Capítulo 32: Recuerdos de la casita

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Daiki POV

—Jajaja... Christian, ¿ya llegamos? —pregunté al mayor divertido. Desde que bajamos del avión, me cubrió los ojos con sus manos. Aunque lo admito, se siente cómodo estar tan cerca de él

—Falta poco bebé, no seas impaciente~ —susurró en mi oreja, lo que hizo que me diera escalofríos, pero confíe en él y seguimos caminando unos pasos más antes de que me quitara las manos de los ojos— Ya puedes ver

—Al fin —dije antes de abrir mis ojos, los cuales se iluminaron al ver lo que tenía en frente. Tapé mi boca y mis ojos se llenaron de lágrimas— M-Masaka... (No puede ser...)

—Créelo —se acercó— O no te acuerdas de lo que nosotros construimos de pequeños —susurró en mi oreja, quitándome de todo rastro de duda. Definitivamente... después de todos estos años, estaba aquí otra vez.

Frente a mí, se levantaba un gran árbol, el cual en sus ramas tenía una casita de paredes blancas y techo rojo, algo percudido por el tiempo. Me acerqué aún sin creerlo, acercando y llevando mi mano lentamente hacia el árbol, temblando, como si al tocarlo fuera a desaparecer, pero no fue así. La fría y áspera corteza, la podía sentir. No pude evitarlo más y comencé a llorar.

—¿Estás bien? —escuché la voz del azabache en mi espalda. Sin poder retrasarlo más, me volteé y le di un tierno beso en los labios

—¡Gracias, gracias, gracias! —le dije, dándole besos por todo el rostro

—Sabía que te iba a gustar~ —dijo feliz antes de separarse y tomar mi mano, a lo cual me sonrojé y atiné a solo asentir. Por alguna razón, las palabras no salían de mi boca sin tartamudear

Subimos por aquella gastada escalera de madera. Él llegó primero, y me ofreció su mano para terminar de subir, mano que acepté gustoso. Al llegar allí, solté un suspiro de asombro. Era como si hubiéramos viajado en el tiempo. Nada había cambiado. La escalera de madera, la pintura, los juguetes... todo seguía allí. Incluso podía ver el espejismo de dos niños corriendo, oyendo aquellas risas inocentes e infantiles. Niños que ahora ya no éramos. Sonreí con nostalgia y terminé de subir las escaleras hasta tocar el suelo de madera

—... Es hermoso —dije con un nudo en la garganta, tomando inconscientemente la mano del mayor. Al parecer lo notó, pues entrelazó sus dedos con los míos, haciendo que me despierte de mi fascinación y lo viera a los ojos— C-Christian...

Puso un dedo sobre mis labios, y entonces enmudecí, siguiéndole el juego. Toda esa tarde nos la pasamos entre risas y juegos, como si fuéramos niños de nuevo. Todos los problemas, las dificultades y la distancia que se había construido en todos estos años se disiparon. Cayendo el atardecer, ambos caímos rendidos al suelo, jadeantes y sudorosos, uno al lado del otro. Yo estaba de lado, mirándole y ofreciéndole una sonrisa, él volteo su cabeza y me sonrió también. Como si leyéramos nuestras mentes, nuestras manos se iban acercando, hasta que nuestros dedos se entrelazaron y se cerraron. Podía sentir el calor que me transmitía, no sentía esto desde que era un niño, cuando pensábamos que las caricias y gestos que nos dábamos eran normales. Me sentía en casa de nuevo...

 Me sentía en casa de nuevo

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¿Solo Un Juego? (Boys Love)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora