cinco

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Sammy

-Vaya piernas -suspiró Nate en cuanto cerré la puerta.

-No quiere de mi leche -lloriqueó Gilinsky.

-Esos pantaloncitos le hacían buen culo -comenté yo.

-Sois unos cerdos -dijo Shawn rodando los ojos.

Los tres le sonreímos como si fuéramos unos niñitos inocentes. Después de desayunar nos dedicamos a hacer el vago, era la una y media y no apetecía hacer nada. De la nada entró Cameron en el salón gritando no sé qué de las bebidas y todos le mandamos a la mierda, pero entonces me di cuenta de que él tenía razón.

-Mierda, es verdad. Ayer no fuimos a por el alcohol al final -dije haciendo una mueca.

-Así es, Nathan y Samuel levantad el culo, poneos algo de ropa y salimos a por ella -ordenó Cameron.

-¿Siempre eres así de mandón? -se quejó Nate levantándose del sofá.

-Llevas con él bastantes años ya, deberías saberlo -le contestó Shawn sin apartar los ojos de su cuaderno.

-¿Qué haces? -pregunté con curiosidad.

-Escribir -me respondió seco.

Comprendí enseguida. Estaba componiendo, y cuando se ponía a ello no había persona que le aguantara. Se ponía borde con todo el mundo y contestaba mayoritariamente con monosílabos. Cuando terminaba, volvía a ser el dulce y simpático Shawn. Me pregunto quién le habría inspirado para escribir, y pensé en la sonrisa que le había echado a Lucía esta mañana.

-Wilk, o te mueves o te muevo yo de una patada -me amenazó Cameron.

-Ya voy, ya voy -dije alarmado.

Dos horas después volvíamos con alcohol suficiente para un régimen entero. Nos pusimos a enviar las invitaciones por facebook y mensajes y Cameron fue a recordárselo a las vecinas, que volvieron a decir que sí.

-Tengo vasos rojos en mi armario -saltó Matt de repente cuando estábamos colocando el alcohol en la cocina.

-Vale -contestamos los demás mirándole raro.

-Voy a por ellos -nos informó sonriente antes de irse.

-Este chico es cada día más raro -comentó Nate.

* * * * * * * * *

-¡Ayúdame con esta mesa, que pesa! -gritó Johnson desde el salón.

Bajé las escaleras trotando y ayudé a Jack a pasar la mesa a la habitación de los trastos. Allí guardábamos todo lo que corría peligro en las fiestas, por suerte tenía llave y sólo podíamos entrar nosotros. El piso de arriba era solamente para nosotros y las fiestas se desarrollaban en el salón, la cocina y el jardín trasero mayoritariamente.

-¿Te has echado colonia, Wilk? -preguntó Johnson con el ceño fruncido.

-Puede ser -me encogí de hombros y le sonreí inocentemente.

Él se echó a reír y negó con la cabeza. Volvimos al salón, donde ya estaban todos con un vaso rojo de los que había traído Matt ayer. Estuvimos hablando un rato hasta que a las diez empezó a llegar gente. Distinguí a Mahogany y Bea entre un grupo de chicas. No pasaron ni cinco minutos y ya había perdido a la mitad de mi grupo. Me eché a reír solo y los demás me miraron raro, pero usé el vaso rojo como excusa.

-Hola Sam -ronroneó alguien a mi espalda.

Me giré para encontrarme a Amber, una chica con la que estuve a finales de curso. Cuando lo dejamos me pareció claro que me iba a dejar en paz, pero al parecer estaba equivocado.

spanish; o.m. (cancelada)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora