feu.

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Antoine revolvió desesperado los papeles sobre la mesa de ébano.

Su expresión mostraba la tristeza y el temor de que lo que pensaba pudiera ser cierto.

Las inútiles hojas desperdigadas no mostraban lo que Antoine buscaba, y su mente lo estaba torturando más y más y más.

Un cuervo acechaba a la perla de sus sueños.

Y él no podía hacer más nada que fingir un llanto desgarrador.

Hasta que al fin su mano envolvió una fotografía nítida, hermosa, que ilustraba a la más bella de las mujeres.

Antoine arrugó aquella obra de arte pintada en velo, pues confirmó con lo que sospecha él dudaba.

Ava, esa pequeña ninfa que lo había engañado con su nombre; aquella mujer que había hecho creer a su corazón que aún podía sentir. Algo claramente imposible, pensó él.

Su rostro se deformó en una mueca de asco y agonía, y agarrándose la cabeza maldijo su propia existencia.

¿Por qué no se quedó como Suzanne?, ¿por qué tuvo que existir la verdad, la mentira y las fotografías?

¿Por cual razón Donatien Lefebvre había mandado que él ejecutara esa acción que comía la vitalidad de Antoine, y que a la vez, consumiría la misma vitalidad de su... Ava?

Su Ava. No más Ava, no más suya.
No cuando la asesinara.

Recorrió la habitación marrón de mierda y se agachó frente a una impresión de hace días.

Esa, esa que decía Ava Melody Bellerose; esa que lo mostraba con elegante caligrafía.

Esa maldita hoja que hacía lucir su edad, sus hábitos y su sucio trabajo de concubina moderna.

La agarró con furia y la lanzó al fuego de su chimenea, y vio con más cólera aún cómo se doblaba ante el calor.

Una sonrisa se dibujó en su rostro.

Al demonio el señor Lefebvre y su estúpida orden.

Al demonio el dinero que ganaría quitándole la vida a su princesa.

¡A la mal nacida mierda su condición de loco y su profesión de asesino!

Ni la tortura podría otorgarle el placer que obtenía solo mirando su rostro de pequeña maliciosa.

La salvaría de Lefebvre y la salvaría de sí mismo.

No importaba que le costara su vulgar vida.

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"La sangre pinta con delicadeza su
cuerpo y sus ojos ven
con entusiasmo exagerado
como su vida se acaba."

Memoria de un chico
cuyo sueño fue matar.

EuthanasiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora