alcanzando su teléfono.

—¡Muchacho! Lavaré tu boca con jabón.

Frunce el ceño al observar la pantalla de su celular. Lo miro curiosa, mucho más cuando duda en contestar.

—¿Quién es? —pregunto, ya sembró la intriga en mí, me siento sobre la cama y lo observo intrigada.

—Es Brittany —dice, sin despegar la mirada de su teléfono.

—¿Por qué diablos Brittany te llama? —esto me desconcerta.

—Prométeme que no le dirás a Natalie.

—¿Tiene que ver con David? —enarco una ceja, viendo a Oliver con intriga. Él asiente y corta la llamada. Almenos no tiene nada que ver con él y eso me relaja, no tengo que matar a nadie aún, Natalie puede sola con ella.

—Por algún motivo se dio cuenta que David se casó y ahora quiere interrumpir.

—¿Qué? ¿Por qué? Fue ella quien lo dejó. Enserio que esa tipa está enferma.

—Lo sé y David no quiere que Natalie se entere, así que pido tu silencio.

—¿A cambio de qué? —enarco una ceja y él me mira divertido —¿Qué? Tú me has dicho que hay que sacarle provecho a todo.

—En serio, no volveré a enseñarte de negocios —ríe suavemente —ven acá, no creas que te me vas a escapar —sonríe travieso y tira de mí de uno de mis pies, me acerca a él y se deshace de su bóxer, se ubica nuevamente sobre mí volviendo a apoderarse de mis labios apasionadamente y con sus manos de mi cuerpo. El celular suena otra vez.

—¡PUTA MIERDA! —toma su celular y lo tira contra la pared, la llamada se corta de inmediato y lo miro atónita.

—Oliver, acabas de matar tu horriblemente caro celular.

—Ahora sí nadie nos va a interrumpir —dice entre besos acomodándose mejor entre mis piernas, ya ni me puedo concentrar, uno con un celular que se pega con tantas aplicaciones y él estrellando su celular último modelo contra la pared.



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Esposa de mi jefe © (Borrador de la 1era edición - 2016)Where stories live. Discover now