capítulo dieciocho: Decisión

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— Tení que irte — Nicolás miraba la puerta de entrada — Casi nos pilla.

— Es más excitante — Susurró el rapero soltando una risa al final — Vengo en media hora.

— Bestia culiáo — Naiko se corrió del auto — Nos vemos más rato.

— Tu poleron — El rapero le tiró el poleron al más bajo — Despideme del cuernuo.

La mirada que le dio Nicolás al chico lo obligó a soltar una carcajada. A pesar de que ninguno de los dos se acordaba de lo que pasó esa noche y después no hubiera pasado nada más ellos sabían, tenían en la cabeza que algo entre ellos era más que una amistad, más que una simple noche. La atracción que sentían era más fuerte que la actual entre Naiko y choreza, o la de Oscar con Alexander en esos dos años casi de relación.  No encontró el rapero nada mejor que meterse al supermercado para hacer la hora, sentado en el estacionamiento revisaba los correos que le habian llegado, muchos de ellos spam, otros de algunos amigos que no veía hace mucho tiempo y el mas actual de la psicologa explicándole los horarios donde tenia sus reuniones con el niño, bajó del auto para caminar hasta el área de los juguetes, compró dos autos de jueguete fórmula uno y varías cosas más.

— Quiero que está vez trabajen en grupos de tres o cinco — Alzó la voz la profesora.

— Seamos cinco con el Edgar — Dió su opinión Tomás, mirando al ruliento que negó con la cabeza.

— No puedo dejar al Nico solo — miró a su compañero — Que el Jaime sea con nosotros y así somos tres y tres.

— Bueno — El más bajo del grupo se cambió de asiento alegre — ahora tenemos que decirle a la profe.

Nicolás miraba a Jaime fijamente, fijándose nervioso en cada detalle que el ruliento tenía, fijándose en sus manos y sus golpes, esos moretones qe ya estaban desapareciendo y que se asomaban por el cuello y se escondían bajo la polera del buzo escolar. Era intrigante, más para él a su corta edad.

— Nico po' — Reclamó Edgar al sentirse ignorado por su amigo.

— ¿Qué cosa? — Respondió apresurado el moreno.

— ¿De qué haremos el trabajo? — levantó los hombros sin saber que temas habían — Queda Brasil, México y Argentina.

— ¿México? — Preguntó Jaime.

— Sí, México — Respondió el moreno mirando al ruliento más alto.

Ya tenían su grupo armado aunque a Jaime Nicolás le parecía sumamente extraño y hubiera preferido ser del otro grupo.

Oscar se dirigía a la cafetería que más le gustaba cerca de su ex trabajo, una donde mil veces había prometido ir acompañado y nunca le resultaba. Ahora con el más bajo se sentía nervioso, ansioso, acelerado pero, intentando contenerse hablaban temas banales soltando una que otra carcajada. Ya sentados en la mesa, cada uno con su desayuno correspondiente cortesía del mayor, el silencio se apoderó del lugar.

— ¿Tu creí' que ésto este bien? — Preguntó Naiko mientras con la cuchara revolvía su café capuchino.

— ¿Qué cosa? — Frunció el ceño Oscar.

— Ésto, nosotros, la situación — Quitó la mirada del chico frente a él.

— No po' — Rió el rapero — Ser infiel no es bueno ni aquí ni en la quebra' del ají.

— ¿A ti no te molesta? — Volvió a cruzar su mirada con la del contrario quien asintió — ¿Y por qué no me pides que termine?  — Oscar sonrió.

— Porque esa weá es una decisión tuya Naiko — El rapero apoyó su espalda en el respaldo — Tú tienes que saber que y porque haces las cosa, si te parece correcto y quieres seguir jugando a dos bandos, yo no.

— No sé que hacer — Nicolás pasó sus manos por su rostro frustrado — Choreza me da miedo Bestia y saber la reacción que podría tener si termino con él, me cago de miedo.

— Y, ¿tú crees que la reacción será mejor si nos ve en algo?.

— Estaría contigo — Susurró el más bajo.

— Podí estar conmigo siempre, si querí' que te acompañe cuando termines con él yo puedo ir — Naiko asintió.

— Perdón — Nicolás volvió a pasar sus manos por la cara — Sé los problemas que tienes con tu hijo y más encima yo te traigo más problemas.

— Mientras no te alejes de mí yo feliz con tus problemas — El más bajo sonrió mordiéndose el labio inferior de una forma irreflexiva.

Jaime jugaba con su nuevo auto y su grupo de amigos, la profesora miraba al moreno que sentado a un lado en silencio los miraba. Se acercó a paso lento y cuando estuvo a un lado llamó la atención del niño.

— Nicolás, ¿Te sientes bien? — El pequeño asintió con rapidez — ¿Por qué no invitan a Nicolás a jugar? — miró a Tomás.

— Porque no tenemos más autos — Respondió sin darle mucha importancia.

— Entonces pueden jugar a otra cosa o agregarlo en el juego de otra forma — Soltó la profesora.

La inspectora del área se acercó al grupo y le indicó a la mujer que la siguiera, ya alejados del grupo la regañó.

— ¿Profesora nueva? — La chica asintió — Bien te explicaré una cosa, Nicolás Gaulle es un niño problema y ya nos tiene a todos aburridos así que, entre menos niños jueguen con él mejor, una forma de que se quede tranquilo.

— Es un niño — la profesora la miraba sin entender como podía actuar de esa manera — Los niños no son problemas señora, el problema son los adultos sin paciencia.

Sin enterarse la mujer rompió el contrato que hace tan poco había conseguido en el colegio, para todos Gaulle era un problema y ahora que se veía tranquilo ella quería que volviera a ser como antes o como era él.

Confía en mí [Historia Gay Sin Incesto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora