Capítulo X

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X

MAXON

—Te tengo que contar algo, pero por favor, no entres en pánico.

—Ya lo hice —admití—. No me gusta cómo me estás mirando.

Marlee se paseó por la habitación. Parecía nerviosa. Demasiado.

—Dios, ella me va a matar —masculló. La vi entrelazar sus manos y estrujar los dedos.

—¿Marlee? De verdad me estás asustando —la miré de reojo—. ¿Le sucedió algo a America? —pregunté aterrado.

Ella sacudió la cabeza.

—No, no... ¿no? —pareció dudar.

—¿Le sucedió algo sí o no? —exigí saber. Ella se giró hacia mí. Noté un halo de incertidumbre en sus ojos.

—Sabrás esto antes que los demás—me dijo—. Y es mejor que nadie más, además de nosotros, lo sepa hasta su regreso.

La miré con sorpresa.

—¿Regresar? —pregunté—. ¿Acaso ella...?

Malee suspiró tan hondamente que creí que se desmayaría.

—Solo promete... no, jura que no dirás nada, por favor...—suplicó. Estaba tan nerviosa que no tuve más opción. Le tome las manos y acepté.

—Por supuesto, no diré una palabra... sea lo que sea que me tengas que decir.

Suspiró una vez más, soltó mis manos y se llevó las suyas a los ojos.

—Con esto ¿entiendes que estoy traicionando la confianza de America, no? —preguntó angustiada. No supe cómo reaccionar a su pregunta—. Me pidió que no se lo contara a nadie que no fuera de mi círculo cercano, es decir, nuestros amigos... pero...—otro suspiro. Comencé a sentir que me escaseaba el aire—. Pero siento que esto debes saberlo... para... para afrontar lo que venga.

Me aterré.

—Espera... ¿no me dirás que America y Philippo, ellos...?

Me miró como si tuviera dos cabezas.

—¿Qué? —exclamó—. ¿Philippo? ¿Qué tiene que ver él en esto? —preguntó sorprendida, levanté los hombros—. ¡No, no! ¡No es nada de lo que piensas!

Me alivié por un segundo.

—¿Entonces? —quise saber. Sentí igual como si algo me jalara por el estómago—. ¡Marlee!

Cerró los ojos y soltó el aire de golpe.

—America fue elegida por los italianos para ser su embajadora —dijo con rapidez—. Ella regresará a Illea como su representante.

...

Frente al espejo alcé el mentón. Giré la cabeza a ambos lados. Sonreí.

A pesar de todos los problemas que había tenido con mi padre al principio, finalmente logré que aceptara a regañadientes uno que otro cambio. Especialmente cuando le dije que vendría el embajador italiano.
Un estremecimiento me recorrió de pies a cabeza al recordar quién llegaría precisamente ese día.
Lo convencí que tendríamos que estar a la altura de la formalidad italiana. Ellos eran más atrevidos, despiertos y coloridos.
De solo imaginármela en aquellos vestidos con los que solía salir en las portadas me recorrió un temblor.
¿Se atrevería a presentarse así frente a mis padres?
Al menos yo, ya me había atrevido.

La Única (COMPLETA)Where stories live. Discover now