Capítulo treinta y tres: Yo no puedo.

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Caminó tranquilo hasta su auto, apretando el bolsillo de su chaqueta y respirando de una forma sumamente agresiva. Sentía que el aire le faltaba y su cuerpo tiritaba.

Al subir al auto, lo encendió y comenzó a manejar. Mirando siempre al frente presionaba el manubrio con fuerza, dobló por un pasaje cerca de su casa y sacó las fotos de su chaqueta. Una a una comenzó a mirarlas, encontrando más detalles que identificaban a su pequeño.

La vista  se le nublo cuando Jaime en posiciones sumamente sexuales se penetraba, como si fuera un verdadero adulto metido en el papel.

— ¡Hija de puta! — Gritó golpeando el manubrio con fuerza varias veces sin poder controlar su respiración — ¡Hija de las mil perras mal paridas, es mi hijo perra culiá! — Gritó llorando y tirando su cabello mientras escondía su rostro entre los brazos.

Sentía impotencia, rabia y pena. Una tristeza enorme lo dejaba sin aliento y con un fuerte dolor en su pecho. Tomando aire volvió a encender el auto y manejó hasta su casa. Entró corriendo solo con el CD en la mano y colocando la película en el living se sentó en el sofá. Con una gran producción comenzaba el vídeo donde el chico disfrazado de "Minion" jugaba con consoladores, lamiendolos y mordiendolos mientras unas notorias lágrimas se deslizaban por su mejilla. Pausó el vídeo y corriendo fue al baño donde vomitó su desayuno.

Nublado quizás por la ira Oscar partió donde Catalina, a una velocidad no permitida por la ley se pasó más rojos que en toda su vida. Golpeando con agresividad esperó, sentía su cuerpo tiritar mientras las lágrimas humedecían sus mejillas.

— ¿Cuánto pensabai' ganar con ésto? — Preguntó con las fotografías en la mano cuando la mujer abrió la puerta.

— ¿Qué? — Catalina frunció el ceño y Bestia de un empujón la sacó de su camino.

— ¿Cuánto pensabai' ganar con estas fotos perra de mierda? — Tirándole las fotografías en el rostro se apoyó en la muralla, sujetando su cinturón se aguantaba las ganas de golpearla.

— ¿Qué significa ésto? — La mujer con una mueca de total disgusto comenzó a ver las fotos. Fotos que le parecían sumamente horribles.

— Es tu hijo.

— No — Respondió totalmente convencida.

— ¿No lo reconoces?, ¿No reconoces ese lunar? — Oscar Apuntó el rostro del chico mientras sentía de nuevo su pecho presionado — No reconoces la puta cicatriz que le quedó en la pierna cuando se calló de la bici.

— No, Oscar no — Catalina se sentó en el piso entre las fotografías — Dime que es una broma, por favor Oscar dime que es una puta broma — Comenzó a llorar sin saber que fotografía mirar — Por favor, por favor te lo suplico. Dime que no es el Jaime.

— Jurame tú, Jurame que no tení que ver en ésta weá Cata — Oscar se hincó frente a ella — Jurame que no le cagaste tú la vida a tu hijo y que no sabías.

— ¡No!, ¿Cómo se te ocurre mierda? — Catalina comenzó a gritar — Yo no le haría ésto nunca — Tomando las fotografías lloraba de una forma desconsolada.

— Alguien conocido tuyo hizo ésta weá Cata, dime quién — Gruñó el rapero — Dime quien pudo ser porque el Jaime no lo hará.

— Tiene que decirlo — Catalina se levantó a buscar a su pequeña hija.

— Con que cara veni vo' a obligarlo a hablar si lo tení más asustado que la mierda — Catalina lo miró — Te jurai' buena madre por urgirte con las fotos que te mostré y en ocho años lo único que hiciste fue dejar que le sacaran la mierda, que lo traumaran en un colegio de curas y más encima que lo metieran como actor pornográfico — Oscar se acercó a su ex mujer — En ocho años Catalina no fuiste capaz de darte cuenta — Tomó una foto del chico del suelo — Que alguien en tu casa lo obligaba a penetrarse — Enseñándole la foto la mujer lo miraba.

— ¿Y tú?, ¿Tu qué mierda hiciste en esos ocho años? — Bufó.

— Nada, no pude hacer nada pero, en dos días zorra culiá me di cuenta que algo no andaba bien con el niño y lleva menos de un mes conmigo Cata, en menos de un mes pude identificar que le pasaba y créeme — Un empujón dejó a la chica pegada en la pared — Creeme que eso es mucho más de lo que tú como madre has hecho.

— No puedes Oscar, nunca estuviste en su vida.

— ¡Pero no le hice daño mierda!, No lo obligué a prostituirse ni lo vendí sexualmente — Gritó avanzando hasta la chica — No dejé que mi pareja le sacara la mierda frente a mí, no permití que viviera con miedo y no pudiera dormir pensando que alguien vendría a gritarle, no lo obligué a creer que era un enfermo porque su padre era distinto y prefirió un pico a tu vagina.

— ¡Basta! — Catalina lo empujó.

— ¿Te imaginas cuantas veces en su vida a pedido que paren de hacerle lo que le están haciendo?, ¿cuánto te dolió en tu primera vez Cata, te imaginas cuánto le dolió a él en esta foto? — Oscar le enseñó una foto que recogió del piso.

— Para Oscar, por favor — La chica lloraba.

— ¿Cuántas veces te llamó para qué lo ayudarás? — Oscar se limpió las lágrimas — ¿Podrás vivir tranquila con eso? Yo no Cata y no sabí lo culpable y mierda de padre que me siento al saber que mi hijo lleva los últimos cinco años de su vida sufriendo.

Confía en mí [Historia Gay Sin Incesto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora