6•Estúpido moreno•

1.7K 108 3
                                    

Megan

-¡Chicas!- Danielle entra corriendo a casa tirando la mochila a un lado escondido de la habitación. Seguramente, después no se acuerde dónde la ha puesto y me toque a mí buscarla- ¿Por qué no nos vamos las cuatro de fiesta? He oído que han abierto una discoteca al otro lado del instituto y se está haciendo muy famosa.

-¿Y por qué no hacemos la fiesta aquí en casa?- pregunta Ashley. No le gusta salir de casa, por si no lo sabéis.

-¿Que por qué no la hacemos en casa?- comienza a pasearse de un lado a otro de la habitación- Es fácil, Ashley. Porque al día siguiente de hacer la fiesta, estamos todavía con una borrachera de la hostia y el director nos avisa siempre de que hay que recogerlo todo. Y por si no lo sabéis, odio limpiar mierda. Supongo que vosotras también- finaliza con una mueca de asco.

Nos miramos entre las tres y soy la primera que hablo- Por mí vale.

-Megan, siempre has sido mi favorita- pone una mano en su corazón.

-Por mí también, sabes que amo la marcha- contesta Kylie.

-Kylie, siempre has sido mi favorita- vuelve a repetir Danielle pero cambiando de nombre.

La fulmino con la mirada y ella rasca su nuca nerviosa- ¿Ashley? ¿Tienes algo que decirnos?

-¿Yo? No, ¿qué tengo que decir?- veo que no ha captado la indirecta.

-La fiesta, Ashley, la fiesta- la ayudo a seguir.

-Supongo que también iré, no me gusta quedarme sola- extiende el brazo de manera obvia.

Danielle comienza a dar saltitos por toda la habitación como si fuera un canguro. De repente, el siguiente salto le juega una mala pasada. El jarrón que hay encima de la sala del comedor, que nos lo confió la profesora de biología porque confiaba en nosotras, algo que hizo mal, sale disparado por los aires. Danielle comienza a gritar y se tira al suelo para cogerlo antes de que se rompa. Por suerte, lo consigue. Las tres soltamos todo el aire que habíamos contenido al ver que el jarrón está sano y salvo.

Esto se hubiera visto muy gracioso a cámara lenta.

(...)

Las luces de la discoteca son de todos los colores que te puedas imaginar, seguro que para llamar la atención. Ya sé por qué esta discoteca es tan famosa, aquí hay miles de millones de chicos guapos bailando y bebiendo. El gran olor a alcohol que hay aquí dentro llega a mi nariz y hace que ponga una mueca de asco.

No me juzguéis, todavía no tengo los dieciocho años, aunque me queda poco y no me venden alcohol los muy ineptos. Pero, por lo maduras que se nos ve, los guardas nos dejan entrar en las discotecas.

Entramos, o intentamos entrar las cuatro dentro debido a toda la multitud de gente que ahí. Nos acercamos a la barra, y tras pedir las bebidas, nos acercamos a unos asientos que hay al fondo.

Una persona desconocida sube al escenario y coge el micrófono- ¿Listos para esta noche, gente? ¡Porque esto solo acaba de empezar!- todos aplauden y silban y nosotras nos sumamos a ellos. De repente, una canción que no logro identificar cuál es debido a los gritos de la gente, empieza a sonar. Les hago una seña a las demás para que cojan sus bebidas y nos metamos a bailar entre toda la gente.

Nada más entrar en toda la multitud, un chico deja de bailar con la chica que estaba bailando y se acerca a mí. Sin hablarme ni preguntarme nada, me sonríe y coge mi mano para empezar a bailar. Me doy la vuelta para mirar a mis tres amigas, y observo que ninguno de las tres están. Miro de un lado a otro y nada.

-¿Buscas algo, linda?- me dice el chico desconocido con voz dulce.

-N-no, tranquilo.

Espero que estén bien.

Danielle

Cuando ví que Megan había conseguido un chico, y encima guapo, antes que yo, me convencí a mí misma de hacerle competencia. Me perdí entre la multitud de jóvenes y adolescentes y aquí estoy ahora, rodeada de chicos. No sé si son guapos o no, yo solo estoy bailando al son de la música con ellos. Los efectos del alcohol tomado se hacen cada vez más visibles.

Muevo mis caderas y mi pelo de manera salvaje. Los mechones vuelven a colocarse en mi cara tras la sacudida. Uno de los chicos que baila conmigo se acerca más a mí y, cuando va a darme un beso, alguien choca conmigo haciendo que todo su bebida caiga en mi ropa y parte de mi pelo. Las gotas de la bebida, que no sé cuál es, resbalan por mi mejilla. El chico que segundos antes iba a besarme, se aleja un poco de mí cuando huele la bebida que me han derramado. Alzo la cabeza para ver quién es la desgracia humana que me ha tirado esto.
Me cago en Gale Kinney y todos sus antepasados.

-¿Eres idiota o te caíste de la cuna al nacer y se te murieron las neuronas?- grito para que pueda oírme.

Él sonríe al ver mi ropa manchada- Relájate, fiera, solo es coca-cola.

-¿Que solo es coca-cola? Y tú solo eres un estúpido y torpe de mierda que lo hace todo mal. ¿Te vale esa respuesta?- grito llena de rabia.

Él sigue con esa cara de memo.
Agh, Dios, cómo lo odio. Paso de seguir gastando saliva con esta persona, si se le puede llamar así, claro.
Corro hasta el cuarto baño de las chicas y entro. Intento quitar las manchas con el agua que sale del grifo, pero me es imposible. Esto no se quita a menos que lo lave.

Idiota, idiota, idiota. Por tu culpa tendré que volver a casa. Pienso en si decírselo a las demás, pero, viendo que eso va a ser como encontrar una aguja en un pajar, salgo enfurecida de la discoteca.

-Te vas a enterar, guapito de cara- me digo a mí misma- Te has metido con la persona equivocada.

Dangerous Women®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora