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Mi padre se había encargado de avisar al colegio que faltaría debido a las condiciones en las que se encontraba mi madre. 

Era un día nublado y gotas de lluvia comenzaban a caer. Me encontraba observando como estas golpeaban la ventana frente a mi. Mi padre aun con su brazo lastimado decidió ir a trabajar, dejándome sola en casa.  

Estos eran los momentos donde podía pensar en todo lo que habia sucedido en los últimos años, en todo por lo que había tenido que pasar y en lo fuerte que había sido. Aun podía recordar pequeños detalles de la mejor navidad de mi vida, esa donde tenia apenas cinco años. Podía recordar a mi padre entregándome aquel regalo que tanto anhelaba, la pequeña muñeca que aun conservaba con diecisiete años. En ese momento aun eramos aquella familia feliz y unida.

También podía recordar un día en el parque. Habíamos empacado todo lo necesario para hacer un picnic y podía creer con seguridad, que ese día habia sido una niña realmente feliz. 

— Familia, estamos retrasados — dijo mi padre mientras corría en busca de mi muñeca.

Mi madre terminaba de recoger las cosas y mi padre se encargaba de subirlas al auto. Minutos mas tarde nos encontrábamos partiendo de casa hacia el parque. Estaba realmente emocionada por todas las golosinas que mis padres llevaban en la cesta.

 — Papi, ¿Cuanto falta para llegar? — pregunte.

Mi padre me observo durante unos segundos con una sonrisa reflejada en su rostro y finalmente contesto: 

—Daka, se que quieres comerte todos los dulces que se encuentran en esa cesta. Llegaremos en un par de minutos — respondió y pude escuchar a mi madre reír por lo bajo.  

Tal y como dijo mi padre, minutos mas tarde nos encontrábamos llegando al parque. El auto fue estacionado cerca de otros que se encontraban en el lugar y segundos después bajamos de este.

Nos encaminamos hasta el verde pasto que rodeaba el lugar y en la primera hectárea se podían observar arboles dispersos, bancas y otros objetos que conformaban el lugar. El frio viento se encargaba de mover el cabello de mi madre y el mio mientras seguíamos caminando hasta el centro del lugar.

Mi padre se encargo de colocar un colorido mantel en el pasto y encima de este, la cesta llena de comida y golosinas que estaba ansiosa por probar.


Pasamos el resto del día sentados en el mismo lugar. Luego de que se acabara todo lo que habíamos traído mi padre había comprado unos helado que con gusto disfrute mientras jugaba con mi muñeca. Mi padre me habia cargado en su espalda mientras corría y ambos reíamos debido a la acción.

Al pasar las horas decidimos recoger las cosas para volver a casa debido a que estaba oscureciendo. Subimos al auto para partir a casa.

 —Daka, ¿Quieres que te lea un cuento antes de dormir?— pregunto mi padre mientras manejaba y yo asentí emocionada.


Sin duda alguna, había sido un gran día en familia. Podía recordar la emoción que sentía cada vez que mi padre llegaba de su trabajo y me cargaba en sus brazos, así como también podía recordar todas las veces que me había dicho un "Te amo" o un "Eres mi pequeña princesa" .

La lluvia habia cesado y sabia que en cualquier momento mi padre llegaría para ir a visitar a mi madre al hospital. Ella aun se encontraba inconsciente y a pesar del poco apoyo que habia recibido estos últimos años por parte de ella, deseaba que despertara y regresara a casa. 

Podía imaginarla de vuelta leyendo en el sofa sin dirigir su mirada hacia mi, pero también podía recordar cuando solía colocarme mis vestidos y peinarme. 

Aveces podía imaginarme sin esperanzas, perdiendo la fe de que algún día nuestra relación madre e hija mejoraría. Podía imaginarme hundida en los maltratos de mi padre pero luego podía imaginarme fuera de esta casa, siendo mayor de edad y haciéndome independiente. En lo profundo de mi alma sabia que nunca iba a superar todas aquellas noches de maltratos que había pasado.

Hay cosas que no se superan y debido a eso hay que aprender a vivir con ellas; esta era una de esas cosas.

Subí las escaleras hasta mi habitación con la pereza en mi cuerpo. Decidí tomar una corta ducha y dejar que el agua fría cayera en mi rostro. Al salir de la ducha pude observar el espejo como el hematoma en mi rostro habia desaparecido. Camine lentamente hasta mi armario y saque mi ropa de siempre: Jean, suéter y cualquier par de zapatos. Termine de vestirme y baje las escaleras encontrándome a mi padre en el salon.

—Estaba por subir a buscarte — dijo mi padre mientras terminaba de tomar una copa de vino.

— ¿Como sigue ella? —pregunté con un tono de voz casi inaudible.

— ¿Crees que lo se?, ¡Por supuesto que no lo se! —Gritó—. Vamos al hospital y mejor que no digas algo que pueda hacerme enojar, Daka— Advirtió levantándose del sofa en el que se encontraba.

A Thousand Years. |Terminada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora