14

4.3K 264 4
                                    

—Est... yo...— no sabia que decir.

Estaba perdida. 

—¿¡Donde demonios estabas!?— gritó aun más molesto que antes.

—En... el jardín— mentí.

—¡Maldita mentirosa! —me gritó mientras se acercaba rápidamente a mi. 

Sentí la mano de mi padre rodear mi brazo y jalarme escaleras arriba. Observaba a mi madre detrás de nosotros y rogaba por su ayuda. Mi padre caminó hasta mi habitación con su mano rodeada a mi brazo, arrastrándome junto a el. 

Sentí el empujón directo a mi cama y observé como comenzaba a quitarse su cinturón. Estaba asustada debido a lo molesto que se encontraba y al pensar en cómo me golpearía. 

—¡Esto por salirte sin mi permiso! — impactó el cinturón en mi pierna haciéndome chillar de dolor—. ¡Esto por mentirosa! —sentí otro impacto en mi costilla.

Traté de levantarme de la cama y salir corriendo pero su mano jalando mi cabello me lo impidió. 

—¡Esto por tratar de huir de mí! —me golpeó en la espalda y finalmente caí en la cama.

Observé a mi madre y susurraba que me ayudara mientras las lágrimas amenazaban con salir. 

—Espero que aprendas la lección porque créeme, que la próxima vez te irá mucho peor —dijo retirándose de la habitación y llevándose a mi madre con él. 

Finalmente tomé mi almohada y la abracé comenzando a llorar, no sabía que dolía mas justo en éste momento, si los golpes o mi corazón. 

¿Puedes imaginarte alguna vez perdido?, ¿imaginar lentamente como sería tu vida en un futuro o como enfrentarías éste? La vida nos sorprende en el momento que menos lo esperamos, nos arrebata a personas de nuestra vida o nos las regala, nos deja solos o nos rodea de personas, nos hace caer o nos levanta; la vida es un conjunto de retos que debemos vivir día a día, retos de los cuales podemos tomar enseñanzas y lecciones. El dolor que lleguemos a sentir es pasajero, o al menos es lo que esperamos; no espero estar rodeada de personas, pero espero poder cumplir mis metas. Quizá ahora soy infeliz, pero espero que la puerta de la felicidad algún día se abra ante mí. 

Era de madrugada y mi insomnio no me permitía dormir. Había estado escribiendo sobre lo que pensaba o en como me sentía en un viejo cuaderno, que ahora, se encontraba empapado de lágrimas. 

Quiero intentar dormir, descansar para mi día mañana; prepararme para volver a colocar una sonrisa fingida en mi rostro. 

Mi alarma sonó invadiendo la habitación en la que me encontraba e indicándome que debía levantarme para ir al instituto. 

Me levanté con pereza directo al baño, mi día estaba por comenzar y esperaba que fuera mejor que el de ayer.

Mi padre había llegado borracho e hizo un escándalo frente a Clara, la niña terminó llorando y corriendo hasta su cuarto. Me sentí mal por ella, no quería tuviera que pasar por tal situación, era una niña maravillosa y no merecía tener que lidiar con las escenas de nuestro padre. 

Bajé las escaleras a pasos rápidos cuando estuve listo. La casa estaba en total silencio, pues mi padre ya se había ido al trabajo y había llevado a Clara con la niñera. 

El instituto no estaba tan lejos de mi casa por lo cual, podía irme caminando y llegar en unos quince minutos. Se podían observar nubes grises en el cielo y sentir el olor a lluvia en las fosas nasales. Caminé rápidamente hasta mi destino y al llegar, observé a varias personas entrar a éste. No tenia ánimos de entrar a mi primer periodo por lo cual, tuve una lucha conmigo mismo sobre si asistir o no. 

—¡Elliot! —escuché a Colton gritar detrás de mi. 

—Amigo, no tienes que gritar en medio del pasillo, ahora todos nos observan — dije estás palabras mientras me giraba hacia él.

—Cállate, eso no es importante. ¿recuerdas a la tal Daka de la cual no has parado de hablar en estos días? —preguntó.

Asentí

—La vi bastante mal por el pasillo —informó.

 —Un momento, ¿entonces si me prestas atención cuando te hablo de ella? — pregunté victorioso. 

—Amigo, eres peor que el loro de mi abuela Nathalia —confesó chistoso.

Giré mis ojos y me propuse a caminar hacia donde me había dicho Colton que estaba Daka. Sabía que había sido grosera conmigo, pero quizá necesita ayuda. 

El periodo ya había comenzado y probablemente cuando llegara al lugar ya no estuviese allí, no se observaba a nadie por los pasillos, todos estaban en sus respectivas áreas. 

Mientras seguía caminando observé a la chica peli-negra a lo lejos y comencé a caminar a pasos rápidos hasta ella, puesto que incluso desde lejos se veía mal. Quizá no debería estar aquí, pero recordaba como Daka había sido una gran amiga y en como me apoyaba en todo. 

—Daka —llamé capturando su atención.

—¿Q...que haces acá?, deberías estar en clases —preguntó mientras se pasaba sus manos por sus mejillas. 

—Lo mismo digo. Oye, te ves bastante mal, ¿que te ha sucedido? —interrogué nervioso mientras me acercaba a ella.

—No quiero hablar de eso —confesó terminando de limpiar las lágrimas impregnas en sus mejillas.

Al menos no dijo que no me tenia confianza.  

—¿Que opinas si... para que te animes salimos a dar una vuelta al finalizar el día y quizá a tomar un café? —pregunté nervioso.

 —No lo creo —aseguró.

 —Vamos Daka, anímate. No es cómo si fuera la primera vez que sales conmigo— farfullé.

Observé su rostro de impresión durante unos segundos, esperaba por un si. Sin embargo, parecía que analizaba la situación y no decidía si ir o no conmigo. 

—Por favor —susurré

—De acuerdo —finalmente aceptó. 

A Thousand Years. |Terminada|Where stories live. Discover now