veintiseis

131 48 8
                                    

Albs 


-Como siempre, de maravilla -habló Matt cuando terminó de comerse su postre (y el de la mitad de la mesa).

-Os habéis superado esta vez -añadió Cameron apurando su tarta de queso.

-Gracias, señores, ahora os toca a vosotros. ¡A trabajar! -ordené con voz autoritaria.

Los chicos refunfuñaron y se levantaron a recoger y a decorar la casa mientras nosotras subíamos a nuestras habitaciones a cambiarnos de ropa. Fui con Bea hasta nuestro ahora cuarto compartido y me puse a rebuscar en el armario hasta que di con un mono rojo largo con escote en V y unos zapatos negros de tacón, el conjunto perfecto.

Fui hacia el baño justo cuando salía Bea de allí, con un top verde oscuro trenzado al cuello y una falda larga con vuelo de corte diagonal, acompañados de unos tacones negros. Silbé de admiración.

-Espectacular, joder -añadí para enfatizar el silbido.

Bea me guiñó un ojo y entró al cuarto, dejándome el baño libre. Allí me cambié y me maquillé. Iba a arreglarme el pelo pero Bea se ofreció a peinarme (básicamente me lo gritó desde la habitación), así que dejé el baño a Champi, que esperaba en la puerta mirando empanada al techo.

-¡Despierta! -di una palmada que hizo que pegara un bote y se echara a reír.

-Joder Albs, ¿quieres matarme de un infarto?

Le lancé un beso y me alejé riéndome. Esta mujer estaba cada día más amargada, pero no conseguíamos hacer nada, así que dejamos de intentarlo.

-¿De qué te ríes? -me preguntó Bea cuando crucé la puerta de la habitación.

-De Champi -respondí.

Ella alzó una ceja y luego sacudió la cabeza.

-Normal.

Esbocé una sonrisa mientras me sentaba en una silla y Bea se entretenía peinándome. Elsa y Lucía se nos unieron un rato después. Elsa iba con un vestido negro precioso, y Lucía seguía en chándal.

-Champi, deberías cambiarte -le dijo Bea mirándonos significativamente a Elsa y a mi.

Ella gruñó desde su posición, tumbada bocabajo en la cama de Bea, y se dio la vuelta para mirar al techo y suspirar.

-Me da pereza -se quejó.

Bea terminó de atarme la goma de pelo y se giró con los brazos en jarras, fulminando a Lucía con la mirada.

-Mira niña, ahora mismo vas a quitar esa cara de nabo, te vas a levantar, te vas a vestir como la tía más buena del universo y te vas a tirar a alguno de los mejores tíos que vengan. Y no me vengas con chorradas, deja al capullo de Sam con su dementor y búscate algo mejor, que ya te vale de lamentos.

Las tres nos quedamos perplejas con sus palabras, pero hicieron efecto. Lucía se levantó como un resorte con cara de susto, le dio las gracias a Bea y le aplastó en un abrazo.

-Venga, vamos a ponerte guapa -habló Elsa cogiendo a Lucía de la mano.

-Yo siempre estoy guapa -murmuró ella.

-Así me gusta. No quiero ver ni una cara mustia más.

Lucía le sonrió agradecida y siguió a Elsa a su habitación. Cuando las perdí de vista, me giré hacia Bea.

-¿Cara de nabo? -cuestioné entre risas.

-¡Es lo primero que se me ha ocurrido! -se defendió ella-. Además, ha funcionado. Ya le valía de ir andando como si estuviera arrastrando cadenas de lamentos sobre la espalda. Que tíos hay muchos, coño.

spanish; o.m. (cancelada)Where stories live. Discover now