Capítulo 8

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Kirvi

Ahí estaba yo. Con Junaid al lado, moviendo el volante como las señales ordenaban, en silencio. Sara ya no estaba. Hacía ya bastante tiempo que la habíamos dejado en casa, su casa. No me sabía cuanto tiempo llevaba ahí, mirando por la ventana con los pensamientos peleándose unos con otros. Me sentía mal, asustada y sin ningún valor.

-¿Quieres que nos vayamos a ver el mar?-preguntó mirándome con una sonrisa a la cual no correspondí.-Llevo tiempo viviendo en Barcelona y a penas he visto su mar.

-Como quieras.-respondí con una voz apagada y afónica por culpa de los sollozos, mentira, por culpa de los nazis, de los estúpidos animales salvajes llamados humanos.

-Vale.-siseó por mi respuesta tan corta.

Reproducimos una de mis escenas favoritas de las películas. Nosotros, comiendo patatas fritas y sentados en el coche mientras veíamos el mar. Soy más de montaña, pero no negaré que el mar relaja, más de lo que quería admitir.

-¿En qué estás pensando?-cuestionó girando su cabeza hacia mí.

-No estoy segura, pienso en muchas cosas, en cosas que ni yo sé lo que son o si tienen algún sentido.-dije con los ojos mirando más allá de lo que es el mar.

-No se me da bien hacer de novio, pero sí de amigo. Cuéntame, te escucho.-me animó.

-Es que es raro. Siento como si dentro de mi cabeza hubiera una biblioteca desordenada. Un montón de fantasmas intentando ordenar los libros, es decir, los pensamientos, sin éxito. Porque los libros acaban cayéndose o que cada vez se acumulan más pensamientos y es imposible de ordenar mi mente aunque hubiera miles de fantasmas intentándolo.-expliqué mientras movía mis manos de arriba abajo y de izquierda a derecha.-Estoy desordenada, estoy hecha polvo.-sentí como se me apagaba la voz.-Mi vida ya no me pertenece, Junaid.

-Fantasmas...-asintió varias veces.-Todos tenemos fantasmas intentando ordenar nuestros pensamientos, pero lo que no sabemos es que solo nosotros mismos podemos hacerlo. Nadie puede decidir lo que va suceder en nuestra mente, solo nosotros podemos hacerlo y no unos simples minifantasmas.-sonreí ante su comprensión.-Tú, que hace tan solo unos días parecías la mujer con el carácter más fuerte que había visto en una mujer. Tú, que parecías una mujer con la que no podía nadie, una mujer inteligente y insensible. Ahora, conmigo, estás llorando y lamentándote por tu desastrosa vida.

-Las personas que nos vemos así por fuera somos las que más rotas estamos. Intentamos hacer ver a la gente que no somos débiles, intentamos andar con los hombros rectos y la cabeza bien alta cuando lo único que queremos es hacer creer que nadie puede con nosotros, para que nadie más entre en nuestra vida de manera silenciosa para rompernos más.-giré mi cabeza hacia él y me mordí el interior de la mejilla.-Porque ya queda poco que romper y no se si podré sobrevivir a más dolor.

Antes de que pudiera reaccionar sus labios aterrizaron encima de los mios. Con cada caricia de su mano a mi mejilla un pedacito roto de mi se ajuntaba con otro. Fue un beso lento y consolable. Sentí lo que nunca había sentido desde hacia mucho tiempo; paz. Alcancé el cielo sin necesidad de morir. Alcancé la paz rodeada de odio, hipocresía y dolor. Sabía que estaba haciendo mal pero no me importó, quería sentirme bien, aunque solo sea durante poco tiempo, aunque solo sean unos segundos. Levanté mis manos y le rodeé la nuca atrayéndole más a mí. Duró segundos, minutos o incluso podría decir horas aunque no sea nada lógico. Estaba perdida, perdida de la manera que necesitaba.

Nos separamos poco a poco mientras jadeábamos al unisono. Me incorporé en el asiento del copiloto y miré por la ventana con las mejillas sonrojadas y los labios, seguramente, hinchados.

-Creo que es mejor llevarte a casa.-sugirió mientras suspiraba.

No respondí. Me sentía mejor, me sentía nerviosa y rara. ¡Me sentía diferente! ¡Me sentía feliz! ¿Feliz? ¡Sí, feliz y con mariposas en el estómago, qué digo, eran elefantes bailando de lo feliz que estaban! Espera, espera, espera. Una vez busqué en Internet lo que se sentía al enamorarse(sí, cuando dije que no tenía ni idea, hablaba en serio) y lo que me salió fue que te sentías feliz y con mariposas en el estómago. Y también me salió un tío diciendo que era la cosa más horrible que te podía pasar ya que una vez la que era su novia no le hacía tortas para desayunar. Pero, yo, Kirvi Salah, aun buscando en internet no podía sentirme segura. Yo soy mi segundo enemigo, porque el primero lo era el amor y acababa de darle pase gratis hacia mi vida. Estaba acabada. Estaba feliz y asustada, ¿esta era la parte del amor que nadie podía explicar? Un sentimiento horrible y a la vez hermoso, no, no creo, porque si ellos no pueden explicarlo con palabras yo tampoco podría. Solo era el principio de un sentimiento muy fuerte. Tenía que prepararme como quien se prepara para una guerra; con armas y escudos, sobre todo escudos.

Aparcó delante de mí casa y abrí la puerta pronunciando un adiós tímido. Antes de bajar del coche me agarró del brazo atrayéndome hacia dentro de nuevo.

-¿Podemos hablar un momento?-pidió sin mirarme.

-Claro.-susurré de manera audible.

-Lo de el otro día delante de mi casa, quiero decir, lo de que me gustabas y lo que pasó hoy.-habló.-olvidémoslo.-dijo y casi se me para el corazón.

-¿Cómo que lo olvidemos? No entiendo.-intenté convencerme de que lo he malinterpretado.

-Que a veces digo o hago estupideces y en este caso las he dicho y las he hecho. Solo quería que supieras que no lo he hecho con mala intención.-intentó disculparse, exacto, intentó, porque no consiguió nada. No, espera, sí, consiguió que los elefantes que estaban bailando felizmente en ese momento se pongan a golper mis órganos con fuerza, especialmente a mi corazón, que antes de que pase lo que había pasado antes no había ni rastro de luz, estaba oscuro y frío, para entrar en él se necesitaba una buena linterna bien cargada y un buen abrigo.

-No, tranquilo, yo ya lo olvidé. Son errores y ya.-sonreí para evitar sacar la rabia que me estaba inundando.-Buenas noches.

-Buenas noches.-se despidió.

-¿Qué lo olvide? Qué lo olvide tu madre, idiota, porque yo no puedo aunque quisiera.-susurré cuando ya estaba lejos de él y abría la puerta de mi casa.-Porque quiero pero como ya dije; no puedo.

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Ejem, ejem... ¿Qué acaba de pasar aquí? Maldita vida. Esperamos que no siga así y la vida de esta mujer se arregle. 

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¡Buenas noches!

Instagram: wassilahaddadi

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