El placer del amor.

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Muy a su pesar, los tres amigos habían regresado una vez más a Hogwarts, lo harían por corto tiempo hasta emprender el viaje en busca de Voldemort. Ron se encontraba en su cuarto del colegio, solo y se preparaba para la cena.  Ese último verano su cabeza estaba hecha un pandemonio de pensamientos, por un lado estaba la ayuda que debía brindarle a Harry, por otro Hermione.

No lograba sacarla de su cabeza. Se miró en el espejo y notó con una sonrisa en los labios que su cuerpo había cambiado mucho, ya no era un niño, hacía bastante que notaba ese cambio, sobre todo desde que había descubierto los placeres increíbles que le proporcionaba acariciarse.

Por momentos sentía culpa y vergüenza de lo que hacía, pero en otros sus deseos eran tantos que no podía evitarlo.

La mayoría de las veces que conseguía estar solo con él mismo, su cabeza volaba imaginando a la castaña, siempre ocurría lo mismo en sus pensamientos, primero la besaba, le confesaba su amor, luego esa dulzura desaparecía mientras imaginaba que la desnudaba, la besaba y recorría su cuerpo con sus manos. Ron descubrió aquello cuando tenía 14 años, fue por casualidad.

Estaba solo en su cuarto de la Madriguera y se despertó excitado, al comienzo esa dureza le molestaba, no lo entendía del todo bien, en esa oportunidad había tocado su miembro sin saber lo que hacía, al rozarlo con sus manos sintió algo increíble, por instinto y en silencio siguió acariciándolo hasta que todo culminó en un gemido ahogado. Se sintió avergonzado sin saber el motivo, aunque estaba solo en su cuarto, sus mejillas se pusieron casi tan coloradas como su cabello.

El tiempo fue pasando y trató de no acariciarse de esa forma pensando que estaba mal, muy mal. Fue su hermano Fred quien le dijo que eso no estaba mal, que era algo normal. Cuando tenía 15 años se encontraba en el baño de su casa, había entrado en él para darse un baño, bajo el agua, por alguna razón que desconocía, recordó a su pequeña amiga, fue inevitable que su miembro se excitara, a pesar de que sentía que eso estaba mal no pudo evitar continuar y acariciarse sin miramientos, estaba en lo mejor cuando Fred llamó a la puerta.

-Ya va...-había contestado con un gemido ahogado.

Ese día el gemelo lo esperó en la puerta del baño, el pelirrojo salió del cuarto de mal humor por haber sido interrumpido. Fred lo llevó hasta su habitación y le preguntó qué hacía en el baño, le costó bastante al gemelo sacarle la verdad a su hermano, y cuando por fin éste confesó, Fred le dijo que no diría nada, pero que no debía avergonzarse, que era un acto natural. De igual manera el joven se contenía para no hacerlo seguido.

Se terminó de vestir para la cena, salió de su cuarto pasando por el retrato de la dama gorda. Cuando llegó al gran salón vio que Harry miraba a Ginny con la vista fija, se sentó junto a él y le preguntó por la castaña.

-No sé.- respondió su amigo.

La ausencia de la chica lo preocupó y salió a buscarla, recorrió casi todo el castillo hasta que llegó al baño de los prefectos. La llamó desde la entrada pero nadie respondió. Vio la pileta llena de agua y se asomó, lo que vio lo impresionó, la chica estaba nadando bajo el agua, por eso no lo había escuchado, vio a través del agua cristalina la figura inquietante de la joven, trató de huir antes de ser visto, pero cuando estaba a punto de llegar a la puerta la chica sacó la cabeza a la superficie y lo observó de espaldas.

-¡Ron!- gritó la chica.

Él se giró y pudo verla, su cabello estaba mojado y sus hombros húmedos brillaban a la luz.

-¿Qué haces aquí?- preguntó ella.

El chico bajó la vista tan avergonzado que de su garganta en lugar de voz salió un susurro.

El placer del amor.| Romione.Where stories live. Discover now