Capítulo 62.

93 8 3
                                    

Narra Violet:
Rápidamente me agaché y vomité. La presión estaba acabando conmigo. El dolor de cabeza era inaguantable.
-Esto no puede seguir así. ¿Me oyes? Vamos a ir a la policía-dijo mi padre aguantándome el cabello. Tres días así. Tres días sin ganas de nada. No podía más. Cada noche me tocaba subirme a esa barra. No había podido ir a ningún show más de los chicos. Y era consciente de que los cuatro estarían bastante decepcionados, pero por suerte se habían tragado que aún me encontraba demasiado mal por culpa del accidente... aunque pensándolo bien, tampoco les estaba mintiendo. Me levanté y limpié mi rostro con agua fría.
-Papá no puedo ir a la policía. Hemos pasado por un juicio y ni aun así he conseguido librarme de esto...
-Pero algo tenemos que hacer Violet. Esto tiene que parar ya. Llevas así tres días. Recibiendo amenazas. ¿No has pensado en decírselo a James?-negué con la cabeza.
-Sé que lo estaría poniendo en peligro si lo hiciera-lágrimas caían de mis ojos otra vez. Me sentía tan inútil. ¿Qué iba a hacer cuando los chicos estuvieran aquí otra vez? Andy no podia saberlo. Ni Brad. Nadie. No podía decirle a nadie que estaba trabajando en Cheers ya que tal y como me encontraba por culpa del accidente no tenía mucho sentido. Pero si se enteraban de que estaba ahí porque las amenazas habían vuelto estaríamos todos metidos en este lío otra vez. ¿Quién estaba haciendo esto? ¿Y por qué? No lo entendía... Mi padre me abrazó y dió un beso en mi frente.
-Cielo me tienes a mí. Puedes hablar conmigo. Desahogarte... lo que sea. Pero ahora deberías descansar-asentí.
Me metí bajo las sabanas esperando que todo pasase rápido. Que James estuviera entre mis brazos otra vez pronto aquí conmigo.

Narra Derek:
Me bajé del coche decidido. La cárcel desde fuera no parecía un lugar tan horrible. Hasta que entrabas. Sólo eran las ocho de la mañana, así que podría inventarme alguna excusa sobre dónde había estado o tal vez ni Violet ni Anne estén despiertas aún.
Entré. Había una especie de cuchitril donde se encontraban dos guardias.
-Buenos días señor. ¿En qué podemos ayudarle?
-Buenos días. Quería hacer una visita.
-Claro. Pase por aquí- pasé por aquel pasillo tan estrecho, este guiaba a una sala llena de teléfonos separada de otra mediante un cristal. Respiré hondo. 18 años... habían pasado 18 años ya.
-¿A quién busca?-dijo una mujer con una lista en la mano.
-Bill Stanford-dije asqueado. Pronunciar su nombre era parecido a envenenarte los labios. La mujer asintió. Me retorcí los dedos pensando en mi hija. Si ella supiera que estaba aquí se volvería loca...
De repente apareció con dos guardias detrás. Conservaba sus esposas. Rió cuando vió mi rostro. Tuve que contenerme para no golpear el cristal. Me senté en una de las sillas y él hizo lo mismo.
-Si no me quitáis esto voy a tener que hablar por señales de humo-dijo alzando las manos con las esposas aún puestas. Uno de los guardias se las quitó algo desconfiado. Su rostro era repugnante. Él lo era. Cogió el teléfono con sorna.
-Qué agradable visita amigo. Gracias por venir.
-No estoy para tus gilipolleces Bill. Solo vengo a decirte una cosa. Como sigáis amenazando a mi hija y poniendo en peligro la vida del resto la cárcel será el mínimo castigo que recibiréis.
-¿Eso es lo que le habéis dicho? ¿Que es tu hija?-comenzó a reír. Será imbécil. Si pudiera arrancaría su cuello de un puñetazo. La sangre comenzó a hervir dentro de mi.
-No he venido para jugar a tus juegos de rata. És la última vez que lo repito Bill. Porque te lo juro que quedarás peor que la última vez.
-La última vez acabé con el tabique nasal roto. No te tengo miedo. Sin embargo 'tu hija' si que debería tenerlo.-di un golpe en la mesa y los guardias entraron en la sala.
-No pienso dejar que le hagáis esto. Acabaréis todos podridos en la cárcel. Por si no lo sabías la empresa de tu querido amigo Reynolds se está yendo a pique- su rostro cambió- ¿Ya no te ríes tanto verdad?
-Mira. Voy a proponerte algo-dijo masajeando sus manos- si vosotros no tocáis nada de la heréncia habrá tregua. Violet se marchará. No se adónde pero lejos. Hasta que pase su décimo octavo cumpleños no la quiero aquí.
-Eres asqueroso.
-Piénsalo. Nosotros quedamos seguros de que no reclamará la heréncia a su mayoría de edad, y ninguno de vosotros estará en peligro.
-No voy a separarme de mi hija imbécil.
-¿No? Bueno. Te daré unos días para que lo pienses. No demasiados así que ten cuidado.
-¿Sabes qué? No tenerte en su vida es lo mejor que le ha pasado- apretó su mandíbula.
-Que se parezca a Anne es lo mejor que te ha pasado a tí-dijo riendo. Me levanté antes de dañar algo y respiré hondo. Me marché y seguí escuchando su risa. Si tan solo Anne supiera que acababa de hablar con él... maldito idiota.

Letters To You - James McVey.Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon