veintiocho

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Elsa


-Me aburro muchísimo -se quejó Lucía por enésima vez.

-Por dios, vete a aburrirte a la casa de al lado, que no me dejas estudiar -bufé mirando con odio mis apuntes de Álgebra.

-Yo es que ya he desistido con Álgebra por hoy -lloriqueó ella-. ¡Ah, ya sé qué voy a hacer! ¡Hasta luego! -exclamó antes de coger su mochila y salir pitando de nuestra habitación.

Me quedé mirando la puerta y negué con una sonrisa. Esta chica no tenía remedio. Todos los demás, al menos las chicas, se habían ido de picnic a la playa. Pero Lucía y yo teníamos exámenes cuatrimestrales esos días, muy duros según comentaban alumnos de segundo, y nos habíamos quedado estudiando. Y como Lucía se acababa de ir, tenía la casa para mí. 

Tras mirar mis apuntes de Álgebra una vez más, desistí y pasé a hacer ejercicios de electromagnetismo, que me gustaba hacer porque siempre me salían todos. Para desconectar un poco de tanta demostración no estaban mal. 

-¿Qué haces?

Salté del susto cuando escuché la voz de Matt. Él rió por lo bajo. Estaba apoyado en el marco de la puerta con los brazos cruzados sobre el pecho, y me miraba con atención. Llevaba una camiseta de manga corta blanca con el cuello en V, lo que dejaba ver gran parte de su clavícula y el inicio de su pecho. Procuré no mirar ahí.

-¿Qué estás haciendo aquí? Mejor dicho, ¿cómo has entrado aquí? -reformulé la pregunta.

Él se encogió de hombros caminando hacia mí. Se sentó en la mesa donde estaba haciendo los ejercicios y ladeó la cabeza, pensativo.

-Sabes que todos menos Lucía, Nate, tú y yo se han ido a la playa; y sabes también que Lucía se ha ido a estudiar biología con Nate. ¿Cierto?

-Así que ahí se ha ido esta mujer -murmuré para mí misma-. Vale, sí.

-Bueno, pues no me apetecía andar de sujetavelas, que parece que se van a poner a follar en cualquier momento.

Me reí, Matt tenía razón. Cada vez estaban más pegados, cosa que en parte me alegraba. Lo que no sabía era si era de verdad o fingido, siguiendo el plan que le habíamos propuesto hace días. Claro que eso sólo lo sabíamos Aba, Bea, Lucía, Nate y yo, los demás no tenían ni idea.

-Vale, tienes un argumento de peso para estar aquí. Ahora me gustaría que me explicases cómo demonios has entrado en mi casa -demandé.

-Le he cogido las llaves a Lucía -explicó él simplemente.

Abrí la boca para responder pero lo que me salió fue una carcajada.

-No tienes remedio -sacudí la cabeza con una media sonrisa y me volví a concentrar en los problemas.

-Bueno, ¿Y qué haces? -Matt metió la cabeza entre mis hojas y yo-. Ah, ¿electromagnética? Es fácil.

-Ya, pero tengo que hacer varios ejercicios para no perder práctica -me defendí, no quería que pensara que era medio tonta.

-Aburrida -bufó él-. Nadie hace ejercicios en la universidad.

-Bueno, pues yo sí -le espeté enfadada.

Ya volvía a ser el Matt imbécil y prepotente de siempre. No sé ni por qué me sorprendía.

-Sé lo que necesitas -saltó Matt de repente.

Se levantó de un salto de la mesa y salió de mi cuarto. Le seguí con el ceño fruncido, sin saber muy bien qué tramaba este chico. Llegó hasta el salón y encendió el altavoz que estaba conectado al iPod de Lucía. Luego, encendió el iPod y puso la música en aleatorio. La primera canción que sonó fue Can I Have This Dance, de High School Musical. Matt sonrió ampliamente.

spanish; o.m. (cancelada)Where stories live. Discover now