capítulo treinta y dos: ¿Qué weá te pasó?

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La tercera vez que tocó el timbre en la casa de Catalina decidió tomar su teléfono y subir al auto. Llamando a Carabineros puso una denuncia contra la mujer que se había llevado a su hijo, en caso de tener que sacarle la mierda a Enrique tendría una ayuda.  Se sentó en su auto y respiró profundo, cansado decidió llamar a la madre de la chica que inmediatamente le cortó el teléfono. Hizo andar el auto y se fue en dirección a su casa, esperaría dos horas mientras la policía buscaba al niño y luego saldría él nuevamente, debía evitar dejar la caga antes de que le quitaran al chico. Había olvidado por completo el WhatsApp de Cristian.

— ¿Y el niño? — Berta lo miró desde la puerta de la cocina.

— La Cata lo sacó del colegio y ahora no sé pa' donde se lo llevó — Respondió tirándose de guata al sillón.

— Oscar — Lo regañó su la mujer.

— Ya di aviso a los pacos lo están buscando. Tengo que esperar un poco pa' poder buscarlo yo — La interrumpió — En — Miró su teléfono — Cuarenta minutos salgo de nuevo, voy directo pa' la casa de la vieja loca.

— Esa mujer, ¿seguirá enferma? — Preguntó Berta.

— Con la edad yo creo que está peor — El rapero cerró los ojos intentando descansar.

Veinte minutos logró dormir cuando su teléfono comenzó a sonar, al contestar un policía le explicaba que habían encontrado al chico en casa de su abuela pero, que al verlos su reacción no había sido la mejor. Aparte le explicaban que Catalina al gritar lo había puesto nervioso y que les había sido imposible llevarlo por la buena. Le explicaron como llegar a donde se encontraban y corriendo Oscar se subió al auto.

Al llegar a la comisaría entró agitado tomando al primer carabinero que encontró.

— Busco a Jaime Navarro — Soltó agitado.

— Relajese, ¿El niño? — Asintió más tranquilo — Debería meterlo a hacer boxeo, le salió mano dura el chiquillo — Rió — Dejó con el ojo morado a dos colegas — Oscar abrió los ojos irreflexivamente mientras comenzaban a caminar.

— Lo siento por eso — Se detuvieron frente a una puerta.

— Los niños son niños — Sonrió abriendo la puerta para dejarlo pasar.

Jaime en un rincón de la habitación se mantenía hincado, con la cabeza entre sus brazos. Sollozaba cansado.

— Hola campeón — Oscar se acercó hasta el y dejó su mano en la espalda del chico — Ya llegué — Navarro de forma apresurada se le lanzó encima dejándolo en sentado en el piso — Shh — Intentó calmar su llanto, que había aparecido repentinamente — ¿Vamos pa' la casa? Tenemos muchas cosas que preparar — Jaime asintió.

Salieron del lugar con rapidez, más apurado el chico que Oscar y en el camino a casa el ruliento le contó todo lo que había pasado en casa de su abuela, el estado de su abuelo Tomás y el robo de la torta. Omitió el castigo que le dieron y como le gritaba cuando lo encerraron, también cuando llegó la policía y todo se volvió un caos.

En casa Berta los esperaba con un pastel, les había cosinado algo que Jaime nunca había probado por ser una herencia de familia y temprano se fueron a dormir. Ambos agotados mentalmente.

En la mañana Oscar pasó al colegio a dejar al niño y a conversar nuevamente sobre la situación con Catalina. Prometieron no volver a entregar al chico a otra persona que no fuese él. En el auto recordó su junta con Xoda y rápidamente llegó hasta la plaza donde la apodada Tiña vendía sus famosos completos. Cristian ya lo esperaba sentado en el pasto.

— Buena weón — Le tendió la mano Oscar.

— Pensé que me habías dejado plantado — Sonrió sin ganas Xoda.

— ¿Qué weá te pasó? — El rapero se sentó a su lado con el ceño fruncido.

— Puta weón, no sé cómo decirte esta weá — Cristian suspiró con pesadez — Cachai que le encontré unas weás a mi papá escondidas — Oscar volvió a fruncir el ceño, no entendía que tenía que ver él en eso — Y puta eran fotos y vídeos pornos.

— ¿Ya? — El rapero Sonrió aún sin entender.

— Puta Bestia yo quería mostrarte una en particular — Le tendió un CD, en la carátula salía un niño disfrazado con un cintillo y un antifaz, mordía un consolador — ¿Oscar ese es tu hijo?.

Como si todo se aclarará en la cabeza del rapero la foto se transformó en su pequeño hijo de solo ocho años. A primera vista quizás bloqueándolo mentalmente no lo habia identificado pero ahora, cada rastro de su cuerpo o esos lunares que se habían quedado grabados en su memoria el día en que Jaime había cumplido unos días y a él le habían dado ese permiso tan esperado para darle su primer baño, ahora se volvían complejamente notorios.

— No sé si yo me estoy pasando rollos donde tienen el mismo pelo, pero tiene estas fotos también — le entregó casi cuarenta fotografía — A mi viejo le gustaba ese niño en particular, aunque tenía de varios más.

— Me dejai llevármelas — Habló en shock.

— Si po' — Cristian lo miró preocupado.

— Por lo que cacho no es mi hijo — Sonrió el rapero — Pero igual déjame cachar — Mintió.

— Dale, si yo las voy a botar — Xoda sonrió aliviado.

— Ya weón gracias, me tengo que ir ahora — Guardo las fotografías y el CD en su bolsillo de la chaqueta — Gracias por preocuparte de mi cabro.

Se despidieron de un apretón de manos.

Confía en mí [Historia Gay Sin Incesto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora