En unos 15 minutos estábamos frente a una enorme montaña, miro aquel lugar con descontento, esto no puede ser verdad.

—Bueno, nos vemos arriba —dice el señor Anderson con entusiasmo. ¿Quién diablos puede sentirse tan contento por subir por este lugar? Unos agradables amigos del señor Anderson van con nosotros. Espero no les de un paro cardíaco subiendo por este lugar, o a mí, porque estoy segura que están mejor conservados que yo.

—Puedo ayudarte a cargar tu bolso, Alex —manifiesta Oliver mientras observo al infinito de este largo camino y frunzo mi entrecejo.

Niego con mi cabeza, yo puedo con esto, si estos abuelitos pueden yo también ¡Vamos, Alex! ¡Tú puedes! Si para algo nunca serví es para darme ánimos a mí misma.

Como es de imaginarse Lindsey va de primera, para ella nada es imposible, es como una Oliver en mujer. Raymond va con Henry, no hay rastro de la esposa de Raymond ni de su madre. Oliver y yo somos los últimos. Me gusta ir de última en estos lugares porque así observo a todo, las nalgas del jefe, si alguien se cae, o si yo me caigo y así al menos nadie se dará cuenta.

Henry va tomado de la mano con Brittany, que hipócrita, cuando ya están a una distancia bastante considerada me pica la curiosidad y quiero saber el punto de vista de Oliver.

—Oliver... —digo, él va tomado de mi mano pero unos pasos más adelante porque el camino es estrecho.

—Alex... —enarca una ceja y gira hacia mí.

—¿No sientes lástima por Brittany? —Oliver me rodea y toma mi cintura, comienza a caminar detrás de mí intentando llevar mi paso —cierto que es un grano en el culo, pero... —la carcajada de Oliver me interrumpe y me hace reír —déjame terminar.

—¿Por qué sentiría lástima por Brittany? —pregunta, intentando calmar las risas.

—¿Por qué? Porque Henry la engaña y eso es triste —murmuro, Oliver continúa detrás de mí y luego se adelanta un poco para ir a mi lado, ni siquiera cabemos los dos por ese camino, pasa su brazo por mi hombro.

—Lo sé, pero Brittany se lo merece.

—¿Por qué hablas así, Oliver? —pregunto molesta­ —¿Quien se merece que lo engañen?

—Alguien que salía con otro hombre y lo dejó por andar con Henry sólo porque tiene dinero —Oliver contesta como el más obvio, me detengo y él hace lo mismo mirándome a los ojos.

—¿Por qué dices eso?

—Porque el otro tipo era David. —¿Qué? Mi rostro debe tener un extremo gesto de intriga, así que continúa, volviendo a pasar su brazo sobre mi hombro y seguimos caminando. —Cuando David estaba en la universidad conoció a Brittany, trabajaba en un restaurante para poder pagar sus estudios, sus padres no son adinerados, Brittany tampoco es de dinero y trabajaba en el mismo restaurante.

—¿Es enserio? ¿David? ¿Tu David? —lo observo con asombro, mientras él se detiene de golpe.

—No es mi David, Alex —se defiende y ahí me percato, no puedo evitar soltar carcajadas —eso suena muy muy muuuuy mal.

—Lo... siento —balbuceo, mejor me callo.

—En fin, ellos se iban a casar, eso fue antes de ofrecerle el trabajo como gerente en la revista; pero Brittany conoció a Henry, y dejó a David.

—Maldita zorra —exclamo.

—En fin, esa es la razón por la que David y Henry se odian y es incómodo porque David es mi amigo y la persona más leal que he conocido y Henry es mi hermano. Y todas nuestras amistades lo saben por eso tampoco les agrada Brittany.

—¿Y tus padres lo saben?

—Por supuesto que no, odiarían a Brittany, ya de por sí he visto que a mi padre no le agrada mucho. Observa esto... —dice, Oliver me toma por los hombros y me gira en 180 grados para observar la estupenda vista desde este lugar.

El viento revuelve mi cabello que va amarrado en una coleta, no me había percatado que ya estábamos en la cúspide.

—En serio, en estos casos yo deseo tener una cámara para fotografiar este tipo de ocasiones —digo, observando detenidamente el lugar.

—¿Te gusta la fotografía? —pregunta Oliver, viendo hacia aquel lugar con su brazo sobre mis hombros.

—¡Por Dios! Es una de las cosas que más amo, hasta renunciaría a tu empleo por ser fotógrafa —Oliver me mira con desaprobación y esboza una media sonrisa.

Continuamos nuestro camino y me lleva a horcajadas sobre su espalda, al parecer para Oliver mi peso es nada, me sorprende. Llegamos al inmenso lugar, hay un enorme patio para práctica de béisbol, ahora entiendo porqué los amigos del señor Anderson están aquí. Hay una pequeña cabaña; cabe mencionar que para ellos es pequeña solo porque tiene 5 cuartos, un comedor y una sala con unos cuantos muebles antiguos, en la parte trasera hay una pequeña posa con rocas y árboles a su alrededor. A mí me encantan este tipo de lugares. Saco mi teléfono celular y observo que no hay señal, tengo 10 llamadas perdidas de mi madre desde ayer, no quiero contestar y tener que mantener esta farsa con ella de por medio.

Esposa de mi jefe © (Borrador de la 1era edición - 2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora