Capítulo 38

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Niko

Atrapé su delicado cuerpo y observé como sus ojos se cerraban pesadamente. Si el pánico no era el gran protagonista de mis emociones, nada lo sería. En mi mente no podían parar de recrearse los últimos minutos y era incapaz de concentrarme en la situación sabiendo que la dulzura de sus labios continuaba rozando la textura de mi piel.

-Princesa.-Susurré en su oído a falta de acciones que pudieran resolver lo que pasaba.

Era extraño, pero realmente sentía que mi organismo temía por lo que pudiera pasar a continuación. Agité mi cabeza para deshacerme de aquella sensación angustiosa.¿Desde cuando el miedo había estado en mi vocabulario? No era una opción. No iba a quedarme ahí mirando cómo su vida se deshacía entre mis manos, debía exponer mi frialdad y actuar.

Decidido en hacer lo que hiciera falta para poder salvar a Paula, la incorporé entre mis brazos. Acaricié su mejilla lentamente dejándome hipnotizar por su rostro y olvidando por alguna milésima de segundo cuál era mi objetivo. Cuanto daño le había hecho una persona tan bonita. Nunca me lo perdonaría.

-¿Qué cojones te crees que haces?-Oí desde algún lugar. Una voz ronca se había dirigido hacia mí con aires despectivos.

Estaba demasiado ocupado como para hacer caso a algún entrometido gilipollas y decidí no perder mi preciado tiempo en aquel tipo. Mi mundo estaba en ella.

-¡Eh!-Gritó de nuevo sacándome de mi nula concentración.

-Mira.-Solté posando delicadamente a Paula sobre él suelo y tratando de contenerme.-¿Podrías cerrar tu bocaza y dejarme en paz? Quizá sea mucho pedir, pero no me interesa nada de lo que me tengas que decir.

-¿Podrías ser menos imbécil? Vampiro arrogante...-Bufó de nuevo. Se me estaban hinchando las narices.

Me giré para poder, por fin, ver a aquel que se estuviera atreviendo a desafiarme de dicha manera y en dichas circunstancias.

-¿Qué quieres, cazador?-Escupí cuando me di cuenta de que su rostro no era otro sino el de Azael.

Parado en frente de mis narices, revelaba una posición de seguridad cruzando los brazos sobre su abdomen. Niñato, ¿qué idiotez pretendería hacer?

-Matarte.-Dijo. Elevé las comisuras de mi boca ante tal comentario.-Pero como no es lugar, ¿qué te parece si te vas y dejas a Paula en paz? Así me ahorraré una pelea, y tú una muerte.

Mentiría si dijera que traté de reprimir la carcajada que solté. Eran admirables las agallas que tenía ese idiota, pero no le servirían para otra cosa sino para morir.

-¿Te crees muy astuto, eh?-Dije sonriendo.

-Y tú piensas que eres el rey del mundo.-Contestó con rabia.-Pero solo eres un sucio vampiro.

En mi cabeza reventó una vena.

-Ahí tienes toda la razón.-Dije sonriendo.-Soy un vampiro, y aunque no pueda beberme tu sangre, lo cual, haría con mucha gana, puedo arrancarte la cabeza y dársela de comer a los cerdos. Y, por cierto, me da igual el lugar.

-Bueno, en ese caso, no dudaré en clavar mi preciosa estaca de madera en tu ególatra corazón.-Dijo sonriendo y entornando la cabeza.

Toda aquella conversación me daba ganas de tirarme al suelo y comenzar a reírme frente a tales desfachateces, sin embargo, estaba sabiendo llegar a los límites de mi paciencia y no faltaría demasiado en que cumpliera lo que le había dicho sobre arrancarle la cabeza.

Full Moon®  #PGP2023Where stories live. Discover now