Gale
-¿Quieres dejar de mirarte en el espejo y ayudarme a recoger esto, que todavía nos queda un montón? Siempre aprovechas la mínima para librarte de todo- resoplo por segunda vez.
Danielle termina de maquillarse los ojos y me mira- Mira que eres amargado- rueda los ojos- ¿Quieres liarte conmigo y así se te pasa la amargura?
-Nunca me liaría contigo- afirmo.
-Eso es lo que dices ahora- vuelve a mirarse al espejo y a seguir maquillándose.
-¿Para qué te maquillas si solo vamos a recoger toda la mierda que hay en las aulas?- pregunto confuso- No entiendo a las mujeres.
-Claro que no puedes entenderlas, nunca has estado con ninguna- responde sarcásticamente- Deberías sentirte afortunado de estar hablando ahora conmigo, a solas, en una habitación.
-¿Y tú que sabes si alguna vez me he acostado o no con una mujer?
-Lo sé con solo mirarte a los ojos- me guiña un ojo- Bueno, ¿podemos parar de pelearnos un rato y comenzar a recoger todo esto? Tengo ganas de irme ya a mi casa a descansar un poco.
-¿Cómo vas a estar cansada, si todavía no hemos hecho nada?- me fulmina con la mirada y yo asiento, entendiéndola- Vale, ya paro.
-Bien, comencemos. Estáte atento, porque esta es la mejor parte- dice ella con ironía- Recoger el polvo, pelusas y minas de lápices que hay en el suelo con una escoba de hace ochocientos años. Me encanta- coge la escoba con cierto asco y yo la miro extrañado.
-¿Por qué las chicas sois tan quejicas?
-¿Por qué siempre hablas en plural?- me contesta con otra pregunta.
-Porque todas las chicas sois iguales- digo de manera obvia.
-¡Para!- me señala con el dedo amenazarodamente y yo alzo las manos- Oh, mira, alguien se ha dejado un paraguas- lo coje con cierto ánimo y lo abre.
Comienza a girar en círculos con el paraguas abierto sobre su cabeza y a cantar la canción de Mary Poppins.
-Estás loca- la miro divertido.
-Lo sé- asiente orgullosa.
-No, en realidad, yo estoy más loco que tú- comento de la misma forma.
-¡No! ¡Yo estoy más loca que tú!- dice intentando quedar por encima mía.
-Veo que eres una chica competitiva- alzo una ceja- Lo siento, pero debo decirte que aquí el loco soy yo.
-¡Que no! Y puedo demostrártelo- estira sus labios para formar una sonrisa- Hagamos un concurso para ver quién de los dos está más loco.
-Y, ¿cómo piensas hacer eso?
-Pues es fácil- habla- Nos diremos retos vergonzosos el uno al otro y quién no lo cumpla porque le da vergüenza, daremos por hecho que el otro está más loco. ¿Te apuntas o te da vergüenza?- bromea poniendo un puchero.
-Perderás- estiro la mano para que me la estreche y aceptar el reto.
-Y una mierda- estrecha mi mano con la suya.
(...)
-¿Tendrás el valor suficiente de salir del instituto y gritar en medio de la calle "Cuando estaba viva, solía venir por aquí"?- le pregunto burlonamente, porque sé que va a decir que no.
Comienza a reírse desenfrenadamente y tiene que sujetarse el estómago, para poder parar de reír- Pues claro que puedo- la miro boquiabierto- Me encantan tus ideas, morenito.
Sale corriendo del aula estirando los brazos como si fuera un avión y yo intento correr detrás de ella para poder quedar a su mismo paso. Salimos del instituto y Danielle se coloca en medio de la calle.
Aclara su garganta y estira los brazos como si se estuviera desperezando- Qué bonito está todo. ¡Cuando estaba viva, solía venir por aquí!- algunos transitantes la miran de manera extraña y, otros, más ingenuos, la miran asustados e intentan aligerar el paso. Después, Danielle comienzar a hacer un baile y a sacudir sus manos como si acabara de mojárselas- El baile del suricato, esto es, el baile del suricato- Se acerca a mí y vuelve a sacudir sus manos- Listo- me guiña un ojo- Te toca a ti- toca su barbilla pensativamente- Te reto a que le digas a la anciana esa- la señala con la cabeza- que si tiene condones.
-¿Qué? No lo dirás en serio, ¿verdad?- ella asiente- Supongo que tendré que hacerlo para no quedar como un cobarde- me acerco a ella despacio- Perdone, señora, me gustaría hacerle una pregunta.
-Dime, jovencito- me sonríe.
-¿Usted, por casualidad, tiene condones?- pongo mi mejor sonrisa inocente.
-¿Qué?- se le torna la cara a una furiosa- ¿Quién se cree que soy?- comienza a golpearme con su gran bolso y yo me voy alejando cada vez más hasta que llego a Danielle y la anciana vuelve a colgarse su bolso y se va.
Danielle está riéndose como una loca- La cara que se te ha puesto- me señala- Deberías haberla visto- sigue riéndose de mí- Y te ha pegado con el bolso- se agacha hasta tocar el suelo y comienza a revolcarse en él por culpa de la risa.
-No hace gracia- ruedo los ojos- Anda, volvamos arriba.
-¡Eh, espera!- se levanta del suelo y comienza a caminar detrás mía.
Ya dentro, la miro con una cara perversa y ella me mira horrorizada- No pienso acostarme contigo.
Mi rostro cambia- ¿Qué? No iba a decirte eso, ¿en qué pensabas?- comienzo a agitar las manos repetidas veces.
-Oh, nada- rasca su nuca- Bueno, ¿y qué querías decirme con esa cara?
-Te reto a que te asomes a la ventana y le grites a cualquiera "¿Quieres un poquito de droga?"- ella no duda ni un segundo en asomarse a la ventana del aula y gritarle a un niño pequeño lo que yo quería que dijera. La madre de éste, coje al niño en brazos y sale corriendo.
Comenzamos los dos a reír a carcajadas, hasta que interrumpo su felicidad- Creo que deberíamos empezar con esto, todavía tenemos mucho trabajo.
-Aguafiestas- rueda sus ojos.
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Dangerous Women®
Teen Fiction-No todos los que te quieren van a abandonarte- fija su mirada en mí con tristeza. -Eso lo sé aquí- señalo mi cabeza-. Pero no lo sé aquí- ubico mi mano derecha en el corazón-. Deberías buscar a una chica menos complicada a la que querer y dejar de...