Capítulo 7: Cenas sospechosas

5.2K 490 78
                                    

Itachi Uchiha

Deidara Namikaze era todo un reto para mí y sé que me habían prohibido verle y tratar con él pero... era mi desafío. Lo llevaría a escondidas, ni mi tío ni mi hermano se enterarían de lo que tramaba con ese chico. Tendría que hacer un doble esfuerzo por mi parte, fingir que hacía perfectamente mi misión conjunta con Sasuke pero luego... ir cuando no se enterasen a por ese chico de largo cabello rubio.

Una parte de él me resultaba conocida pero sabía que era imposible, yo no conocía a ningún niño rico y pijo, de hecho no conocía a ninguno con dinero. Jamás fui a un instituto ni colegio ni universidad privada, siempre fui a públicos y cambiaba tantas veces de lugar que ni recordaba a la gente que pasaba por mi vida. Había obtenido siempre todo lo que había querido de la gente de los lugares a los que iba. Chicas nunca me faltaron y hasta algunos chicos cayeron en mis garras, no tenía una predilección clara, supongo que me gustaban las personas pero nunca me quedaba el tiempo suficiente para conocerlas, mi tío siempre estaba de mudanzas, así que yo simplemente... nunca tuve tiempo para enamorarme, eso supongo que lo agradecía mi tío. Él decía que el amor era un asco, que había que evitarlo porque destruía tus vidas, yo le creía porque no sabía nada acerca del tema.

Si tuviera que enamorarme, seguramente sería de algún chico inteligente como ese rubio del otro día. Eso me excitaba, porque era un constante reto a mi intelecto, me llamaba la atención y quería demostrarle que yo podía ser más inteligente que él. Lo único malo es que ya tenía pareja y me costaría mucho conseguir que dejasen esa relación, parecían muy sólidos. Mi gran preocupación ahora mismo era conseguir que rompiera y para ello necesitaría un truco bien sucio, algo con lo que Deidara no contase y que le hiciera pasar por mi aro, que tuviera que rebajarse a hacer lo que yo le pidiera. Eso sería complicado.

No sé si ese chico tendría algún secreto, supongo que sí, los niños ricos como él solían guardarse cosas, ocultaban información para aparentar frente a la sociedad, algo tendría que tener, así que me pasé toda la tarde buscando información sobre él. Busqué hasta sus antecedentes penales por si acaso hubiera tenido problemas penales, pero nada, no encontré absolutamente nada, ese chico parecía salido de una obra de beneficencia. Estaba en varias asociaciones y donaba dinero para la investigación y ayudas sociales. Ni siquiera creí que podría ocuparse de preocuparse de otras personas.

Sólo por curiosidad miré el perfil de su novio, un abogado de alta alcurnia, venido de una familia prestigiosa de políticos. Desde luego contrastaba con Deidara, no participaba en nada de beneficencia. ¿Cómo podía salir con alguien así? No se parecían en nada. Hidan hijo de políticos acostumbrados a salirse con la suya y Deidara... tenía su empresa, trabajaba duro y ayudaba a los necesitados cuando podía. No encajaban.

Esa mañana fui a trabajar a la mansión pero para mi mala suerte, pese a que sí vi a Deidara, se negó a bajar de su habitación. Tuve que conformarme con haberle visto en la ventana de su dormitorio. Creo que no se atrevía a enfrentarme después de lo del otro día. Le sonreí desde el jardín aún un poco incrédulo y le saludé. Al verse pillado cerró con rapidez la cortina ocultándose tras ella. El juego con este chico iba a ser divertido.

Hidan llegó cuando yo estaba terminando de segar los setos. Venía hablando por el teléfono y escuché la reserva que estaba realizando a un restaurante. En cuanto se marchó hacia el interior de la casa saqué el teléfono de mi bolsillo y busqué el nombre que había dicho para saber dónde pensaba estar esta noche con Deidara... era hora de empezar a actuar.

Era un restaurante muy caro y no sabía la excusa que pondría para ir allí pero algo se me ocurriría, lo único malo es que no podía aparecer solo, tenía que demostrarle a ese chaval que yo también tenía mis encantos, así que tras arreglarme en el hotel decidí que iría a un bar cercano donde solían venir millonarias y tenía que tratar de ligarme a alguna para que saliera conmigo aunque fuera sólo una vez. Ya estaba en la puerta para irme cuando Obito apareció por allí con un nauseabundo olor a alcohol, seguramente llegaba ahora de gastarse en el casino lo que ganábamos.

La estafa (Naruto, Sasunaru, ItaDei)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant