capítulo dieciséis: Loca, loca, loca.

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Nicolás pasó la última hora de clases escribiendo, no estaba enfadado con Edgar pero si celoso de que él pudiera ser amigo de Jaime. Apenas el timbre sonó corrió hasta la salida, quería llegar a su casa para poder jugar con su hermano algún juego en la consola. El ruliento se despidió de todos sus nuevos amigos cuando salieron del  colegio, saltó donde su papá inmediatamente cuando lo vio. Quería contarte todo su día y Oscar no tendría problema alguno de escucharlo. Fue esa la primera vez que Jaime vio a la mamá de Edgar a través de la ventana, una mujer que vestía sucia y desarreglada, la típica mujer que a su madre le daría asco pero, su papá no era igual a su mamá, ¿o sí?. Decidió hacerse el tonto con el tema, que su papá no conociera a su nuevo amigo o a su madre era lo de menos para este momento.

— Y cuéntame cómo te fue po’ — Soltó el rapero cuando subieron al auto.

— ¡Bien!, tengo muchos nuevos amigos y hoy jugamos mucho, pintamos nuestro animal favorito y  mañana jugaremos a los autos — Jaime se quedó en silencio.

— ¿Qué pasó? — Oscar manejaba en dirección a la casa de sus padres.

— Que yo no tengo un auto — Jaime miró al piso.

— Pero lo compramos po’ — El mayor acarició la melena del chico quien le sonrió inmediatamente. 

Definitivamente para Jaime todo estaba perfecto, sentía que muy pronto explotaría de la felicidad, pero claro, también sabía a su corta edad que no todo dura para siempre y volvió a entenderlo cuando el auto de Enrique estaba frente a la puerta de la casa de sus abuelos. Sintió como en segundos su estómago se revolvia y le dieron unas ganas enormes de vomitar, Pero cuando las luces rojas y verdes brillaron en el espejo delantero del auto de su papá se dio cuenta que carabineros estaba detrás de ellos y las lágrimas aparecieron junto con las ganas de correr, de alejarse de todo y no volver nunca más. Un golpe sutil en el espejo del chofer hizo que Jaime saltara y se pusiera a llorar. El rapero bajó el vidrio.

— ¿Oscar Navarro? — Asintió —  Deje al niño dentro del auto y acompañenos, una oficial vendrá a cuidarlo.

— ¡No! Por favor papá, no quiero ir a un orfanato — El ruliento comenzó a gritar.

— Jaime, hijo no irás a un orfanato, cálmate.

No alcanzó a calmarlo cuando la madre de Oscar salió de casa y para su sorpresa Catalina venía detrás de ella. Lo único que el rapero pudo ver fue la mano de su ex mujer dar contra la cabeza de su madre ya bastante mayor. Fue un carabinero el que tomó a la joven para alejarla de la mujer y Oscar se bajó inmediatamente del auto, dejando al niño más asustado con la reacción de su madre contra la mujer que lo cuidaba tanto.

— ¡Catalina! — Oscar tomó a la mujer y la ayudó a subir al auto, Berta lloraba y tiritaba por la baja de azúcar que le había dado debido a los nervios de la situación — Maraca culiá hija de la perra — Fue lo último que Jaime escuchó ya que el rapero con el control de la radio subio el volumen —  Estay’ con orden de alejamiento, ¿se puedes saber qué haces aquí? — Sin poder controlar el volumen de su voz Oscar avanzó hasta la chica siendo detenido por un policía y  descontrolando más a la mujer.    

— No me vas a quitar a mi hijo, no me vas a quitar al Jaime — Catalina lloraba — Tú no sabes nada, te crees que por verlo una semana eres el mejor papá.

— ¿De qué mierda estay hablando, loca culiá leíste la weá por la que te demandé? Te estoy acusando de abuso catalina, tení’ una orden de alejamiento — Ambos policías que se interponían entre la pareja los miraban confundidos, no era normal que fuese la mujer la que tenía la orden de detención.  

— Abuso de qué si el niño se cayó de la escalera — Intentó excusarse. Fue en ese momento que vio al chico en el auto y corriendo se acercó — Mi amor, tu papá no nos quiere juntos, nos quiere separar para siempre y me quiere mandar a la cárcel, mi vida tu papá es malo. 

— No le digai weás al Jaime, no le cagui más la cabeza al niño Catalina — La mujer ignoro a su ex marido.

— Yo te quiero Jaime, y tu papá esta loco quiere que te lleven a un orfanato.

Berta abrazó al chico obligándolo a correr la vista y dejar de prestarle atención a su madre, lloraba angustiado y la mujer mayor sentía que en cualquier momento le daría un ataque al corazón, ni siquiera podía llamar a su marido para que le ayudara o por lo menos sentirse acompañada y protegida. Los dos carabineros tomaron a la mujer y la subieron al auto, ya estresados por la situación preferían llevarla a la comisaria lo más rápido posible pero, los gritos aumentaron en cuanto Catalina se vio en problemas. Pateando y escupiendo a los dos oficiales se vio obligada a subir al auto de una forma bastante agresiva.

 

Confía en mí [Historia Gay Sin Incesto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora