veinte

213 54 10
                                    

Lucía

Me desperté por culpa de unos golpes que alguien me estaba dando en la espalda. Golpes no, patadas. Me giré buscando al agresor y me encontré a Albs.

-Albs -me quejé-. Deja de darme patadas, que quiero dormir más.

Ella me respondió con un gruñido y una patada que hizo que acabara en el suelo.

-Serás puta -mascullé tirando de la manta para taparme con ella desde el suelo.

Por alguna razón, el suelo era blandito. Me recordaba a los colchones de agua. De hecho, era un colchón de agua. Lo palpé con la mano extrañada, ¿desde cuándo teníamos un colchón de agua en el suelo?

Me empezó a doler la cabeza un montón, así que no le di más vueltas y me giré para encontrar buena postura para dormir. En dos segundos, volvía a estar KO.

-Lucía Lucía Lucía Lucía...

-Agh, Alba, cállate -bufé acurrucándome en los brazos de alguien.

Espera, ¿qué?

Abrí los ojos confundida y parpadeé para acostumbrarme a la luz. Cuando lo conseguí, y me desperté un poco más, caí en la cuenta de que alguien me rodeaba la cintura con un brazo y con el otro me servía de almohada. Me giré despacio y me encontré cara a cara con Sam.

-¡Hostia! -exclamé.

-Eso intentaba decirte, creo que no estamos en nuestra casa -me dijo Alba aguantándose la risa.

-Genial, ¿y ahora qué?

-Despiértale -Albs se encogió de hombros.

-¿Quién grita a estas horas de la mañana? -escuché la voz ronca de Nate desde alguna parte de la habitación.

-¿Nate?

-¿Albs? -preguntó él confundido.

-Sip, y Champi.

-Ah, ya me acuerdo -se incorporó de la otra cama frotándose los ojos-. Os quedasteis dormidas en el sofá hacia las seis y os trajimos aquí para que durmierais -añadió mirando a Albs-. ¿Y morritos?

-Aquí abajo -saludé-. ¿Una ayudita? Me tiene un poco acorralada.

Nate se echó a reír y acto seguido se sobó la cabeza con las manos.

-Joder, menuda resaca -se quejó-. Wilk, despierta -dijo después dándole un golpe al rubio pollo.

Éste se removió y apretó aún más su agarre.

-Me parece que no funciona -informé-. Sam, levántate -dije moviéndole el brazo.

Él gruñó, lo que era un avance.

-¡Sam, venga! -protesté-. Me estás estrujando. Levántate.

-No quiero -lloriqueó él adormilado.

-¡Samuel Howard Wilkinson, aparta las manos de mi chica o te corto las pelotas! -gritó Albs.

Sam se incorporó asustado, todavía agarrándome, así que yo me incorporé con él.

-Buenos días, dormilón -me burlé.

Sam me miró extrañado y pareció darse cuenta de lo que pasaba, ya que me soltó al instante.

-Buenos días -dijo algo aturdido-. ¿Qué hora es? -preguntó bostezando.

Nate estiró el brazo para coger su móvil de una mesilla y lo desbloqueó.

-La ostia puta, son las siete de la tarde -se escandalizó.

-¿Hemos dormido tanto? ¡El paraíso ha llegado, señores! -exclamó Albs, repentinamente feliz.

spanish; o.m. (cancelada)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant