El joven de cabellera rojiza y una camiseta con el logo del parque se acerca a asegurarnos en nuestro lugar, una barra de metal sobre nuestras piernas y un agarre sobre nuestros hombros. Esto no es suficiente, saldré volando por los aires.

La montaña rusa comienza a moverse, sostengo la mano de Oliver, se está divirtiendo más conmigo que con la montaña rusa. Llegamos a lo más alto y comienza a descender desenfrenadamente, no puede ser, no sé si reír o llorar, o tirarme de aquí, moriré... prefiero cerrar mis ojos y no darme cuenta la forma en que voy a morir. Cuando por fin creí que el tormento había finalizado abro los ojos y estoy en la cúspide de nuevo y comenzamos a descender ahora con más fuerza. No sé como Oliver puede disfrutar esta mierda, pero al menos se está divirtiendo en algo que no sea trabajo.

Cuando siento que mi corazón ya estaba de fuera junto con todas mis entrañas, abro los ojos y todo está oscuro.

—Alex...

—Dios, ¿eres tú?

—No, soy Optimus Prime —ironiza Oliver soltando leves risas, aunque no me veo le estoy lanzando mi mirada más fulminante posible —es obvio que no soy Dios.

—Ya me di cuenta —y sigue mi mirada fulminante hacia él.

—Mi mano es que verá a Dios si no me sueltas.

Me percato que he apretado la mano de Oliver en toda esta traumática experiencia, la suelto rápidamente; ya vamos saliendo del túnel, ya se va deteniendo y ¡Por fin! puedo bajar. El mismo joven pelirrojo nos quita la seguridad del aparato y salgo lo más rápido que puedo, me tiro al suelo y comienzo a acariciarlo como si es lo más preciado en este mundo, y lo es cuando has estado a esas alturas y sientes que el estómago te saldrá por la boca, un Oliver muriéndose de risa va tras mío.

—Alex... Que... ¿Qué haces? —balbucea entre tanta risa.

—Por favor, dile a mi familia que los amo, y que los llevé en mi corazón hasta el último minuto de mi vida.

—Alex, ponte de pie, maldición. No vas a dejarme viudo —más risas de Oliver, no... así no puedo ser seria.

—Oliver no es gracioso —se pone de cuclillas para acercarse a mí.

—¿Y para tu esposo no hay palabras? —dice, tomando mi mano para levantarme.

—Sí, que lo espero en el infierno.

Su risa incontrolable me hace reír también, ya incluso he olvidado el hecho de que casi muero en esa montaña rusa, Oliver me ayuda a levantarme y lo llevo casi a arrastres a una heladería que diviso a unos 10 metros de nosotros.

—Vainilla, ¿cierto? —pregunto a Oliver quién solo asiente con su cabeza mientras revisa su teléfono celular.

—Uno de vainilla y otro de chocolate por favor —le digo a la mujer de cabello rubio tras el mostrador que se le queda viendo a Oliver más de lo normal, ¡Por Dios! ¡Es como diez años mayor! ¿Qué le pasa?

Pensaba quedarme en el lugar pero la mirada de la mujer pervertida hacia Oliver me pone incómoda, tomo ambos helados y los pago, Oliver se ha percatado demasiado tarde e insiste en devolverme el dinero.

—¿Qué? ¡No! Te lo he invitado alégrate —digo, dándole su helado de vainilla que él toma guardando su celular mientras salimos de la heladería.

—No me gusta que pagues, Alex. ¿Quieres que digan que soy un tacaño que dejo que mi esposa pague todo por mí?

—No dirán eso, Oliver. Son sólo helados, además es del dinero que tú me pagas así que es como que te los invites tu mismo —él esboza una sonrisa mientras lengüeteo mi helado, Oliver maliciosamente golpea mi helado haciendo que este se unte a mi nariz.

Cierro mis ojos, Alex... cálmate... recuerda, autocontrol.

—¡Oliver! —exclamo con paciencia, mientras él ríe a carcajadas y me ayuda a limpiarme con la pequeña servilleta que envolvía su helado.

En un descuido suyo, entierro mi helado en su nariz, él retrocede chocando contra una pared y lo acorralo, comienzo a lamer el helado y él sólo ríe, pone su mano en mi cuello y me besa, haciendo que lo que quedaba de helado en su cara ahora se embarre en la mía; su beso sabor a chocolate, ni siquiera me importa que esté pasando gente a la par nuestra y al parecer a él tampoco, me gusta saborear estos labios. Pone su mano en mi cintura, mientras con la otra sostiene su helado, está recostado sobre esa pared, haciendo que casi seamos del mismo tamaño, él rodea mi cintura con su brazo y me apega mas a él, el beso se vuelve más intenso, pero no es de esos besos como los anteriores, este es diferente, dulce y apasionado, como un primer beso, ahora sé que es sentir esas mierdas de maripositas en el estómago y es la primera vez que siento algo así... ¡Mierda! Detengo el beso y lo miro, el también me ve, esa mirada azul... Esos labios... Oliver...

No puedo quitar mi mirada de la suya, no sé que tiene este hombre que me está haciendo perder la consciencia, no sé que estará pensando él que no despega sus ojos de los míos, he besado muchos pero él es el único que me ha hecho sentir cosas así, su celular nos interrumpe haciéndonos a ambos estremecer..

—Lo siento —dice, vacilando si quitar sus ojos de los míos y ver su celular.

—Está bien —aclaro mi garganta y trago saliva viendo hacia otro lugar.

¿Qué fué eso?

—¿Cómo estás Vanessa? —¿Vanessa? Frunzo mi entrecejo ¿Vanessa?¿La tipa con la que salió aquel día? ¿Por qué diablos esa tipa va a llamarlo si no tuvo nada con ella? —No es cierto, es solo David —susurra, su rostro dibuja una sonrisa maliciosa en sus labios —¿Cómo estás David?

¿Qué? ¿Cómo? ¿Acaso está jugando conmigo?

—No, es sólo una broma para Alex —continúa con esa sonrisa triunfante en sus labios, lo maldigo.

Comienzo a buscar cualquier cosa que yazca en el suelo para lanzarle a Oliver. Este comienza a correr por instinto riendo a carcajadas, maldito, comienzo a recoger todas las piedras y botellas que encuentro. Lo mato.

Esposa de mi jefe © (Borrador de la 1era edición - 2016)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora