Acoso.

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-Kwoonie~ ¿Hijo? ¡Oye! ¿Me estás~?

-Shh ¡SH! Está en clase, cariño.

-¡Pero si lleva más de tres horas pegado a la cosa esa con sus chupones en las orejas!

-Recuerda que está en línea con un profesor que SangHyuk nos ayudó al contactar, ya cenará en cuanto termine.

-Pero es la segunda vez que caliento la comida, él morirá si no come~ Nunca se salta una comida además, míralo como está de flaco... Está, seco.

-Y tú estás exagerando. Anda, ya vamos a dormir. –Se levantó de la silla y dejó sus gafas de lectura así como el periódico sobre la mesa del comedor, llevando consigo a su esposa escaleras arriba.

A pesar de estar entrado en aquella conversación en línea con un exprofesor de Hyuk, no dejaba de estar al pendiente de su entorno así como de sus pensamientos. Esa noche del miércoles, en su cama, se quedó pensando en lo que había visto por la tarde cuando por cuestiones personales de su profesor salieron temprano de clase; había decidido ir a la secundaria donde estudiaba el menor para ver por el exterior un poco de su vida personal y encontrar los verdaderos motivos por los cuales se había excusado de asistir a su casa; admitía que era más provechoso mantener el contacto con un verdadero profesor extranjero y así poner en práctica sus habilidades, sin embargo haberse dado cuenta que un par de chicos habían molestado al menor le hizo quedarse despierto aquella noche... Sintiéndose como un drogadicto: necesitaba de más.

Los días siguientes había realizado las mismas maniobras, por fortuna, en lo que encontraban un profesor sustituto, salía temprano de clases y excusándose de cualquier cosa en cualquier manera, visitaba la secundaria. Miércoles, jueves y viernes logró percatarse que aquellas malas intenciones y bromas pesadas empezaban a exceder los límites de un ambiente de "amigos pesados"... Porque precisamente no eran amigos aquellos chicos que durante esos días, se habían encargado de romper los libros de Hyuk, entrometerle el pie para que cayera, arrebatar su mochila para sumergirla en el lodo, dejarle caer jugo encima, desafiarlo a una pelea, insultarlo a él, a su familia, bajarle la moral, el valor individual y a pesar de ser sumamente inteligente, no quitarle su lugar de "estúpido". Una escena que se mantuvo muy presente en su cabeza durante el viernes en la noche y entrada la madrugada, fue precisamente el de esa tarde, cuando Hyuk estaba hincado, sometido a ese grupo de chicos quienes llevaban galones de leche, así como litros de yogur para beber, cubos de diversos quesos y un embudo con el cual prácticamente fue violado a beber aquello. Buscaba escupir las cosas, apretaba la quijada, se resistía; los cubos que queso eran fregados en su boca como si buscaran engullirle el pedazo entero hasta el fondo de su estómago, la náusea era mutua, aunque la suya era algo incomprensible.

-Ya no más.

Podía escuchar con claridad el lloriqueo absurdo del menor, mezclado con el asco que amenazaba con hacerle vaciar el estómago, recibiendo en respuesta que le tomaran del mentón para alzar bien su cabeza y volver a vaciar un litro entero de yogur en su boca, obligándolo a llenarse con una inmensa cantidad que ningún humano pudiese ingerir, por muy buen comedor o amante de la leche fuera.

El sueño se había escapado una vez más, ahora, a las cuatro cincuenta y ocho de la mañana... Era absurdo intentar dormir, así que empezó a ponerse ropas deportivas para tener una caminata por los alrededores de su casa, tal vez, el ejercicio despabilaría su mente y borraría esas imágenes de su cabeza... O tal vez, para la una de la tarde, podría hablar con su profesor al respecto, puesto el acuerdo de las clases en línea serían que durante el fin de semana, Hyuk realizaría una evaluación de su avance semanal.

Aquella caminata en su momento logró despejar su mente, de momentos trotaba o corría por tramos, llegando a un parque que estaba a unas calculadas diez cuadras de su casa, el olor del amanecer era limpio, al menos a esa hora; duró un tiempo, un instante apenas, cuando se percató que la luz del sol era por demás notoria, fue cuando preguntó a alguna persona por la hora, recibiendo como respuesta las ocho veinte de la mañana, así que regresó, seguramente sus padres y hermanas ya estaban despiertos y preocupados por no saber dónde estaba.

El Examen FinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora