—¡Claro que sí! ¡Me quitaban dos postres como castigo si me acercaba a la chimenea de mi casa, y era lo peor! —dice Caesar, haciendo reír al público. En el Capitolio podrán haberlo ignorado, pero aquí en el doce lo comprendemos muy bien. Nosotros también podemos jugar este juego, al fin y al cabo, llevamos años metiendo las manos a las brasas.

Al final los espectadores, aunque cohibidos por sus comentarios, la despiden con aplausos y la transmisión se corta. La chica se ha arriesgado, pero no tiene nada que perder, al contrario, estoy segura de que aquello atraerá más patrocinadores que Peeta con su ridícula historia de amor (de la cual ahora yo también me tengo que preocupar).

Desecho la idea de ir al bosque y me voy con Prim a casa, tal vez mañana despierte y también me quieran patrocinar a mí después de todo.

Prim está demasiado cansada como para molestarme con Peeta, así que nada más llegamos se desvanece en su cama.

...

No sé en qué momento me dormí ayer, pero hoy desperté con una nota de papel pegada a la frente. La noche anterior me la pasé analizando las posibilidades de conseguir otro trabajo por aquí; desgraciadamente al final la única buena oportunidad iba directo a la puerta de los agentes de la paz. Y me niego a estar allí. No.

Suelto un suspiro y me levanto de la silla, aún no sale el sol y quiero hacer el intento de ir una vez más al bosque, así que me visto con ropa de caza y me equipo con algo de comida antes de ponerme en marcha.

Logro cruzar la alambrada sin ser vista. Hoy me pongo las pilas para cazar algo que de abasto para muchos días y que aparte deje algo de dinero. Le pasaré por contrabando a Rory algunos pavos, para que su madre no se moleste conmigo. Podría traerlo al bosque, pero no necesito más responsabilidades encima. Escuché que Hazelle está trabajando cono ama de llaves en la casa del borracho de Haymitch Abernathy, el único vencedor del doce (y probablemente quien deje a Peeta morir, dado que no parece muy empeñado en sacar a sus tributos de la arena con vida).

Voy de regreso a casa con siete pavos, seis ardillas, veinte peces y cinco conejos. Es más que suficiente. ¿Quién pensaría que todo lo buena que parecía esta situación se convertiría en un problema? El alambre está vibrando, y ese sonido similar a insectos lastima mis oídos, ese sonido que indica que la alambrada está electrificada. Había olvidado el terror que me recorría casa vez que esto pasaba; cuando estaba con Gale era diferente: únicamente nos subíamos a un árbol y esperábamos a que la apagaran, pero hoy no me puedo arriesgar a hacer esto, si no estoy, dada a mi reciente fama, será algo tan evidente que no podré ocultar, y ahora sí me van a matar.

Empiezo a caminar, intentando encontrar un punto débil para pasar, pero no lo hay; llevo toda la mañana recorriendo medio distrito para salir de aquí y no hay nada útil.

Pateo una piedra que había por allí, para mi mala suelte rebota en la alambrada y, ahora caliente, me da en la rodilla ¡Aghhh! ¡Maldita sea! Suelto las presas y me siento junto a un árbol a esperar a que el dolor pase, como no lo hace, saco el libro de plantas que traje conmigo —con la esperanza de encontrar unas para que mi madre pueda seguir cobrando por atender enfermos—, y busco una que sirva para mitigar el dolor de un golpe.


Árnica, Estornudadera o Tabaco de montaña.

Pertenece a la familia de las asteráceas.

Clase Magnoliopsida (Magnolias).

Flor medicinal.

Aparece en prados o zonas montañosas.

Alivia el dolor de golpes y cura infecciones de la piel.

No se debe ingerir.


HARINA Y POLVO DE CARBÓNWhere stories live. Discover now