En algún momento creí que todo aquello había sido mi culpa. Maxon había discutido con su padre por mí y ni siquiera logró arreglar las cosas con él antes de morir. Durante el funeral sus ojos estuvieron fijos sobre el ataúd, en ningún momento me miró.
Sabía que de todas las cosas él jamás habría querido ser rey en aquellas circunstancias. Pero no le quedaba más opción que aceptar el duro golpe del destino.

Inhaló profundamente y alzó la mirada. Los focos de las cámaras que nos rodeaban emitieron un ruido al ajustar los lentes.

—Hoy es un día triste para todos —dijo con la voz gruesa, como si le apretara la garganta. Podía imaginarme su sufrimiento y el esfuerzo que estaba ejerciendo para no llorar en público, debía mostrar fortaleza—. Nos reunimos hoy para despedir a mi padre, el rey Clarkson Schreave, quien murió al intentar salvar mi vida —agachó la mirada un instante y después de un hondo suspiró volvió a elevarla—. Digo intentar, porque aunque no estoy herido ni muerto gracias a él, su sacrificio causó en mi una herida en el corazón que espero que sane con el tiempo —apretó los labios y miró hacia atrás, donde su madre le sonreía con tristeza y lágrimas en los ojos—. El ser humano es una criatura imperfecta. Cuando el poder cae en tus manos y hay tantas personas que dependen de ello, hay solo dos caminos: el del coraje o el del miedo —volvió a suspirar y a bajar la mirada—. El miedo nos trastorna y nos hace cometer actos atroces con tal de poder sobrevivir, con tal de poner mantener intacta nuestra historia, con tal de impedir que nos hagan daño —alzó los ojos nuevamente—. Creo que mi padre estuvo durante mucho tiempo solo, lo que lo llevó a tomar acciones vanas cuyo resultado terminó en una gran cantidad de guerras y conflictos internos en los cuales se vio atrapado y no vio salida. El resultado... —su boca tembló—... está a la vista —se lamió los labios—. La venganza. El legado de los Coil prevaleció solo para recuperar lo que en algún momento se les prometió por derecho. Pero al ser Gregory Illea quién asumió el poder, pronto el linaje militar se vio menguado. Y al pasar los años ninguno de mis antepasados fue capaz de solucionar aquella herida que ofendió el orgullo de toda una familia militar que tanto le había ofrecido a Estados Unidos en su momento. La herida se hizo más grande, más profunda y terminó por colapsar un sistema completo del cuál mi padre fue víctima sin que nadie de la familia real estuviera enterado—cerró los ojos con cansancio—. No puedo justificar sus acciones porque muchas de ellas no fueron acertadas. No obstante, debo admitir que su coraje para enfrentar esta guerra en soledad por tanto tiempo, únicamente por protegerme a mí y a mi madre, me ha enseñado que cuando amas a alguien no piensas en las repercusiones de tus actos. Simplemente actúas. Y ya, con el pasar de los años, esa soledad te trastorna y comienzas a batallar las guerras solo, tomando decisiones que terminan dañando justamente a quienes intentaste proteger desde un principio —Maxon apretó la boca en una línea recta y respiró con tanta fuerza que hasta a mí me llegaron a doler los pulmones. Podía sentir su corazón estrechado y el dolor al hablar. Estaba agotando todas sus reservas para poder hablar sin titubear, sin desmoronarse—. A pesar de todo, sigues siendo mi padre, y, como tu hijo... —hizo una mueca de dolor, su voz se quebró—... te extrañaré. Intentaré hacer lo posible por mantener tu legado pero también por cambiar los valores de esta corona. Y te agradeceré eternamente por enseñarme el coraje de aprender a enfrentar la vida. Tal vez nunca lo quise ver así, pero ahora lo entiendo perfectamente... —sus ojos finalmente me miraron. Después de días sin dirigirme la palabra, me estaba mirando—. Y no estaré solo —sonrió con tristeza—. Gracias por salvar mi vida, por dejarme vivir un día más —se acercó hasta el ataúd y se desprendió de una medalla que colocó encima de una corona de flores—. Hasta siempre, padre. Dónde sea que estés, espero que mis palabras lleguen a ti. Que sepas que te quiero... y que te perdono.

Se desplegaron alrededor aplausos entusiastas, principalmente de los criados y de los soldados. Recorrí con la mirada las personas a nuestro alrededor y vi que Marco Antonio junto a Philippo también aplaudían entusiasmados. La única que no lo hacía era la reina, que había comenzado a llorar en silencio.

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