Capítulo treinta y siete: Pasos.

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Jaime postergó la celebración de su cumpleaños por una semana, esperaba que Nicolás llegará a la escuela para entregarle su invitación de Elmo. El moreno no llegó en la semana y se vio obligado a celebrar su cumpleaños sin él.

Se juntaron siete niños en la casa de la madre de Oscar, donde el rapero les tenía distintas entretenciones que la verdad Jaime nunca pensó tener. Lo pasó bien y la torta de chocolate que su abuela le preparó fue una de las cosas más ricas del día.

Terminaron padre e hijo agotados, durmiéndose antes de la hora común despertaron casi a las cinco de la mañana. Tomaron un desayuno con torta de chocolate y leche mientras veían plaza sésamo.

- Hoy quiero pedirle pololeo al Naiko - Oscar miró a su hijo que con la cabeza apoyada en su pierna le sonrió.

- ¿Le comprarás un regalo? - Preguntó el menor.

- No sé, ¿crees qué debería comprar uno? - Se rascó la cabeza el rapero.

- Deberías comprarle muchos - Respondió el ruliento con completa seguridad antes de volver a la televisión.

Oscar suspiró antes de apoyar su cabeza en el respaldo del sofá, de hace muchos años que no tenía esa sensación de nerviosismo que ahora le traía el pedirle pololeo a Nicolás y ser rechazado. Aunque llevaban unas semanas saliendo aún la presencia de choreza estaba en cada lugar de esa casa y eso era lo que a Oscar ponía sumamente nervioso.

Se levantó del sillón cuando Jaime se había dormido, caminando hasta la cocina donde su madre se preparaba el desayuno le explicó que saldría al supermercado. Tomó las llaves de su auto y manejó con la mente en otro lado. En el supermercado recorrió todos los pasillos buscando un regalo para el menor, sin poder decidir entre algo bonito cero cliché compró una carta. En el automóvil Oscar sacó un lapiz y comenzó a escribir características del moreno que le llamaban la atención. Repitió una varias veces, compañero.

Antes de poner las llaves en el auto su celular recibió un WhatsApp, al verlo se dio cuenta que era Naiko.

Naiko
En línea.

Necesito hablar contigo. 11:28 a.m.

Ahora? Voy pa' tu casa? 11:28 a.m.

Porfa. 11:28 a.m.

El corazón del rapero se aceleró al instante y guardando la carta en el bolsillo de su chaqueta hizo andar el auto. Llegó a la casa de Nicolás frustrado, sabía muy bien que el "necesito hablar contigo" nunca era bueno y mentalmente esperaba lo peor. Al bajar y caminar hasta la puerta suspiró varias veces.

- Gané - Sonrió Nicolás al abrir la puerta antes de que Oscar tocara.

- ¿Tan importante es qué me esperabas en la puerta? - Oscar alzó la ceja de forma irreflexiva.

- La verdad es que sí - Nicolás tomó la mano de su amante y a tirones lo apuró para que se sentara junto a él en el sillón - Tengo dos cosas que hablar contigo - El rapero asintió - La primera y no tan importante, ¿Bestia tú, a ti te gustaría pololear conmigo? - El rapero abrió los ojos más de lo normal y una sonrisa se posó en sus labios.

- Obvio que sí, pero era yo el que te lo pediría hoy - sacó la carta de su bolsillo para entregársela al menor.

- ¿Puedo verla después de la segunda pregunta? - Oscar asintió - Ya, ésta es la más complicada - Rió de forma nerviosa - Me voy de aquí, me gané un proyecto que es una casa cerca de aquí más grande y pucha mas bonita.

- Oh weón, la raja po' Naiko - Sonrió el rapero pensando ya en la posible pregunta.

- Quería saber si tú, ¿Te querí venir con el Jaime a vivir conmigo? O sea la casa no es muy grande pero, tendría su pieza y nosotros podríamos no sé - Oscar besó a Nicolás sin dejarlo terminar de hablar.

- Si quiero - Susurró juntando su frente con la del contrario - Quiero estar todo mi tiempo libre junto a ti.

- Te quiero - Naiko abrazó al rapero con fuerza, todos sus miedos desaparecían y por primera vez se iría con alguien a vivir, un gran paso para una nueva relación que estaba dispuesto a dar.

Dos años después del comienzo de la relación Oscar decidió pedirle matrimonio al menor y seis meses después firmaron los papeles en el registro civil. Dos años en los que Catalina y su madre no aparecieron, dos años donde Jaime sin volver a ver a Nicolás se había vuelto mejor amigo con Edgar y Manuel. Su pasado había quedado atrás, nadie le recordaba lo que hace tan poco tiempo era una pesadilla, en cambio ahora Naiko cumplía un rol importante en su vida, con once años era hijo único en un matrimonio homosexual y de eso no se quejaba, entre sus abuelos y sus padres el muchacho era malcriado hasta más no poder y él sacaba provecho de eso, claramente nunca de mala manera.

Cinco años habían pasado cuando en primero medio comenzó a vivir cerca de Edgar, donde pasaban gran parte del día juntos y los secretos no existían entre ellos. Una amistad que no permitía conflictos.

Habían salido hace poco de clases, como día jueves estaban agotados después de la clase de educación física y sentados en la micro cada uno con un auricular conectado al iPhone de Jaime cantaban en silencio.

Nicolas subió a la micro con dos de sus amigos, los tres cantaban molestando a una anciana que lentamente se movía impidiéndoles el paso. El moreno distinto a como lo recordábamos, ahora vestía bastante rebelde. Sus pantalones negros apitillados hasta el punto de no verse homosexual, una chaqueta de cuerina negra y bajo ella una polera blanca con el símbolo de anarquía, sus converse negras le hacían juego y las dos expansiones que mantenía desde hace unos años en sus lóbulos ya estaba en el número 5. Su cabello de distintos colores peinados formando un moicano y dos piercing cubrían su rostro, otro se escondía dentro de su boca. Era el chico al cual ningún papá deseaba ver con su hija, un rebelde sin causa, con dinero, poder y conocimiento.

Se quedaron los tres de pie esperando que la micro partiera y como si su cabeza supiese que se encontraban en el mismo lugar lo obligó a levantar la mirada. Dos rulientos estaban sentados en los asientos preferenciales de la parte alta de la micro y podría reconocerlos donde fuera. A la izquierda se encontraba Jaime, su primer y hasta el momento único amor. Más lindo de lo que le recordaba, más alto que él y eso no era raro, se había quedado chico. Se reían de algo que Edgar había dicho y sin pensarlo dos veces se les acercó. Colocándose en el espacio vacío que estaba delante de los asientos colocó sus manos en la baranda.

- Hola - Soltó nervioso pero, no se le notó en lo más mínimo.

Ambos chicos lo miraron pero, fue Jaime el que reconoció esos ojos.

- ¿Nico? - Preguntó el ruliento.

- El mismo, pero más rico - Sonrió guiñándole un ojo.

- ¡Nico weón, tanto tiempo! - Se levantó para abrazarlo mientras Edgar se mantenía al margen- ¿En qué va tu vida?

- Aquí, cambiando aires, retomando antiguos - La mirada de él con Jaime se cruzaron, ambos se deseaban pero, ¿quién daría el primer paso?.

FIN.

Confía en mí [Historia Gay Sin Incesto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora