Capítulo XXXIV

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XXXIV

El dolor de la pierna menguó suficiente como para poder caminar a cabo de un rato. Maxon encontró unas bayas que salían de un arbusto pequeño al filo de las rocas. Al principio dudó si comerlas, pero luego descubrí que cerca de la casa de Kenna, donde había un río, crecía el mismo fruto a la orilla del agua.

No tenía nada de apetito. Más bien, estaba asustada. Tenía terror que nos descubrieran. Mi cabeza no dejaba de pensar en qué habría ocurrido con nuestros amigos.
Si uno de ellos moría jamás me lo perdonaría.
Nos recostamos con Maxon bajó la roca que había descubierto. La noche estaba fresca y el rocío del agua no ayudaba a que estuviéramos más confortables.
Sin embargo la roca ayudaba a estar protegidos de la humedad. No era el mejor lugar del mundo, pero al menos estábamos a salvo momentáneamente.

Maxon se sentó contra la roca y yo me reacomodé entre sus piernas con la espalda pegada a su pecho y la cabeza bajo su cuello. Ninguno dijo nada durante mucho rato. Tal vez porque estábamos preocupados por nuestros amigos y con el oído atento a cualquier ruido sospechoso que se filtrara a través del rugido de la cascada.

Lo sentí suspirar. Era como la veinteava vez en ese rato que lo hacía.

—No puedo creer que estemos en esta situación...—dijo al cabo de un rato—. ¿Qué clase de príncipe soy que ni siquiera sabía de la existencia de este bosque y de ese bunker? ¿Acaso mi padre pretendía escondérmelo para siempre? ¿Qué habría ocurrido si hubiera sido coronado rey sin saber de su existencia? —murmuró contra mi oreja. Su voz estaba quebrada, dolida, preocupada. No supe qué decir.

—De verdad lamento haber causado todo esto...—susurré—. Jamás quise que todos ustedes arriesgaran sus vidas, pero... ¿te podrías imaginar a Kriss a merced de Coil? —un escalofrío recorrió mi columna—. ¿A la buena de Kriss bajo las garras de ese hombre? Después de todo lo que había pasado no vi otra alternativa...—suspiré y cerré los ojos—. Tal vez todo esto tenía que ocurrir para que te enteraras de la verdad... —alcé la mirada—. Al menos ahora sabes que tu padre no fue quien cometió aquellas atrocidades.

Se quedó en silencio. Por un momento creí que se había dormido.

Su voz me sorprendió cuando volvió a hablar.

—En realidad, él sí las cometió...—dijo con tristeza. Me abrazó más a él como si necesitara cobijarse—. ¿Olvidas lo que le hizo a mis hermanas? —preguntó. Asentí, avergonzada. Lo había olvidado—. Cuando fuiste secuestrada tuve un encuentro con él... no tienes idea...

Su voz temblaba. Sus manos se abrían y cerraban como si quisiera controlar la tensión.

—¿Quieres contarme? —pregunté mirando hacia la cascada. Nuevamente se demoró en responder.

Cuando lo hizo apoyó su nariz contra mi mejilla.

—Lo hizo para impedir que Coil reclamara a mis hermanas como esposas para sus hijos —me volteé asombrada separándome de su pecho.

—¿Qué cosa?

Maxon tenía los ojos cerrados. Respiró con fuerza.

—Ahora que sabes que Coil quiere el trono, un heredero entre una de las hijas de mi padre y sus hijos era el mejor negocio...—alzó la cabeza y la apoyó a la roca—. No puedo perdonarle a papá lo que hizo, no se justifica, de todas maneras las asesinó... si hubieran sido mis hijas habría hecho lo posible por protegerlas... hubiera dado el reino por sus vidas con tal de tenerlas conmigo. No habría dudado en entregarle la corona a Coil con tal de mantenerlas a salvo.

Sonreí sintiendo una extraña mezcla entre orgullo y calor.

—¿Entonces él ya sabe que lo sabes? —pregunté bajito.

La Única (COMPLETA)Where stories live. Discover now