tres

444 63 18
                                    

Bea

La puerta se cerró tras la espalda de Sam, Nate y Cameron y me giré a mirar a Lucía con las cejas alzadas. Ella se hizo la tonta y caminó hacia la cocina.

-¡Champi! -me quejé siguiéndola.

-¿Qué pasa? ¿Por qué gritas? -dijo Sara entrando a la cocina conmigo.

-Lucía no me quiere contar lo que pasa por su cabeza -hice un puchero.

Sara rió.

-Vale, esto tiene que ver con esos chicos de antes, ¿no?

Las dos miramos a Sara con la boca abierta.

-¿Por qué siempre nos cazas? -se quejó Lucía.

-Porque os conozco -Sara se encogió de hombros-. Eran guapos, ¿eh?

-Mucho. Además, ¿has visto cómo miraban Nate y Sam a Champi? Parecía su diosa o algo -le informé a Sara.

-Eres una exagerada -Lucía rodó los ojos-. Por cierto, son míos -añadió provocando nuestra risa.

-Pero a Cameron creo que le va más nuestra pequeña Ari -comenté.

Sara y Lucía asintieron, de acuerdo con mis palabras.

-¿Qué habláis de mí? -preguntó Ari entrando a la cocina seguida de Alba.

-Nada, sólo decíamos que Cameron te miraba mucho -sonrió Sara pícara.

-Está muy bueno -suspiró Alba-. Aunque no tanto como el Nate.

Lucía le miró entrecerrando los ojos.

-El Nate es mío, perra.

Alba le miró alzando ambas cejas. El resto suspiramos, sabiendo lo que venía después. Como era de esperar, acabaron las dos muertas de la risa.

-¿Qué es este jaleo? -preguntó Julia entrando junto con su hermana, Sarah.

-Alba y Champi se acaban de apropiar del Nathan -expliqué.

-Entiendo -Julia asintió.

-Bueno, ¿vamos haciendo esta cocina decente? -sugirió Sara.

Nosotras asentimos y nos pusimos a ello. Estuvimos dos horas abriendo cajas, colocando cosas, barriendo y limpiando. A las ocho de la tarde se nos unió Yaiza con Elsa, que habían ido a la universidad a coger todos nuestros papeles.

Para las diez, la cocina ya estaba lista, la mitad del salón también y el vestíbulo estaba lleno de cajas. Me dejé caer al sofá más cercano junto a Yaiza y Julia, y entonces fue cuando me rugieron las tripas.

-Madre mía, Bea, hemos despertado al monstruo de tu interior -dijo Yaiza echándose a reír.

Me puse roja y puse como excusa que no había comido nada desde el sándwich del aeropuerto. Fue cuando nos dimos cuenta de que ninguna había comido nada desde las dos y decidimos llamar para pedir una pizza.

-Mi móvil no va -se extrañó Yaiza-. No me deja llamar ni activar los datos.

-A tampoco -se sorprendió Julia.

-Ni a -añadió Sarah.

spanish; o.m. (cancelada)On viuen les histories. Descobreix ara