Baymax.

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Había finalizado la primer semana de marzo según el calendario en su móvil y solo pensaba en cuándo tendría tiempo para poder salir con él, le era un dolor de cabeza tener que verse tan ocupado de momento, así como el menor y no poder tomar un tiempo para según él, hacer las cosas como debía de ser. No se había fijado cuándo fue que ahora le tenían que bastar con cocinar durante 15 minutos, comer en el camino a las aulas, practicar piano incluso dormido, hacer la lavandería mientras estudiaba e ir al supermercado más cercano solo para ahorrarse unos minutos. ¿Cuándo fue que los fines de semana no se daba abasto para salir al cine, a tomar una comida de restaurante, a visitar algún parque o atracción novedosa? Era agotador, lo era peor aún porque debía incluso dormir menos si quería realizar las cosas bien, lo era peor cuando tuvo que hacer un forzoso hueco en su agenda para ir a la enfermería escolar a su chequeo de rutina al ya no tener el pie cubierto en yeso y gasas. "Debe mantenerse en cuidado si no quiere lesionarse una tercera vez" habló el médico escolar con cansancio y poca tolerancia, pues al parecer Taekwoon era bastante terco y, si se esforzaba por jugar soccer una vez más, en su aún momento delicado, era probable que su pie ya no lo soportara más.

-Da lo mismo. –Suspiró desganado antes de tocar a la puerta de aquél dormitorio que había dejado de frecuentar, esperando pacientemente y volviendo a tocar a los pocos segundos, en los cuales seguía sin tener respuesta alguna. Tomó el móvil y le llamó, inconscientemente se había lamido los labios con discreción y el pecho le volvía a palpitar con brusquedad, como si ese tambor se le hubiera incrustado en el centro del pecho y actuara cada que pensara en Sanghyuk. -¿Hyuk? Ho... Ah~ Hongbin, hola... ¿Sí...?... Sí, gracias. –Carraspeó su garganta un momento, pareciéndole algo extraño que contestara Hongbin en el lugar de él, pensando en dónde podrían estar. -¿Hyuk? ¿Dónde estás?... Ah, claro, sí... Bueno yo traía... Si gustas comer estaré en mi dormitorio, por cierto ¿tendrás el fin de semana libre? ¿Seguirás...? Claro que no, no... No hay problema... Sí, algo libre pero no hay... Oye, no hables tan rápido por favor... Hyuk, Hyuk... ¿Hyuk?.... Escúchame, ¿crees que en verdad me molestaría por eso?... Mh, sí los compré pero... Bueno, los regalaré... Tampoco es como si los boletos costaran una fortuna, no exageres... Sí, sí, mejor te dejo, estás ocupado... Cuídate.

Pasó saliva cuando colgó la llamada, la cual no le había dejado un buen sabor de boca y abruptamente había finalizado con el tambor de su interior, tratando de no reclamar o quejarse mentalmente pues recordaba que alguna que otra vez había sido él quien se ocupaba en demasía con los estudios. Era solo, solitario, solamente él; al paso de las horas y días hasta que llegara aquél fin de semana que tenía disponible al fin, para él, para Hyuk, para olvidarse de los estudios por un momento.

Daba media hora para que la película comenzara, ambos habían acordado de verse dentro del cine ese sábado por la tarde a pesar de que el menor se hubiera excusado desde temprano y su amenaza de no asistir se vio en un nuevo incremento "Ken saldrá en una obra escolar, Hongbin y yo nos ofrecimos como ayudantes para el decorativo en el teatro, a final de cuentas, nuestras calificaciones subirán por tener el mismo profesor de arte"... Cómo resonaban esas palabras claramente en su cabeza cuando faltaban veinte minutos... Y diez... Y cinco... "No vendrás" se repetía con coraje y decepción al ver el reloj cada quince segundos.

-... No vendrás. –Escuchó un murmuro detrás de sí que le hizo girar su cabeza así como parte de su cuerpo, detrás de él estaba aquella chica que, si no se estaba equivocando, se parecía demasiado a Lydia, la compañera acosadora de Hongbin y Hyuk, y que al cruzarse accidentalmente sus miradas afirmó que en efecto era ella.
Ambos apartaron sus miradas, ella buscó arreglarse el cabello que con su poca habilidad femenina intentó alaciar a la perfección pero que para nada se notaba diferencia alguna. Al cabo de tres segundos se habían buscado una vez más y así se repetía ese torpe juego de miradas hasta que el mayor, lleno de vergüenza se acercó a ella.

El Examen FinalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora