Capítulo 2.

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POV CAMILA.

Vamos caminando de una empresa a otra, prácticamente suplicando por un empleo. No tenía mucha experiencia, no había terminado la universidad, y los únicos empleos que logré conseguir en el pasado eran de mesera, o de limpieza. Yo solo necesitaba un sueldo para lograr sobrevivir. No era exigente con nada, solo necesitaba una oportunidad. Siento la mano de mi pequeña soltarse de la mía y rápidamente la miro.

-Mami, quiedo i al baño... -Me pide ella en voz baja. Tiene 6 años y aún no puede pronunciar la "r", necesita ayuda profesional, pero las sesiones de ayuda son muy caras, y apenas logro darle de comer. Levanto la mirada buscando un lugar donde pueda haber un baño. Camino hacia un café que está en la esquina, entramos y me dirijo hacia donde se encuentra el mesero.

-Disculpe... -él me mira sin darme mucha importancia. -Mi hija necesita usar un baño ¿Podría utilizar el de aquí? -le pido amablemente esperando que me dé una respuesta afirmativa.

-Señorita... para poder tener acceso a los baños del establecimiento, debe consumir algo. -Lo miré de mala manera, bien me decía mi madre que en todo lugar te cobraban hasta por respirar el aire del lugar. Toqué mi bolsillo rápidamente y suspiré tratando de no romperme ahí mismo por el poco dinero que tenía y se suponía que debía durarme lo que faltaba del mes.

-Está bien, deme un café expresso, por favor. -pedí amablemente, aunque con tono enojado.

-Lo siento... pero tiene que consumir más de cinco dólares. -me respondió de forma tajante aquel mesero. "Vaya políticas de mierda que tenían en este lugar", pensé de mal gusto.

-Señor, el café expresso, -señalé el tablero donde ponían los precios. -Está a tres con setenta y cinco. Son menos de dos dólares, por favor. -Prácticamente supliqué, él negó con la cabeza y yo bufé molesta por su falta de empatía.

-Mami, tengo hambe... -me distrajo Sasha, la miré y recordé que esa mañana no habíamos desayunado. La comida ya se había acabado.

-Está bien, señor deme un cruasán, ¿Con eso completa? -pregunté sarcásticamente.

-Con eso será suficiente, ahí está el baño, puede seguir -cogí a Sasha de la mano y entramos. Dejé que hiciera sus necesidades mientras me miraba al espejo y me avergonzaba de lo delgada que estaba, tenía una cara demacrada. Sasha salió del baño y lavé sus manitas. Salimos y nos fuimos a sentar en la mesa que escogió Sasha.

-Mami, lo siento -Dijo la pequeña con voz muy bajita, susurrando y con sus ojitos llenos de lágrimas. -Se que no tienes dineo, peo ya me dolía mi pancita, aquí -Dijo señalando su barriguita, lo que me causó una inmensa ternura y un dolor en el pecho. Tenía 6 años, pero a veces seguía siendo una niña de 3 años, sentía que con la poca educación que había logrado ofrecerle, sumado al hecho que solo era yo con quien ella se relacionaba, había limitado su crecimiento y madurez para su edad.

En ese momento no pude más, sentí mis lágrimas rodar por mis mejillas y Sasha de inmediato me abrazó y yo a ella, la abracé como si de esa manera todo se pudiera solucionar. El mesero llegó y rompí el abrazo con mi hija, limpié las lágrimas de sus mejillas y ella hizo los mismo conmigo. Sasha comenzó a comer, prácticamente sólo tragaba el cruasán.

-Mi niña, respira. -le dije intentando calmarla y sonriendo un poco.

-Mami ¿Anoche comiste? -Me preguntó ella y yo sólo negué con la cabeza. -Pues debedías comé -ella me dio lo que quedaba y yo sólo la abracé una vez más. Era una niña con un corazón enorme e inmensamente tierna.

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Después de todo un día caminar buscando trabajo, y no encontrarlo, llegamos a casa totalmente cansadas. El pequeño, realmente pequeño lugar en el que vivía lo había conseguido después de mudarme, cuando Sasha apenas tenía un año y agradecía que después de cinco años el precio de la renta seguía siendo el mismo, para mi poca suerte. Ya debía un mes y se acercaba la hora del pago y no sabía que iba a hacer para salir adelante, las esperanzas se me estaban agotando.
Busqué algo de comer en la nevera y no encontré nada, sólo había un cartón de leche, del que estaba segura, sólo habría para llenar un vaso. Me senté en el taburete y puse mi cabeza en mis manos mientras lloraba silenciosamente ¿Qué clase de madre era si no podía darle las tres comidas a mi hija? Me sentía miserable y decepcionada de mí misma.

-Mami no impota si no hay comida, mañana ya compadás algo... y si no, pometo no deci nada si me duele mi pancita. -la miré y en sus ojitos sólo había amor y admiración. "¿Cómo me podía admirar si ni siquiera la podía alimentar?".

-Ven acá -dije cogiéndola en mis brazos y abrazándola, le serví la leche y ella se tomó la mitad, y empujó el vaso hacia mí, yo sólo negué con la cabeza y le di un beso en la frente. -Toda, mi amor. -Yo como adulta podía resistir más sin alimentarme como debía, ella no. Se terminó de beber y nos fuimos a acostar. Comencé a cantar bajito para lograr que ella se durmiera. Cuando por fin lo hizo me levanté de nuestra cama y me fui a sentar, sentí mi celular vibrar en mi bolsillo trasero y rápidamente lo saqué y respondí la llamada.

- ¿Camila Cabello? -Preguntó un señor con voz profunda al otro lado de la línea.

-Si... con ella habla. -respondí despacio.

-Señorita, la llamamos del hotel San Jacinto para informarle que hay una vacante para el puesto de recepcionista...

- ¡EN SERIO! OH DIOS... NO SABE CUÁNTO LE AGRADEZ... -me emocioné sin poderlo evitar.

-No me agradezca aún. Verá, para poder firmar el contrato usted necesita viajar a Los Ángeles, puesto que allá está nuestro contratista, y no se preocupe que nosotros pagaremos su pasaje de ida y vuelta.

-Está bien, está bien -hablé rápido -pero... es que hay un pequeño inconveniente, y es que tengo una niña de 6 años...

- ¿Es su hija? -preguntó inmediatamente.

-Sí -respondí temerosa - ¿No habría la posibilidad de llevarla conmigo? -pregunté esperanzada.

-No podría ayudarla con eso, señorita Cabello, nosotros sólo pagamos los gastos correspondientes para una sola persona.

- ¿Por cuánto tiempo estaré en Los Ángeles? -mi cabeza estaba volando, pensando cómo podría solucionar esto. Necesitaba solucionarlo, necesitaba el empleo.

-Dos semanas, señorita Cabello. Dos semanas en las cuales usted recibirá una capacitación adecuada para poder obtener el empleo.

¿¡DOS SEMANAS!?

-Señorita Cabello, ¿Sigue ahí?

-Si... sí, aquí estoy... estoy pensando con quien dejar a mi hija, no tengo con quien dejarla y tampoco dinero para contratar a una niñera durante dos semanas, mucho menos comida... ¡Oh mi Dios!

-Camila, ¿Te puedo llamar Camila, cierto? - No esperó respuesta y continuó -Necesitas este trabajo y estoy tratando de ayudarte aquí, te recomiendo que busques lo antes posible alguien para que se haga cargo de la pequeña, lo antes posible porque el vuelo está agendado para el día de mañana a las 11 de la noche... Así que... ¿Qué dices? ¿Aceptas? Necesitamos una respuesta inmediata.

Rápidamente pensé en ella. Podía recurrir a alguien, y sólo serían dos largas semanas...

-Sí, claro que acepto señor.

-La mejor decisión que has tomado Camila, mañana en la mañana llegará a tu departamento un sobre con todas las explicaciones, el pasaje y todo listo. Buenas noches Camila. -Me despedí y colgué.

Decidí acostarme a dormir, mañana sería un largo y difícil día.

Volviendo a ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora