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—¿Qué sucede contigo? ¿no ves lo que haces o qué? —reclama Elliot.

—Y-yo —intento disculparme pero solo consigo tartamudear.

Siento la presión y los nervios recorrer mi cuerpo.

—¿Cómo te atreves a hablarle así? —pregunta Cameron furioso.

Puedo observar como el chico frente a mí tensa su mandíbula y cierra los ojos tratando de calmarse. Segundos después sale del lugar a pasos rápidos junto a su grupo, quienes de igual manera usan tal chaqueta.

...

Estoy guardando mis libros en mi casillero para dirigirme a la próxima clase. Cameron no ve Biología conmigo así que estaré sola esta vez. Cierro mi casillero y comienzo a caminar hasta mi aula, al entrar observo a Kaylie.

Kaylie es la típica chica adinerada y creída del lugar, pero no sólo eso, ella también es la chica que me tiene más odio en el mundo entero, ¿razón? no la sé.

Me siento en mi respectivo asiento y noto que ella murmura cosas con su grupo de amigas.

—¿Sigues siendo igual de nula, Johnson? —pregunta arrogante.

La ignoro.

—Eso pensé —dice y parte de mis compañeros comienzan a reír.

Patéticos.

—¿Estás segura que no quieres que te lleve a casa? —pregunta una vez más Cameron y yo niego para seguidamente comenzar a caminar.

Me gusta admirar los árboles y el lugar en general de vuelta a mi casa, de cierta forma me puede hacer sentir libre por un momento. Mi hogar y mi escuela son lugares donde me siento prisionera. A medida que me acerco a casa mi corazón se acelera, se lo que puede estar esperándome.

Desearía haber tenido una vida distinta, un papá distinto y una madre que se preocupara por mi bienestar. Mi vida está llena de decepciones y a medida que pasa el tiempo todo empeora, los golpes de mi padre son constantes y mis calificaciones bajan, la cantidad de moretones cada día son más altas y tengo que ocultarlos con algún suéter o maquillaje, según sea el caso.

A veces me pregunto ¿por qué la vida  es tan cruel conmigo?  ¿qué he hecho para merecer todo lo que he pasado?

Las personas dicen que luego de una tormenta sale el sol, pero yo tengo diecisiete años viviendo en un infierno. <<Vaya esperanza que he de tener>>.

...

Al llegar a mi casa, observo a mi padre quien se encuentra tomando una copa de vino y a mi madre leyendo. <<Mierda>> Había olvidado por completo que era cena familiar y fin de semana, definitivamente esto no terminará bien.

—Daka, al fin llegas. Quiero que te arregles y que luzcas lo más hermosa que puedas. Tienes diez minutos —ordena mi padre y yo asiento temblorosa.

Mi madre no me dirige la mirada desde hace mucho tiempo. Desgraciadamente desde que enfrenté  a mi padre la última vez que la golpeó, él dejó de maltratarla a ella y yo comencé a ser su saco de boxeo; desde entonces mi madre no hace nada para defender mi bienestar y no tiene el coraje para mirarme a la cara.

—¿Qué haces allí parada? ¡Ve y arréglate! —grita mi padre.

Camino a pasos rápidos hasta mi habitación. Tengo menos de diez minutos para estar lista.

Tomo un vestido azul de un largo a las rodillas, junto a unas zapatillas negras. Termino de cambiarme, peino mi cabello y vuelvo a tapar el moretón de mi rostro con un poco de maquillaje. Bajo las escaleras y al llegar puedo observar una familia sentada en el comedor del salón.

—Saluda, Daka —susurra mi madre.

—Buenas noches —saludo a regañadientes.

La familia está conformada por una mujer que quizá sobrepase los treinta años más o menos y un hombre de unos cuarenta, junto a ellos hay un joven que parece tener mi edad.
Todos visten de  forma elegante y mi padre me observa con atención.

—Daka, quiero presentarte al futuro socio de la empresa —dice llamando mi total atención.

Mi padre refleja en su rostro cierta maldad y arrogancia, el que yo observe su rostro, es recordar todas las noches que he sido golpeada de tal forma por él; y que ese joven sea el nuevo socio de la empresa implica que no está pensando nada bueno.

A Thousand Years. |Terminada|Where stories live. Discover now