#SingingProgam

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Tenía a mis chicos caminando en formación diamante: Brady al sureste, James al suroeste y Luke al sur concordando con mi ubicación; los tres iban tras de mí sin saber a donde me dirigía. Yo tampoco sabía a donde me dirigía, pero sabía QUE me dirigía.

Iba persiguiendo a un rubio chico de buenas pompis el cual se encontraba colgando afiches por las paredes de la escuela. Créanme que traigo a mis amigos culeando por toda la escuela y ellos ni tienen idea del por qué.

Pero Kendall, tú sales con James. Quien no es puta no disfruta. Cállate la boca, zopenco. Tu cierra el ano, pendejo.

— Deja de seguir a ese chico o James se dará cuenta, you know how idiot is becoming— susurra Brady lo más quedito posible.

Alento mi paso y me acerco a uno de los afiches.

— I want to sing, ah-ha, I want to sing, ah-ha— canta Luke al ver el cartel.

El cartel era una invitación a todos los alumnos que se quisieran unir al club de canto, lo que otros llaman como Glee pero en este club no se canta en grupo, si no que es como un curso para mejorar la voz y agilizar el canto.

— I want to joy, ah-ha, I want to joy, ah-ha— canta Brady.

— Con la voz que tienes, se expulsarían a escobazos— comento.

— ¡Woah, alguien canta feo!— exclama James.

— Eres un idiota.

— ¡Woah, alguien es idiota!— exclama Luke.

— Cierra la boca, marica.

— ¡Woah, alguien es marica!— exclamo.

— Todos aquí somos maricas, prácticamente— habla Brady. Compartimos miradas.

— ¡Woah!

***

A espaldas de mis amigos (porque se perfectamente que sería la burla) me inscribí al club de canto. Cantar es otro de mis grandísimos talentos ocultos. Sí, soy muy presumido y arrogante, pero solo AVECES.

Llegué al lugar a la hora en que nos asignas los clubes. Como este club solo durará un par de semanas, le encargué a Brady que cuidara y se encargara del LGBT club, pero como se la pasa comiendo pito le tuve que decir a James que lo hiciera como un favor de novio (sólo que a él le tuve que decir cierta parte de la verdad, ya es mucha espalda que le doy).

Tomé asiento en un mesabanco de las orillas, siempre me ha gustado estar cerca de las ventanas. Algunas veces ayuda a desestrezar y quitar cierto peso de la espalda el relajarte viendo el exterior. Recuerdo que un día, en Malibú, la única vista que había por las ventanas del salón de Literatura era una pared de ladrillos.

— ¡Buen día, alumnos!— habló un profesor con pinta de gay. Pero no era de esos gays que nosotros conocemos, si no gays que son afeminados y esas cosas; los que son denominados "maricones"— Estoy muy emocionado que todos aquí estén— ruedo los ojos. Esa voz es tan pasiva, sus movimientos muy afeminados y su coherencia es pésima. Ya entiendo lo que sienten los LGBT haters.

— Cástrenlo antes de que deje hijos— susurro de mala gana.

— ¡Estas cuatro semanas que estaremos trabajando juntos estarán llenos de diversión!— se quita el suéter rosado que tenía amarrado en el cuello y lo tira en mi dirección, cayéndome en el rostro.

Kendall: Love To A Guy 3Onde as histórias ganham vida. Descobre agora