Fiore.

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-¿Cómo se sienten mis bebés? -Preguntó con dulzura, recibiendo miradas poco agradables a lo que mostró un gesto triste.

-¡No nos digas así~! ¿Qué te pasa? -Gritoneó Hongbin mientras se negaba a admitir nervios, mirándose al espejo una vez más.

-Yo me estaba viendo ¡Hey~! Me... ¡BIN! -Apartó de un empujón al pelinegro, sintiendo un nuevo revoltijo en la boca de su estómago y tratando de contenerse mientras se arreglaba la corbata por centésima vez en dos minutos. Bastante firme y con una postura adecuada, se miraba en el espejo de pies a cabeza, sonrió orgulloso por el lustre de sus zapatos y nunca creyó que un trabajo de tintorería le hiciera ver como un príncipe.

-No quiero hacer presión pero faltan quince minutos para las nueve y...

-¡¿QUINCE?! -Gritaron los compañeros logrando salir rápidamente del dormitorio, siendo seguidos por Ken hacia el auditorio de presentaciones de la preparatoria.

¿Sentían nervios? Bastantes, pues en aquél día de mayo tendrían una ceremonia pre a los preparativos para la graduación, así como luego presentarían exámenes a la universidad, empezarían a realizar tanto trámite de papelería que sentían todo un crimen en sus manos por los árboles fallecidos que terminaron siendo simples hojas de papel entintadas de esquina a esquina.

-Perdón por llegar tarde. -Le murmuraron al oído y sonrió con discreción, ladeando su rostro para verlo.

-No hay problema, no has llegado tan tarde, aún no los nombran. -Respondió Jaehwan mientras volvía la vista al frente, recargándose contra la pared de la entrada, observando la masa estudiantil en sus respectivos asientos como si estuvieran tomando la última clase, escuchando un nostálgico pase de lista que hacía eco en todo el auditorio.

-¿De qué me he perdido? -Preguntó nuevamente en un murmuro, reprimiendo un bostezo y despabilándose en una sacudida.

-El sermón del maestro de ceremonias... Y la presentación de los directivos, allá... Donde están las sillas vacías. -Le observó de reojo, y se dio cuenta en ese rostro que una expresión severa y poco amigable se notaba al instante, prefiriendo no preguntar, volviendo la vista hacia los estudiantes.

-¿Algo más? ¿O en verdad hasta el momento solo ha sido eso?

-Solo eso... ¿Por qué preguntas, Taekwoon? -Trató de no demostrar la duda que lo carcomió al oírle, como si él supiera de algo.

-Simple duda, Jaehwan.

Frunció un poco el entrecejo y se quedó observando atento al frente, no a los estudiantes, no a Hongbin y no a Sanghyuk, sino a los profesores presentes, a la mesa donde se encontrarían los directivos, sabía que había cuatro cargos que harían presencia ese día, pero no comprendía el espacio de tres sillas extra en ese lugar, no lo sabía y así como deseaba no pensar tanto en ello, era inevitable hacerlo.

El aliento se le esfumó por completo cuando escuchó que nombraban al menor para que sirviera un discurso por excelencia académica, siquiera sabía que Hyuk lo haría, a lo que prestó suma atención a sus palabras, a ese discurso escrito por él, con palabras que salieron de su corazón y mente, estuvo atento a la perfección con que hablaba ahora, su acento se había pulido de una manera impecable, la gracia con que hablaba frente a todos le hacía creer que había perdido temores, que ya no vivía dentro de una burbuja inflada de "todos me odian, a nadie le caigo bien, no tengo amigos, soy un blanco fácil de atacar", ¿era cuestión de darle más espacio, de dejar de sofocarlo, de dejarlo libre? Temió pensar en ello, pero si era esa la fórmula para que Hyuk fuera alguien mejor día con día, le dolía pensar que no había otra alternativa, salvo ceder.

El Examen FinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora