Capítulo 10: Amarillo verdoso

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—Las próximas dos pruebas te definirán y por eso serán bastante similares, pero por eso debes ser fuerte, ¿está bien? —me dijo Kia con preocupación.

—Para ser sinceros me asustaste pero haré lo que pueda —Sonreí.

—Lo siento, quería hacer lo contrario pero no soy buena en eso. Bebe esto —Me acercó una taza con un líquido amarillo verdoso un tanto transparente—, tendrá un gusto amargo pero el efecto será aún peor.

—Está bien, aunque eso no es muy satisfactorio que digamos —Hice una mueca descontenta. 

—Espera, no bebas aún. Esto te llevará a tu mente donde no solo presenciará recuerdos y todo eso, sino que encontrarás cosas que ni sabes que tienes ahí, como falsos recuerdos.

—Kia, tranquila, lo sé. Fui a terapia de niño y sé que no solo tenemos cosas que deseamos guardar, también hay cosas extrañas y desconocidas... 

—Promete que te cuidarás y serás fuerte —Me brindó una mirada sincera—. Todo lo que verás allí será totalmente cierto pues está dentro tuyo pero no te dejes engañar.

—Descuida Kia... estaré bien —Sonreí un tanto nervioso para calmarla y bebí un sorbo.

—Acuéstate aquí, te sentirás como si estuvieras drogado.

«No me he drogado jamás», se me cruzó por la mente mientras observaba el color amarillo pastel que teñía el cuarto universal.

—¿có... cómo sabré s... si pasé? —pregunté medio adormecido.

—Sentirás un dolor muy intenso, lo siento.

—Espera ¡¿Qué?! —Antes de que terminara de hablar ya no estaba con ella.

Ya me estaba fastidiando ese hecho de aparecer repentinamente en lugares desconocidos y con las palabras a medio decir. Me dolía un poco la cabeza y caminar se sentía raro, algo parecido a flotar, «aunque nunca he flotado». El suelo era blanco, suave y similar al algodón, «¿a caso eran nubes?», no había límite alguno y todo era de un color celeste pastel; bastante tranquilizante y pasivo.

Esta vez sí recordaba que había entrado aquí voluntariamente para resolver las pruebas amarillas. Comencé a caminar muy tranquilo y sin preocuparme de nada en absoluto, luego de tanto que he pasado necesitaba un momento de tranquilidad. Al parecer a mi mente no le gustó la idea puesto que de repente la nube se abrió dejándome caer a otra que hizo lo mismo, así pasé por cuatro o cinco nubes hasta chocar fuertemente con una superficie plana que me dejó doliendo la parte del rostro con la cual impacté. En el centro del cuarto había tres atriles de mármol blanco. Cada uno de ellos sostenía una tarjeta de color, diseño y tipografía diferente. Me tomó tiempo pararme, el choque realmente me había dolido, me acerqué al del centro y me quedé observando unos segundos la perfección del mármol cortado. Una voz inundó el cuarto, era una voz fácil de reconocer pero se sentía extraño oírla.


—Elije y toma una —Era mi propia voz pero no salía de mi cabeza.

—Eres mi conciencia ¿verdad? —pregunté muy curioso.

—Siempre hemos sido inteligentes —Su respuesta me hizo reír y afirmar mis dudas.


Examiné cada una de ellas y opté por la que más me llamó la atención, no solo por su color y la palabra, sino porque tenía una textura diferente a las demás. Era rasposa, como lija, pero del lado de atrás era suave y plana. Resaltaba perfectamente de entre las demás y también, cuando no sé entre qué optar siempre elijo a lo que se encuentra en medio:

Los colores de la vidaWhere stories live. Discover now