Capítulo 20: Elección de vida

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—Ya, ¿le digo que pase o se me va a quedar viéndome? —Mi miró con enojo.

—Disculpe, no le he entendido —Revoleó los ojos.

—Su próxima paciente ya llegó, ya pagó la sesión con anticipación. Debe atenderla doctor —La miré confundido.

—Em... —Giré la cabeza buscando algo y en la pared encontré un certificado de licenciatura en psicología. Era psicólogo —. Dígale que pase por favor.


La mujer sonrió falsamente y se retiró balbuceando cosas que no llegué a oír. A los pocos segundos, por la misma puerta por donde se retiró la mujer, apareció una muchacha también desconocida.


—Buen día Dan —Sonrió y se acercó a saludarme.

—¿Cómo estás hoy? —Intenté disimular el hecho de que no sabía qué ocurría.

—No muy bien que digamos, por eso adelanté el turno. ¿Usted se siente bien?

—Em..., sí, estoy bien. Un tanto cansado... —«Cansado de que las pruebas me confinen a cualquier lugar y cuando se les plazcan».

—Bien, el altivo de mi ex novio volvió a buscarme de vuelta y...


La mujer siguió parloteando, mientras yo la miraba atenta a los ojos pero en mi mente era mucho más apremiante pensar en todo lo que estaba sucediendo. Ni siquiera recuerdo en qué momento dejé de mirarla, pero ahora la muchacha estaba llorando desconsolada.


—Doctor, ¿ahora qué hago? —preguntaba la chica.

—Em... —Abrí los ojos como huevos fritos, no sabía ni qué decir ya que ni la había oído.


De repente todo se deformó, se concentro en el centro y estalló. Esos efectos no eran los típicos agradables de las películas, sino que te tomaban por total sorpresa y te dejaban pensando en cómo puede suceder algo como eso; mataban toda la poco razón que me quedaba vigente. ¿A caso las pruebas querían salvarme o hundirme hasta dejarme loco o estúpido?

El silencio comenzaba a aburrirme, a deprimirme incluso, las cosas cada vez se tornaban más extrañas y las burbujas no dejaban de aparecer y siempre era lo mismo: Aparecía, me "metía en ella", entraba en crisis y me expulsaba para luego mostrar algo clave como reflejo. Estuve un largo tiempo allí, ya había hasta perdido la cuenta de cuántas habían sido; seguí caminando atento a los costados para no perderme ninguna hasta que una nueva me sorprendió tras a parecer frente a mí, sobre el camino principal. Esa fue la única que no se presento a los costados, supuse que sería la última puesto que no podía seguir mi camino con ella en frente a mí. Respiré hondo y la maniobré sin tocarla hasta que el proceso de encapsulación me llevó a otra de las realidades posiblemente alternas.

Estaba en ¿el Cuarto Universal? De atrás apareció ella, Kia, me abrazó por detrás y apoyó su cabeza en mi espalda. Pude sentir su piel desnuda sobre la mía.


—Te amo Dani —Me di vuelta para verle la cara.

—Y yo a ti —La besé. El cuarto tomó un color rosa pastel, bastante tierno y agradable. Se podían ver algunas partículas de brillo sobre las paredes que iban y venían.

—Quiero que seamos una pareja, Dani por favor quédate. Ahora te necesito, te atreviste a entrar en mi corazón, ahora no te vayas. Te lo ruego Daniel —Increíblemente comenzó a llorar a mares.

Los colores de la vidaWhere stories live. Discover now