passé.

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--Necesito que mates a alguien--Donatien se ajustó la corbata y sonriendo al espejo murmuró--Hice bien en invitarte a mi morada, joven Antoine--.

Antoine lo miró con un poco de confusión mezclada con petulancia, y desde el sillón rojo sangre su risa sonó.

--Señor, ¿está usted delirando?--jugó con la uña de su venosa mano, esquivando la oración que el señor Lefebvre había ordenado.

Esas palabras no tenían respuesta; y por lo menos, Antoine no trataría de responderlas.

--¿Crees que no sé sobre ti?--Donatien se plantó frente al joven obstruyéndole la visión de un muro marrón que miraba fijamente--¿Crees que me tragué el cuento de que eres aprendiz de administración?--el muchacho tragó duro, dejando de molestar su uña y escondiendo su mano detrás de su rodilla.

Antoine sospechaba que un hombre rico no haría algo sin nada a cambio, y el señor había despejado esta duda.

--Necesito que mates a alguien--repitió. Antoine todavía pensaba en el cómo Donatien había descubierto que era un asesino a sueldo.

No estaba prestando atención. No hasta que Lefebvre palmeó el sillón tan fuerte que el rubio saltó de este.

Antoine lo miró a los ojos fríos y verdes, y el señor Lefebvre, co-dueño de Saint-Louis, prosiguió hablando con su sucia y perfecta boca.

--La familia Bellerose es la real dueña de la Île Saint-Louis, nuestra familia es solo un señuelo para atraer más poder--Lefebvre se sentó encima de una mesa de madera, al lado del sillón. Antoine dudó de su resistencia al peso--Eso es una injusticia. Yo he estado más tiempo en la administración que el imbécil de Bellerose, debería de ser yo el dueño de esta isla--.

Antoine se preguntó mentalmente en qué tenía que ver su talento de asesinar personas sin temor.

--¿Y de qué sirvo yo en su injusticia?--Antoine movió su mano derecha hacia la mesa y colocó sus dedos cerca del teléfono. Donatien frunció el ceño.

--Quiero que causes inestabilidad en su imperio, quiero que bajes del trono imaginario a la familia Bellerose--se levantó de la mesa, la cual emitió un crujido. Dirigiéndose a el escritorio en el centro de la habitación, fue contando--Deseo que sufran tanto que se retiren de este mundo administrativo, que no es para ellos--sacó un cajón y removió cosas dentro de él, hasta sacar un sobre. El sobre era vino tinto y gordo, y se podía vislumbrar monedas dentro de él.

--Quiero que mates a su única hija--continuó con sus pasos en la dirección de Antoine. Este movía su pierna inquieto, nervioso. Otra víctima más, otro viaje más--Su nombre es Ava Melody Bellerose--.

El hombre canoso, después de lanzarle el sobre a Antoine, se trasladó a la salida donde cerró el salón con un portazo.

Antoine abrió el sobre con cuidado de no romperlo, otra de sus obsesiones perfeccionistas, y observó que dentro habían más de diez billetes de 500 euros.

El joven sonrió lleno de ambición y codicia.

Siguió escudriñando y encontró lo que parecía ser una fotografía. No le prestó atención.

Pasó a los papeles, y sacó uno, donde con delicados trazos dibujaba:

Ava Melody Bellerose; única hija.
16 años, estudiante.
Prostituta.

Tiene la misma profesión que mi querida Suzanne, pensó el joven.

Y sonrió.

EuthanasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora