Capítulo 42

1.4K 117 27
                                    


A petición de una lectora inserto en la multimedia una imagen de lo que más o menos me imagino de Niko. Sé que la imaginación de cada uno hace lo que quiere 😂, así que, quizá tengamos una concepción muy distinta. Por cierto, no es como me lo imagino, ¡¡pero se acerca!! Ahora sí, ¡¡disfrutad!!

************

Atara miró su cuerpo sin vida como si de alguien sin importancia se tratara. Como si en su organismo jamás hubiera habido un corazón que latiera y propulsara la sangre que algún día había necesitado para alimentar a su vida.

Sus ojos, aún feroces por la lucha, se mostraban entreabiertos revelando el dolor de una muerte no merecida y el color de su rostro aún no había comenzado a tornarse de ese blanquecino tono característico de la muerte. Ya no vivía. Ya no estaba conmigo.

En mi corazón no quedaba hueco para tristeza en ese momento, por lo que una inmensa y arrebatadora oleada de agresiva furia me recorrió de arriba a bajo al ser consciente de los hechos. Mi corazón comenzó a latir con rabia. Con ansia. Con ganas de sangre. El descontrol de mi cuerpo se disparó elevándose de pronto a niveles inhumanos y simplemente solo vi un objetivo. Un claro y simple objetivo, y lo destruiría incluso si mi vida se quedaba por el camino.

******************************************

-Cada minuto que pierdas es una vida menos.-Gritó levantando la mano.-Y el tiempo empieza ya.

Sentí como la presión me invadía en aquel instante al ser consciente de lo que aquello significaba. Levanté mi pesado cuerpo del suelo sintiendo el escozor de los cortes que había sobre mi piel. Hice una mueca de dolor al notar cómo se intensificaban.

-No te queda mucho tiempo.-Gritó Atara para después soltar una gran carcajada.

Mi respiración se agitó ante la confusión. Por unos instantes mi vida pareció perder sentido y deseé haber estado enferma para no tener que tomar aquella decisión.

Jamás permitiría que alguno de los míos volviera a salir dañado por mi culpa, no me lo perdonaría. Sin embargo, este no podía ser el final. Había llegado hasta ese momento, y aunque sin quererlo, viva. No creía en magia, pero sí en el destino. Y quizá el destino me estaba diciendo que tenía una segunda oportunidad para arreglarlo todo.

Tomé una decisión en aquel instante.

Busqué entre lo que quedaba de mi vestido la daga de madera que Amanda me había dado anteriormente. La agarré con fuerza y la escondí bajo la falda evitando así que los claros iris de madre e hija establecieran contacto con ella. Sentí como aquel impulso rabioso se apoderaba de mis sentidos mientras la empuñé con firmeza.

-Eres lo peor.-Escupí mirándola directamente hacia los ojos.-Eres una bruja.

Atara sonrió como respuesta. El color de su tez era angelical así como el resto de su persona. Era una pena que un rostro tan bonito fuera a acabar de la manera en la que pensaba que acabara.

-Anteriormente a las brujas se las quemaba.-Dije encharcando mis palabras en rabia.

Atara me miró desprevenida.

-Yo espero poder hacer arder todo tu mundo. Que las llamas inunden la inmensidad de lo que aún te importa y que el calor derrita sus cenizas.-Solté.

-Diez segundos.-Gritó dejando ver una malvada y perfecta sonrisa.

Aproveché ese tiempo para poder idear un plan lo suficientemente bueno como para no morir en los primeros segundos y poder así llegar hasta Atara. Por gracia o desgracia, mi enfermedad había sido todo una gran farsa y la muy ilusa de Atara me había administrado el antídoto para poder despertarme, con lo que mi cuerpo estaba en las condiciones como para soportar todo aquello que se me pusiera delante, o quizá no todo.

Full Moon®  #PGP2023Where stories live. Discover now