#kidnAPPed (parte 1)

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Durante toda una hermosa semana... ¡la casa es sólo para mí!

Mis padres han salido de viaje junto con Riley a ver a Emmanuel. Pero Kendall, la familia es lo primero, tuviste que haber ido. ¿Para estar con Emmanuel? Preferiría que me castraran a estar una semana entera con él. Es tu hermano gemelo, ¡siéntete afortunado de tenerlo ahora!, porque no se sabe si Dios quiere... Dios quiere muchas cosas que no hacemos, ahora, déjenme seguir con mi talk show...

Una semana entera sin papás, y la mejor parte... ¡James tampoco está! Bueno, no es la mejor parte, pero es una parte buena. El hecho de que esté ausente me da la libertad de usar mi putería de nuevo sin miedo a que James se entere.

¿Entonces no estás siendo fiel a tu relación con James? Quien no es puta no disfruta...

Para pasar el rato, decidí aceptar una invitación de un amigo que conocí en línea: Bruno Noir. Lo conocí en una aplicación llamada Manoo, en la cual tu puedes conocer personas que se encuentran cerca de tu ubicación que tienes gustos como los tuyos; en mi caso: gays. Varias veces me había invitado a citas como amigos, pero no podía porque James... James es James. Así que ahora se ha dado la oportunidad, acepté cordialmente.

No mames, ya me siento como alguien fino.

No le dije a ninguno de los chicos que tenía una cita, se que son una maldita bola de chismosos y no dudarían en postearlo en Twitter, en especial Brady. Brady es una maldita perra que amo con todo mi corazón.

— Lo siento por perder la reservación en el restaurante— se disculpa Bruno.

— No importa, esto también está bien— hablé con la boca llena de comida—. Total, me gustan los tacos al pastor.

Estoy parado en la calle, con un plato en una mano y un taco en la otra. Como no podíamos tomar otra reservación, Bruno optó por llevarme a comer tacos en un carrito ubicado en una esquina de lo más recóndito de la ciudad.

Cuando un tipo dejó una de sus sillas, me acerqué para sentarme en ella, pero un sujeto gordo llegó y me empujó, tirándome al suelo.

— Prioridad a personas con discapacidad.

— Comer y engordar no es una discapacidad— espeto.

— ¿Te encuentras bien?— pregunta Bruno mirándome a los ojos.

— Lo estaría si no estuviera en el suelo...

Bruno parece tardar en reaccionar, pues se queda ahí parado un rato para después extenderme su mano para que pudiese levantarme. Después de estar de pie, le tiro una mirada asesina al gordo peludo ese (que si fuera gay sería una perfecta representación de un oso feo).

— ¿Quieres ir a otro lado?— me cruzo de brazos ante la pregunta de Bruno.

— No, me quiero quedar aquí donde mi orgullo se fue al drenaje junto con mis tacos— respondo con sarcasmo.

— Vayamos a mi auto, conozco un lugar perfecto a donde podemos ir...

Acepté asintiendo con la cabeza y nos dirigimos hacia su auto. Él me la abrió, entré y me la cerró... la puerta. Me senté en el asiento del copiloto y solté un suspiro ya estando en el asiento. Él se sentó en el lugar del piloto.

— Kendall...

— Mande— respondí restando importancia.

Él comienza a hacer movimientos rápidos en su lugar, se contorsiona buscando algo. Un mal presentimiento me invade, pensando que tiene alguna enfermedad mental que le provoca compulsiones o algo por el estilo. Pero no, el final de sus acciones era peor. Termino con un arma apuntándome a la cabeza.

— Cállate— masculla—, si emites un ruido con tu boca, presionaré el gatillo.

Con dificultad trago saliva. Mi cuerpo de descontrola, mi respiración se entre-corta. Quiero llorar a más no poder, quiero gritar hasta perder la voz. Pero no puedo, solo me limito a intentar recuperar la respiración y que el ritmo de mis latidos se vuelva estable, cuya cosa no sucede.

— Entrégame tu celular— lo miro a los ojos, inyectados en sangre y rabia—. ¡Que me lo entregues!— exige.

Con torpeza, saco el móvil de mi bolsillo trasero y se lo entrego. Él lo lanza por la ventana, escucho el chapoteadero que hace al caer al arroyo que se encuentra justo a lado. Mi celular valió caca. Él me pasa un trapo y me lo pone en las manos.

— Huélelo.

— ¿Qué es?

Pregunto con la voz quebrantada, al borde el llanto. Escucho que el arma hace un ruido y suelto un chillido, asustado e intentando hacerme un ovillo en mi lugar.

— ¡Te dije que te callaras, bruto!— me recrimina— Ahora obedece y huélelo, o te mato aquí mismo...

Dudoso, acerco el trapo a mi nariz. Y caigo en un profundo sueño...

***

Abro los ojos. Estoy en una casa, desconocida para mí, de paredes color amarillas. Cuando intento levantarme, soy retraído por algo que me impide libertad de movimiento, unas cadenas en mi muñeca izquierda que me limita a pocos movimientos.

— Veo que ya despertaste— habla Bruno al entrar al lugar, con un plato de cereal en manos.

— ¿Dónde estoy?— pregunto, atónito.

— En el piso.

— Me refiero a que es este lugar.

— Una habitación.

Lo fulmino con la mirada y con la mano libre le muestro mi hermoso dedo de en medio. Él suelta una carcajada.

— Te tardaste mucho en despertar— lleva una cucharada de cereal a su boca.

— ¿Cuánto tiempo tardé inconsciente?

— Tres días, más o menos— abro los ojos, sorprendido por su respuesta. ¿Qué carajo? ¿Tres días?... ¡¿¡MÁS O MENOS!?!—. Y la verdad, fue aburrido tener sexo contigo sin que gimieras y pidieras más a gritos.

Mis mejillas comenzaron a arder. ¿Tuvo sexo conmigo mientras estaba inconsciente? Eso explica ese ligero dolor en mi ano.

***

Día seis...

Kendall: Love To A Guy 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora