Capítulo 1.

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Harry.

Vaya, qué novedad. Otro día más en el que me corté y me drogué por la mañana. Genial.

Ya quería que toda la mierda se fuera de mi vida. Mis recuerdos me atormentaban continuamente. La muerte de mi madre, mi hermana siendo violada, yo asesinando un hombre... No podía más con esto.

¿Suicidio? Sí, ya lo había intentado. 4 veces. Pero siempre alguien me descubría. Cuando fui a vivir solo, tuve que prometer y jurar por todo lo que tenía que no iba a volver a intentar quitarme la vida. No lo hice, y la verdad no pienso hacerlo. 

En la vida siempre hay altas y bajas. Yo desde siempre había estado en las bajas. Desde mi infancia la he pasado mal en todos lados y en mi adolescencia... aún peor. Pero si hay algo que le sobra al ser humano, es la esperanza. La fe. Algunas veces es ridícula y no tiene sentido. Pero siempre tenemos el minúsculo pensamiento de que mañana será un día mejor. 

O tal vez simplemente no me suicido porque soy un cobarde.

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Luego de limpiar a mala gana mi apartamento, me dispuse a desayunar.

Vertí algo de leche en un tazón y agregué cereales de chocolate. Muchos recuerdos vinieron a mi mente, pero éstos eran alegres. 

Dos niños de 6 años comían cereales de chocolate con leche en un tazón. Uno de ellos tenía la cabeza cubierta de rulos, ojos verdes algo saltones, una boca grande y adorables hoyuelos a los costados; Harry.

El otro, tenía una cabellera rubia, hermosos ojos azules, dientes algo torcidos y una mirada inocente; Niall.

Harry Styles y Niall Horan eran los mejores amigos. Se adoraban el uno al otro. Les encantaba jugar juntos a los Power Rangers, a los súper héroes y a cazar monstruos imaginarios juntos. Nada en el mundo los podía separar. Ambos se habían prometido estar siempre juntos, sin importar lo que sucediera...

El semblante de Harry se entristeció; pero aún así se esforzó por sonreír. Niall siempre decía que había que sonreír hasta en los momentos tristes, para sentirse un poco mejor.

El resto del desayuno Harry se quedó mirando un punto fijo en la pared. Perdido en sus pensamientos. Estaba tomando una decisión importante.

Tenía que encontrarse con Niall. En estos últimos 5 años sin verse, lo había extrañado y pensado mucho. Desde la primera vez que se vieron, a los cuatro años de edad, Niall y Harry supieron que iban a estar juntos mucho tiempo más.

Y así el destino quiso que se cumpliera. Harry necesitaba a su mejor amigo; no quería conseguirse otro. Quería al rubio comelón de ojos celestes. 

En ese momento, no sabía si Niall lo odiaría por todo lo que pasaron, lo extrañaba o simplemente lo había olvidado. Pero necesitaba verlo. 

Se levantó de su silla y cogió su teléfono, tenía muchos contactos importantes que podrían ayudarlo a encontrar todo acerca de su mejor amigo; que se fue sin dejar rastro.

Louis.

Me froté los ojos por la mañana apenas desperté. Estaba cansado, pero aún así estaba de buen humor. 

Lo primero que hice fue llamar a Liam, como prometí. El teléfono sonó 3 veces cuando me contestó.

"¿Hola? - Preguntó su voz.

- Hola Liam, soy Louis. - Le respondí mientras me ponía mis pantuflas.

- ¿Qué tal? - Sonó más relajado.

- Muy bien, ¿Tú?

- Genial. - Respondió, supe que estaba sonriendo aún sin verlo - ¿Te parece que nos veamos en el Starbucks del centro en... 1 hora? 

- Claro Leeyum. - Asentí.

- ¿Leeyum? - Preguntó riendo.

- Sí, Leeyum. Acostúmbrate porque será tu nuevo apodo.

- Ok, ok. Nos vemos luego Louis.

- Adiós. - Sonreí - Leeyum."

Fui a la cocina en donde Lottie y Fizzy se preparaban el desayuno. Les besé la cabeza a cada una y me puse a prepararle el desayuno a mi mamá. Un vaso de jugo de naranja natural sin pulpa, unas tostadas integrales con queso dietético y unas 5 pastillas que tenía que tomarse.

- Buenos días mamá - Dije cuando abrí la puerta de su cuarto. Ella sonrió cuando me vio. 

Buenos días Boo - Yo sonreí y rodé los ojos. En el fondo amaba que me dijera BooBear.

En un rato iré a desayunar con un amigo ¿Si? Charlotte y Felicite ya están vestidas y desayunando. Se están por ir  al colegio - Le avisé. El colegio de las niñas quedaba a unas 2 cuadras, se podían ir solitas caminando.  Después de todo Lottie tenía 16 y Fizzy 13. Ya no eran bebés.

- Está bien, cielo. - Sujetó con cuidado la bandeja que le tendía - Gracias por el desayuno.

- De nada mamá. Te amo. Adiós. - Le respondí mientras salía del cuarto.

- Yo también hijo. Cuídate. - Respondió.

Me fui directamente a mi habitación a quitarme el pijama. Me puse unos jeans, una camiseta y unas Vans.

Tomé mis llaves, un poco de dinero y salí de mi casa para encontrarme con Liam.

¿Podrás Rehabilitarme? | Larry StylinsonWhere stories live. Discover now