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Todo parecía marchar según lo planeado. Nunca había sido un gran fan de las fiestas, pero es lo que tiene que tu padre se mueva entre los altos cargos de tu país. Tienes que presentarte, con él, tu madre y tu mejor sonrisa, a la tan conocida fiesta de Reuniones.

"Solo será una noche, Alex. Quédate cerca de tus padres y sonríe a todo el mundo. No tienes que hacer nada más" me repetía constantemente para auto convencerme. Pero seguía sin verle el atractivo a una reunión de todo el país sólo para que los hombres hablaran de negocios, las mujeres de cotilleos, y los padres y madres buscaran pretendientes para sus hijas. Porque sí, para qué vamos a mentir, en la edad media se unían reinos, hoy por hoy, grandes empresas. Y mis padres, cómo no, me habían arrastrado a esta fiesta para encontrar a una chica con la que casarme. Así que yo, con casi 21 años, no tenía más remedio que aceptar lo que me dijesen, aunque no me diesen mucho detalle, porque es lo que se tiene que hacer. Lo que he hecho siempre.

"Alex ¿me estás escuchando?" oí entonces como mi madre me estaba llamando, a juzgar por su cara, desde hacía un rato.

"¿Eh? Sí, sí, ¿qué pasa?"

"Ellos son la familia de la que te hablé antes, cariño" Ah, esa era otra. En teoría hoy íbamos a conocer a los Barakat, familia bastante conocida y adinerada procedente de las afueras de la ciudad.

"Encantado Alex, soy Bassam Barakat y ella es mi mujer Joyce"

"Igualmente señor" respondí con mi mejor sonrisa.

"Alex, mientras nosotros hablamos con los Barakat, ¿por qué no vas a conocer a Jack? Es su hijo y tiene más o menos tu edad. ¡Podríais ser amigos!" Me comentó mi madre con un tono infantil, pero con ojos que mas que sugerir exigían. Así que asentí y me fui hacia donde mi madre me había indicado.

Sin embargo tras estar un rato dando vueltas por el salón sin ninguna señal de ese tal Jack, decidí salir un rato al balcón para respirar un poco de aire fresco. La aglomeración de tanta gente en el mismo sitio ya me estaba resultando agobiante.

"Qué aburrimiento de fiesta ¿no crees?" Miré entonces a mi izquierda y allí le vi. Era un chico alto, con unos bonitos ojos color café y un curioso pelo moreno con una franja teñida de rubio.

"Sí, la verdad. Todas son iguales" Contesté con cierto desinterés. Solo quería irme a casa, no ponerme a hablar con alguien que ni siquiera sabía quién era.

"Bueno no todas. Solo las fiestas de Reuniones, que más que una fiesta parece una terriblemente aburrida asamblea de trabajo en la que se habla de todo menos de temas interesantes. ¿Me equivoco?" Dijo con una sonrisa de medio lado que hizo que por primera vez en una de estas fiestas me riera.

"Más o menos sí" Respondí divertido.

"Lo que me imaginaba. ¿Te apetece venirte de fiesta mañana conmigo? A una fiesta de verdad, me refiero. Será a las 12 de la noche a dos manzanas de aquí. Va a ser divertido, he oído que hasta tienen piscina."

Y en ese momento me quedé en blanco. Nunca había salido de mi casa sin mis padres. Y con ellos había salido en contables ocasiones. De preguntarles si me dejaban asistir ni hablamos, o me enfrentaría al no rotundo. Pero tampoco podía irme a hurtadillas. Me pillarían seguro. No, no podía ir a esa fiesta.

"Eh..., yo..., yo no..., no creo que vaya... Me gustaría pero no..., no puedo..."

"¡Venga hombre! ¡Va a ir todo el mundo! Podrás conocer a gente nueva, hacer amigos, conocerme mejor..." Insistió emocionado y un tanto pícaro. "No hace falta que les digas nada a tus padres, los míos piensan que me quedaré estudiando en casa. ¿Qué me dices?"

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