Todo es perfecto menos lo último: No se debe ingerir. Supongo que se aplicará en cremas o la infusión, pero no tengo cómo hacer una... podría masticarla, pero no la puedo ingerir... tengo un poco de agua en una botella, sólo necesito... ¡Perfecto!

Me pongo de pie y me dirijo hasta unas rocas cóncavas en las que Gale y yo solíamos esconder cosas, las había olvidado completamente; es sólo que están tan lejos de nuestro punto de encuentro que nunca veníamos aquí, y por lo tanto quedaron en el olvido. Están cerca de la escombrera, casi nadie va por allí, por lo que no es peligroso.

En lo que me dirijo allá voy buscando la planta, guiándome por las ilustraciones de mi padre; una vez que la encuentro, de entre las rocas saco una bolsa de tela que, si no mal recuerdo, contiene un cuenco que solía ser de mi madre, en el que a veces Gale y yo molíamos bayas. Echo un poco de agua, machaco la flor con una roca, y finalmente aplico el potingue.

La carne se está echando a perder debido al calor, por lo que tomo mi cuchillo y comienzo a despellejar las presas en lo que la crema me hace efecto. Podría encender una fogata y venderlas ya cocinadas, así me darían el doble... aunque podría probar una cosa nueva. Tomo una de las presas ya despellejadas, le atravieso una rama y con cuidado la pongo en el alambre electrificado... y... ¡Sí! ¡Funciona!

...

¡Pffff!..., de acuerdo, no me queda otra. La alambrada ha estado prendida todo el día, el zumbido que lo indica me está taladrando el cerebro. Todas las presas están listas para comer, e incluso regresé a cazar más, pero ya es de noche y yo sigo aquí; puede que sea mejor para no ser vista, pero me he perdido el primer día de los Juegos del Hambre. Tal vez Peeta ya esté muerto y mañana su cuerpo esté aquí en un bello ataúd con una nota de agradecimiento por ser tan valiente..., es mejor que si logro regresar a casa vaya buscando ropa negra.

Hace un rato que estoy buscando un árbol que me lleve al otro lado de la alambrada, porque ya no puedo seguir aquí. Finalmente encontré uno cerca de la escombrera, en donde hay una pila de paja descansando en el suelo y una rama justo arriba, así que con trabajos —dado que mi rodilla no está en su mejor momento— trepo el árbol, me deslizo hacia el extremo de la rama donde comienza a tambalearse por el peso, tiro la bolsa de las presas (no sin antes hacerle un nudo para que ninguna se salga y se desperdicie) y luego me dejo caer yo.

...

De regreso a la Veta me voy con mucho cuidado, y nada más llegar, pongo las presas en la mesa y enciendo la televisión.

—¿Katniss?

—Hola Patito, ¿ya comiste?

—Creí que no querías ver la transmisión. —Prim se acerca a la mesa y toma asiento junto a mí.

—Quiero asegurarme de que él esté bien —contesto—. ¿Ya comiste, Prim?

—No.

Tomo la bolsa de las presas y saco una de ellas, las otras las dejo en donde sé que se conservarán hasta mañana. Corto una pierna de uno de los pavos y la pongo en un plato, Prim lo toma y se sienta en la mesa.

—Gracias. ¿En dónde estabas?

—Come, Prim.

—¿No me vas a contar?

—En el bosque, cazando mucho —respondo. Sirvo otra pierna de pavo y me siento junto a Prim. Ella me voltea a ver con una mirada inocente, tan característica de ella, pero al mismo tiempo tan inquisidora, como queriéndome decir que sabe que no le estoy diciendo la verdad completa.

—Hazelle vino hoy, trajo a Rory, hablamos un rato y vimos juntos la transmisión de los Juegos; casi no transmiten al doce, pero Peeta sigue vivo.

HARINA Y POLVO DE CARBÓNTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang