Capítulo 16

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Kirvi

Aparqué delante de la puerta de la casa de Junaid. Llevé mi mano a la radio dándole al botón de "pasar" hasta llegar a la canción "Mira Mujer" de Beret. Le di al "play" y recosté mi cabeza en el asiento. La canción empezó a cantarme palabras donde explicaba las cosas tan sencillas que un hombre de verdad necesita de la mujer de su vida. ¿Junaid necesita a una mujer como yo? ¿Una llorica con una vida de película? Piensa en lo que necesitas tú también, Kirvi. ¿Qué necesitaba yo? No lo sé, nunca había llegado tan lejos. He estado tan ocupada con lo que quieren los demás que me he olvidado de mi misma.

Junaid apareció por la puerta de su casa. Alto, fornido, ojos hermosos, boca carnosa, amable, educado y inteligente. Era guapísimo. El hombre ideal. ¿Cómo podía gustarle a un hombre así? ¿A quién quiero engañar? Yo también estoy más que pillada por él. Siempre está ahí desde que le vi por primera vez, en ningún momento me ha dejado sola. Creo que lo que siento por él solo se puede resumir en una palabra: Amor. Una palabra que tiene un significado más grande que el propio universo. Solo hay que pensar en los momentos en los que pronunciamos esa palabra. Aunque no estemos enamorados nos cuesta, como si pesara. ¿O solo me pasa a mí? Yo, la que lee libros cursis ya que ella no nació para ser lo. Yo, la que no puede dar un abrazo sin temblar. La que se cierra en si misma por miedo al mundo y sus opiniones.

Junaid abrió la puerta y entró en el asiento del copiloto.

-Bueno, ya la he dejado en casa. ¿Vamos?-habló por encima de la música frotando sus manos.

-¿Adónde?-pregunté sonriendo.

-A donde a ti te de la gana, solo llévame contigo.

-Bjj...-me burlé.

Soltamos unas carcajadas mezcladas con la felicidad del momento. Pisé el acelerador aún riendo. La dirección fue lo de menos. <<Solo llévame contigo>>.

Llegamos al pequeño bosque de la última vez gracias a un par de instrucciones suyas. Apagué el motor y bajé tan ilusionada como una niña con un juguete nuevo. Me alegraba volver al sitio donde se me confesó y donde la felicidad me inundó después de tanto tiempo. Con él era feliz, todos los problemas desaparecían después de buscar su consuelo en sus palabras sabias y inteligentes. Me encantaba oírlo hablar de esa manera tan poética. ¿Cómo puede ser tan inteligente?

Abrí el maletero y saqué la pequeña alfombra que descansaba en este. Le agarré del brazo y le guié al árbol al que desde ese día nombraría nuestro. Nos sentamos respirando el aire fresco.

-¿Puedo hacerte una pregunta?

-Dígame usted.-se echó hacia atrás apoyándose con los codos.

-¿Cómo consigues ser tan inteligente?

-Leyendo mucho.-sonrió dejándome ver sus perfectos dientes.

Me eché hacia atrás yo también acostándome encima de la alfombra. Observé el cielo azul sin rastro de nubes hasta que cerré los ojos respirando hondo. Me sentía bien. Hasta llegué a desear que el tiempo se parase para dejarme atrapada en tal paz natural. Abrí los ojos y me encontré con los de Junaid. Me miraban fijamente con simpatía.

-Eres hermosa.-susurró sin quitarme los ojos de encima.

Un escalofrío recorrió mi espina dorsal haciéndome temblar con un cosquilleo. <<Eres hermosa>>. Quería guardarme en mi memoria cada palabra que provocara algún efecto positivo en mí. Eso mientras procedieran de su boca. Desvié mi mirada de él y la envié al cielo de nuevo. El ardor subió a mis mejillas a una velocidad impresionante. Él solo se dignó a reírse y a recostarse a mi lado mirando en la misma dirección que yo. Con tan solo el contacto de su brazo con el mío provocó una guerra en mi interior. Una guerra de sentimientos nunca antes experimentados. La guerra de sentimientos que daban náuseas pero a la vez mandaban unas mariposas al estómago para hacerte la vida más complicádamente feliz. Complicada, porque el amor no siempre es correspondido. Feliz, porque también puede ser correspondido.

Todos Somos Africanos©Where stories live. Discover now