24•Sombra en la tarde•

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Danielle

-¿Sabéis? A veces ya da igual quién sí, quién no y quién nunca. A veces es mejor estar solo, no porque queramos estarlo, si no porque lo necesitamos. Sabemos que ese sufrimiento que sentimos no es bueno guardárselo para uno mismo. También sabemos que, aunque creamos que lo mejor es estar solo, es, claramente, todo lo contrario. Todas las personas necesitan desahogarse, y estar solo no es la mejor manera de hacerlo. Dejemos de parecer valientes, cuando lo que mayor necesitamos es alguien a nuestro lado que nos consuele, nos apoye, nos entienda. Es justamente esa persona la única que hace falta en momentos como esos, en los que ya todo te da igual, piensas que tu vida es una mierda, que no puede cambiar nada, todo es inútil. ¡Abrid los ojos! Tenéis un mundo y millones de rincones por descubrir a vuestro alrededor. ¿Por qué hay que estar de esa manera, cuando se puede estar de otra totalmente diferente?- el timbre suena, indicando el final de la mañana y, con ello, el final de mi debate con la clase.

-Seguiremos el próximo día- recoge los papeles la profesora y sale pitando de la clase.

Se nota que ella también quería que se acabase ya el instituto por hoy. Normal, ¿quién no?

-Eso discurso ha sido la hostia- me da un codazo Kylie, dándome ánimos- ¿De dónde has sacado todo eso? ¿De internet?- bromea sacando la lengua.

-Todo es producto de mi cerebro, rubia- me doy un par de toquecitos en la cabeza. De mientras que caminamos, voy mirando el reloj de mi muñeca- Será mejor que me vaya yendo.

-¿A dónde vas sin nosotras?- espeta Ashley alzando una ceja- ¿Me estás dejando, es eso, verdad?- bromea limpiando una lágrima imaginaria de su mejilla- Te has hartado de mí, ¿verdad? Ya no me quieres- expulsa un llanto falso.

Comienzo a reír a carcajadas por su gran actuación- Serías una buena actriz- le doy mi enhorabuena, mientras le voy aplaudiendo- Y, la causa por la que debo irme ya, es porque necesito hacer una cosa muy importante.

-No queremos que te pierdas durante el camino- coloca Megan su brazo encima de mi hombro.

-No pienso quitarle el puesto a Kylie- le mando una indirecta demasiado directa a la pequeña rubia.

-¡Oye!- patalea enfadada y cruza los brazos sobre su pecho, haciendo un puchero- No lo hago queriendo, el mundo quiere que me pierda, ¿vale? Me odia, yo lo sé, por eso lo hace- nos vamos alejando cada uno por un lado mientras que Kylie sigue hablando con ella misma- ¿Chicas?- pregunta cuando ya no ve a nadie.

Suelto una risilla silenciosa y salgo del instituto abriendo las grandes puertas que me separan del resto de la civilización.

-Por fin, libre, por fin, puedo respirar aire limpio- huelo un poco mejor el aire y hago una mueca de asco- ¿A qué huele?

De repente, sale una mujer de la nada y pasa por al lado mía- A mierda- contesta volviéndose a ir por dónde había venido.

-Oh, gracias por la información- ruedo los ojos y comienzo a caminar hacia mi destino.

Tras llegar a la residencia de los cuatro idiotas, me escondo detrás de un matorral para esperarlos. Luego de unos poco minutos, oigo movimiento y me agacho del todo hasta tocar el suelo.
Cuando dejo de oír las pisadas y escucho la puerta principal cerrarse, decido que es hora de empezar a actuar. Pero, primero, tengo que planear la manera para poder subirme al cuarto de Gale. Localizo un árbol a no menos de un metro de mí y, aunque puede que me mate, me acerco a él.

Comienzo a escalarlo con delicadeza, intentando no hacer ruido. Me aplaudo mentalmente, orgullosa de mí misma, cuando consigo llegar a su ventana. Coloco un pie dentro de la habitación y, con el otro, me impulso hacia dentro, dando una voltereta en el cojín y cayendo cómodamente en el suelo, como la última vez.
No está aquí, así que, me imagino, que todavía no habrá subido.

De mientras, voy observando todas las cosas que tiene desperdigadas por la mesa y puedo observar que todavía queda un poco de spray rosa en su armario.

Oigo un ruido procedente de detrás de la puerta y, por el susto, casi caigo un objeto de cristal. Me escondo rápidamente bajo las sábanas de su cama, intentando estirarme lo más que puedo, para que no note que hay alguien debajo.

-Hogar, dulce hogar- se tira encima de la cama y, en consecuencia, encima mía, haciendo que un gran dolor llegue a mi cuerpo.

Él parece no sentir que hay alguien debajo, pero, yo estoy sintiendo de todo ahora mismo.

-¡Quita de encima, idiota!- lo empujo fuertemente con los pies, haciendo que casi se estampe contra el suelo- ¿Pensabas asfixiarme o qué? Te recomiendo que adelgaces, pero solo es una sugerencia, no te lo tomes como algo personal.

Al principio, se queda un poco en shock al verme, pero, cuando vuelve en sí, me mira enfadado- ¿Otra vez colándote en mi casa? Esto ya va siendo acoso.

-Primero, esta casa no es tuya, es de los cuatro y, segundo, ¿quién querría acosarte a ti?- pregunto obvia- O sea, solo hay que mirarte- comento burlonamente.

Cuando veo que su cara cada vez está más roja y que sus orejas están a punto de salir humo por ellas, corro hacia la ventana.
Mi plan fracasa, ya que Gale me coge por las piernas, y me arrastra hacia dentro. Me doy la vuelta, para poder ver su rostro.

De un momento a otro, se coloca encima mía y saca una sonrisa- ¿Ahora quién es el que está atrapado?

-Tú- intento apartarlo, pero él tiene más fuerza que yo.

Uno de los forcejeos para que no me suelte le sale mal, y se cae un poco hacia delante, haciendo que nuestros labios choquen. Se aparta un poco, pero, al volver a mirar hacia mis labios, los besa, esta vez, voluntariamente.

Los dos seguimos el beso con ganas, coloca una de sus manos en mi mejilla y yo coloco la mía encima de la suya.
El beso es tierno y delicado, nuestras bocas se entrelazan a la perfección.

Pero, de un momento a otro, alguien lo interrumpe todo, abriendo la puerta de la habitación.

Nos separamos rápidamente y miramos uno a cada lado, avergonzados.

Dangerous Women®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora