Tenías que ser tú.

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Capítulo 1: ¿No eres tú mi novio?

Se quedó por unos minutos mirando como dormida su hijo, mientras le abrazaba.

Alex, su pequeño niño de tres años. Alex se había convertido en su mundo, le protegía y no quería que nada ni nadie le hiciera daño y menos su pasado.

Se parecía tanto a ella, que lo agradecía sinceramente.

Cerró los ojos, mientras sentía la respiración de su hijo en su pecho.

Dulce: No por favor, suéltame. Por favor, no me hagas daño.

Xx: Tranquila, no te haré nada.

Decía mientras se acercaba a ella y se iba bajando la cremallera de los pantalones.

Xx: Shh, todo irá bien, pero tienes que ser buena.

Dulce: ¡No me toques! ¡Déjame en paz!

Dulce intentaba huir pero no sabía ni cómo ni por dónde.

Dulce: Soy muy pequeña aún.

Xx: Oh vamos, eres una joven muy guapa.

Dulce cerró los ojos, mientras lloraba. Tenía mucho miedo, sabía lo que iba a pasar y eso le daba pavor.

Xx: Eres tan bella.

Dulce no podía hacer nada, por más que gritara, hiciese lo que hiciese no iba a escaparse del dolor que iba a sentir.

Dulce abrió los ojos, prefirió no seguir recordando aquél día.

Miró de nuevo a su hijo, su alegría. Aunque cuando se enteró quería matarlo, sabía que este angelito iba a alegrar sus días.

Se levantó con cuidado para no despertarlo, dejó prendida su lamparita de La Patrulla Canina y le tapó bien.

Salió sin hacer ruido y se dirigió a la cocina.

Poncho: ¿Ya se durmió?

Dulce: Sí, hace rato.

Poncho: ¿Todo bien?

Dulce suspiró y se sentó, mientras su hermano le preparaba un café.

Dulce: Hay veces que me vienen los recuerdos.

Poncho: Pero has sido fuerte y lo has podido dejar atrás.

Dulce: Lo sé, pero... Ya sabes, hay veces que me viene ese día a la mente.

Poncho: Pero es mejor que recuerdes cuando nació mi pequeño sobrino, ¿o no?

Dulce: Sí, Alex llenó mi vida de felicidad.

Poncho: Y a mi, sabes has sido una madre estupenda y lo seguirás siendo.

Dulce: ¿Tu crees?

Poncho: Tuviste a tu hijo con 16 años, superaste ese recuerdo terrible y has salido adelante, ahora tienes una casa para ti y para tu hijo, tienes un trabajo y eres feliz, ¿o no?

Dulce: Por supuesto y no me quejo la verdad.

Poncho: Pues ya está, me alegra verte tan bien.

Dulce: Pues anda que tú, dime, ¿qué tal con Annie?

Poncho: Mira.

Se metió la mano al bolsillo y sacó una pequeña caja de terciopelo.

Alex: ¿Ti casas?

Alex estaba descalzo, estaba en la puerta mientras se tocaba los ojos y bostezaba.

Dulce: Y usted pequeño, ¿qué hace despierto?

Simplemente Tú.Where stories live. Discover now